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El Valle de Uco, las economías de enclave, lo peor de la globalización

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coto de cazaLa semana pasada, parte de la prensa mendocina anunciaba la construcción del primer “coto de caza premium de Mendoza” en Tupungato, proyectado para que el “turismo internacional top” pueda darse el lujo de dispararle a ciervos traídos de Nueva Zelanda, a un costo aproximado de 40 mil dólares cada uno.

La noticia no muestra un hecho aislado, sino que se refleja una tendencia que desde hace ya varios años vemos crecer en el Valle de Uco, particularmente en Tupungato. Estoy hablando del establecimiento de “economías de enclave” en el Valle. Con este término se hace referencia a un crecimiento altamente desequilibrado de ciertos sectores y empresas en un territorio que, utilizando valiosos recursos de ese espacio, generan riqueza sin establecer vínculos con el entorno; es decir, producen y acumulan en forma aislada. Por esta razón, no generan un “desarrollo” en el sentido integral del término, es decir, un mejoramiento de las condiciones de vida para el conjunto de la población y el territorio (la teoría económica más ortodoxa diría que no existe un “derrame” hacia el resto de la economía).

Gran parte de la nueva vitivinicultura y el turismo del Valle de Uco asociado a ella son claros ejemplos de este tipo de enclave económico: vemos grandes inversiones, dominadas por capital extranjero, que utilizan las tierras más preciosas y productivas, para desarrollar proyectos enológicos y turísticos destinados a los “segmentos top” del mercado.

Esta tendencia deja cada vez menos espacio a los pequeños emprendedores, a los proyectos económicos de base local que, precisamente por ser parte de la comunidad, generan una producción más vinculada a las necesidades reales del territorio, como también a su tradición social y cultural, y a sus principios morales.

El proyecto del coto de caza y otros tantos ejemplos actuales sirven para tratar de comprender qué está ocurriendo con la globalización, cómo está impactando la misma en el Valle de Uco, y desde ahí interrogarnos si lo que pasa es realmente lo que la comunidad concibe para su presente y futuro.

Para empezar, es importante aclarar que “la globalización” es un proceso multidimensional, no una moneda de una sola cara como a veces se pretende hacer creer. Esto quiere decir que la globalización no beneficia ni perjudica a todos por igual; por el contrario, genera grandes diferencias en cuanto a las posibilidades de cada uno. Mientras que para un empresario alemán o norteamericano la globalización puede significar la posibilidad de instalar su empresa en los países de más bajo costo del planeta para aumentar sus beneficios, para un niño vietnamita o chino puede significar el hecho de tener que trabajar bajo un salario y condiciones en extremo precarias.

En pocas palabras, la globalización – como la conocemos hoy –  beneficia en mayor medida a los propietarios del capital que al resto de la población mundial. Así, el dinero (y sus dueños) transitan libremente por los territorios, buscando las mejores oportunidades de inversión y ganancia, mientras que quienes no tienen dinero no pueden movilizarse libremente por esos mismos territorios. Cientos de inmigrantes africanos mueren anualmente tratando de llegar a las costas europeas en barcas; el último ejemplo trágico ocurrió en octubre pasado, cuando una embarcación precaria naufragó cerca de Lampedusa (sur de Italia) dejando un saldo de 359 muertos. Mientras, cualquier ciudadano europeo puede entrar y salir de África las veces que se le dé la gana, y también de América Latina y de otros tantos lugares del globo. Por la sencilla razón de ser más ricos que la mayor parte del resto de los habitantes del planeta, los europeos gozan de una cara de la globalización que está restringida para miles de millones de personas.

Volviendo ahora al Valle de Uco, resulta claro que el proyecto del coto de caza premium muestra la peor cara de la globalización. Vemos en este proyecto a los ricos del planeta, esa clase privilegiada transnacional, pretendiendo usufructuar recursos locales para llevar a cabo actividades que van en contra de la tradición cultural del lugar, en contra de las costumbres de la comunidad, y además en contra del más básico respeto del naturaleza. Lo que aquí vemos es un intento de imposición cultural y económica, que no dejará beneficios de ningún tipo para la comunidad: ni económicos, no sociales ni, por supuesto, ecológicos.

Lo bueno de esta historia es que existen alternativas, caras disímiles de la globalización. Mendoza – y especialmente el Valle de Uco – lo  saben muy bien. La organización colectiva y el rechazo exitoso de la megaminería a cielo abierto en nuestra provincia son un ejemplo para el mundo. Un ejemplo de proceso democrático real, de verdadera participación de una gran porción de la población en una decisión política de amplio alcance, que mira a la comunidad como conjunto, y también de replanteamiento colectivo de la globalización actual y sus efectos. La Ley 7.722 deja en claro que las fuerzas políticas democráticas de base local y arraigo comunitario pueden cambiar el rumbo de la globalización, gestionando proyectos que defiendan los intereses de las poblaciones locales por sobre los de las elites globales (casi no hace falta aclarar que los megaproyectos mineros impedidos por esta ley son ejemplos aún más fieles del concepto de economía de enclave de carácter extractivista).

Por eso, invito a todos los ciudadanos preocupados e interesados en el mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades locales a firmar en contra del proyecto de coto de caza premium en Tupungato. Pueden hacer Click Aqui.

Hasta ahora, tenemos la satisfacción de que Mendoza y el Valle de Uco han sido capaces de plantear otra globalización, de proponer una mirada propia, más centrada en proteger el bienestar de quienes habitan el territorio que satisfacer las demandas de empresas globales. Espero que sigamos teniendo esa claridad para definir el destino colectivo de nuestra comunidad, en lugar de resignarnos pasivamente al usufructo descabellado de nuestros recursos para satisfacer los caprichos consumistas y predatorios de las elites transnacionales.

Un comentario

  1. Muy buen artículo sobre los desafíos de la globalización en términos de la distribución equitativa de las riquezas y beneficios generados por los empreendimientos. En específico, el artículo analiza criticamente los modelos de desarrollo basados en la promoción de economías de enclave que no aportan beneficios sociales y económicos para las poblaciones locales, además de minar la participación democrática para la conducción colectiva de sus destinos.

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