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Postal sancarlina: Villa Chacón

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Por Mariana Santarossa

San Carlos es un departamento con amplias zonas dedicadas al agro: distritos y parajes que se caracterizan por su gente, inigualables paisajes, oasis de agua y costumbres y tradiciones transmitidas de generación en generación. En esta postal sancarlina le damos paso al paraje de Villa Chacón, ubicado en la antigua Ruta 40, en el entramado que se encuentra entre la calle Ejército de los Andes y San Martín. Allí convergen la vida nueva con la historia fresca, el canto de los pájaros, el trabajo arduo, la distensión y el deporte, y chicos y grandes disfrutando de juegos y sopaipillas.

Villa Chacón debe su formación a inmigrantes que en una época hacían su patria al dejar tierras en crisis del otro lado del charco, para llegar a prometedores pequeños lugares, generosos en futuros y sedientos de manos trabajadoras. Antiguamente la zona era movilizada por el tránsito de la antigua  ruta nacional 40, por lo cual el actual paisaje mucho no se parece al antiguo.

Muchas casas han sido derrumbadas y ahora se muestran nuevos asentamientos de segundas y terceras generaciones de familias inmigrantes. Actualmente la antigua ruta está asfaltada y el barrio Villa Chacón (donde antes había un terreno perteneciente a don Fernando Chacón y donde también se ubica la escuela) , crece cada vez más atrayendo a nuevas familias.

La zona se caracteriza por el agro. Quien posee una bici puede recorrer las fincas siguiendo callejones demarcados por los obreros de cada tierra. Un paisaje verde y lleno de fragancia de frutales y aromáticas acompañan la pequeña travesía.

El lugar se destaca por el funcionamiento de sidreras como la famosa Farruca, por la antigua bodega “Catena” situada en una pequeña calle paralela a la antigua ruta del lado Este a la altura del barrio, y por la bodega Lo Bello que le da una especie de marco a la entrada de la calle Ejército de los Andes.

La antigua ruta es un trecho de casi cinco kilómetros de álamos que dan sombra a los atletas que incursionan sus entrenamientos matutinos como caminatas, running o bicicleta. Los vecinos cuentan con el clásico Club Deportivo y Cultural Villa Chacón donde todos los fines de semana se disputan algunos que otros partidos de fútbol. Desde lejos se pueden escuchar los festejos de los hinchas que concurren al lugar.

En la capillita “Santa Catalina de Asís” que fue construida en los años 90 todos los domingos se festejan misas católicas. Durante épocas de clases además, la escuelita Fernando Chacón construida en los tiempos del general Perón, educa a muchos niños chaconinos y de otros parajes cercanos.

La comunidad es conservadora aunque libremente abierta a conocer a nuevas personas. La gente es voluntariosa y generosa con la tierra en la que viven.

En la placita se pueden ver en las tardes a los niños “chayándose” en verano y jugando en bicicletas por distintos rincones que se convierten en guaridas secretas no muy lejanas a sus casas y que hacen que cada uno de sus días sea una aventura nueva en sus vidas. También por la zona se aprecia la buena música de abuelos tangueros que cada tarde adornan el paisaje barrial con ese toque europeo bonaerense de pequeñas notas destelladas en el aire de algún “Taquito militar” de Mores, un “Cambalache” de Rubén Juárez o una típica tarantela italiana.

En una siestita de invierno, mientras se pasea entre cuadras o callecitas, se puede apreciar el olorcito a sopaipillas, a tortitas caseras y ni hablar del pan casero. Muchas terceras generaciones descendientes de las primeras familias que llegaron al lugar pueden contar la linda experiencia de visitar a sus abuelos y de compartir algún mate junto a ellos, escuchar sus historias degustando esas exquisiteces tan tradicionales.

Entre tanto y tanto, alguna peña folklórica reúne  a los vecinos a elaborar comidas típicas, a bailar cuecas y tonadas como alguna vez lo hicieran en la antigua pista de baile “La Rosa del Este”.

Es así como este paisaje se amalgama de calidad y buen vivir, un paisaje tranquilo donde una siesta al aire libre después del trabajo no viene mal, donde una historia rica de antepasados retumba entre álamos y viñedos. Donde se vive al compás de la vida misma, la vida del agro que demarca la historia de cada uno de los pueblerinos, de cada habitante chaconino.

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