Más de 40.000 personas marcharon en defensa de la universidad pública en la provincia de Mendoza

Alumnos, docentes, egresados, agrupaciones y otros mendocinos se convocaron para reclamar por el ajuste en el presupuesto que reciben. Una inmensa columna bajó desde la UNCuyo hasta la plaza Independencia.

La inmensa columna de la marcha por la universidad pública se veía venir como una marea interminable por avenida del Libertador, rumbo a los portones del parque General San Martín. Con el sol detrás entibiando los pasos, que por tramos se volvían saltos al ritmo de la batucada y algún canto, con el fervor de los más jóvenes poniéndole color al ambiente, con los recuerdos, las gracias y los deseos de los mayores que se sumaron al reclamo en Mendoza, como egresados, docentes, padres de alumnos o adherentes.

Más de 40.000 personas colmaron las calles con carteles, pancartas, banderas argentinas y una enorme que aunaba manos para llevarla casi como queriendo con ello sostener la defensa de la educación pública que no se cansaba de repetir, es parte de su historia y de la identidad argentina.

Fue una más de las tantas movilizaciones universitarias que se hicieron ayer en todo el país en reclamo por el recorte de fondos para su mantenimiento por parte del gobierno nacional. Convocadas por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), las universidades públicas aunaron esfuerzos para salir al espacio público y hacer oír su voz, con una marcha federal que se congregó en Plaza de Mayo en Buenos Aires y de la que participó en representación de Mendoza, la rectora Esther Sánchez. Fue el tema del día en redes sociales y medios de comunicación.

En Mendoza, la convocatoria la hizo la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), a la que se sumó la Universidad Tecnológica Nacional Regional Mendoza y otras agrupaciones sociales y políticas, además de otras personas sin adhesión a ninguna organización.

EL PRESUPUESTO

La movilización surgió como respuesta a la decisión del Gobierno Nacional de adjudicar el mismo presupuesto 2023 para el ciclo 2024, con una inflación interanual de 287,9% a marzo de este año en el país. Tal cual se ha informado desde las casas de estudio, redunda en una reducción del 72% en las partidas. Desde la UNCuyo apuntan que el presupuesto se envía al Congreso cada año y que este había sido planteado en 2022. Ante esto, las casas de estudio advierten que la situación las deja en riesgo para sostener su funcionamiento.

El presupuesto total adjudicado a la UNCuyo fue de $26.030 millones, del cual el 90% se destina a salarios de docentes y no docentes (poco más de $23.422 millones). El otro 10% (algo más de $2.607 millones) se destina al resto de las necesidades como mantenimiento y servicios que se prestan. Esto incluye los servicios como agua, electricidad, limpieza, seguridad y otros gastos como salud estudiantil, becas, biblioteca y material didáctico, conectividad, proyectos de investigación y tareas en territorio. Para afrontarlos la universidad suma a ese 10% recursos propios que genera a partir de servicios que prestan sus dependencias.

Ante la escalada del conflicto, el gobierno dispuso hace unos días aumentar 70% el monto para gastos de mantenimiento (con impacto en el 10% destinado a ello); tras la convocatoria a la marcha sumaron 70% más, es decir un incremento de 140%, a pagar en dos cuotas, en marzo y mayo. Las asignaciones serían unos 14.000 millones de pesos mensuales. Sin embargo, las universidades advierten que, como está claro según la inflación, ese monto es insuficiente.

DERECHOS Y AGRADECIMIENTOS

Minutos después de las 16, la marcha había partido desde el campus de la UNCuyo, que la había convocado, y desde allí se trasladó hasta la plaza Independencia, nutriéndose de gente a su paso. En el trayecto, se unió la UTN. Los colectivos iban llenos y no paraban por lo que muchos tuvieron que ir a pie desde el centro.

Todo el trayecto estuvo “escoltado” por gran número de policías, se mantuvo el uso de media calzada y no hubo incidentes.

Las facultades llevaban carteles que los identifican pero entre ellos había autoconvocados que consideraron necesario decir presente. Había en ese tumulto de gente tan distinta entre sí, un interés común que se volvía convicción y una diversidad de emociones como preocupación, angustia, la alegría de estar ahí para hacer visible, la nostalgia y el agradecimiento de los que alguna vez pasaron por aquellos claustros. Los autos que pasaban en torno adherían al reclamo con bocinazos que fueron retribuidos con aplausos.

Gabriela era una de las autoconvocadas, egresada de la UNCuyo y profesora de inglés y asistió con sus hijos. “Vengo a defender el derecho a la educación de mis hijos, tengo tres, dos en la universidad y uno que está por empezar, y es realmente preocupante cómo quieren venir a avasallar todos los derechos, así que vamos a defender más que nunca la educación pública”.

“Me llamo Georgina, soy estudiante de Trabajo Social, me queda la tesis y estoy acá para defender un derecho, que es la educación, mis padres no tuvieron la oportunidad de venir a la universidad, soy la primera en la generación familiar y por eso vengo a bancar acá”, comentaba una joven unos pasos más allá.

Bruno, de 17 años, cursa quinto año en el Colegio Martín Zapata, uno de los que pertenecen a la UNCuyo y estaba allí con sus compañeros. Entre sus planes para el próximo año está seguir una carrera universitaria en la UNCuyo. “Vengo para poder tener un futuro mejor, tener una educación pública, gratuita y de calidad, y para que todos los pibes tengamos los mismos derechos. Tengo muchísimo miedo de que este señor no me deje estudiar. ¡Por favor, quiero estudiar!”, pidió.

Alicia, con 71 años, marchó de principio a fin entre los más jóvenes, “porque la mayoría de los mendocinos, en este caso, ha podido enviar a sus hijos a la universidad o a la escuela, y han salido grandes profesionales, como a nivel nacional, cinco premios Nobel, que este gobierno quiere desconocer. Así es que obviamente había que estar acá con todos los estudiantes, porque en mi caso toda mi familia pudo llegar a la universidad”.

Llevando un cochecito se lo pudo ver al reconocido investigador Ricardo Villalba. Había ido con sus hijos y sus nietos, “las tres generaciones”, subrayó.” La educación pública ha sido clave y fundamental en nuestro país, en el desarrollo de nuestra sociedad y particularmente en lo que me atañe a mi campo, a la creación de todo un plantel de científicos reconocidos en todo el mundo. Yo vengo de la primera generación que tuvo acceso a la universidad de familias muy humildes y hemos llegado a tener un rol importante en la ciencia a escala global”, fundamentó su moción para que la educación pública “siga saludable” como algo fundamental para el pueblo argentino y más allá de los diversos pensamientos. Consideró que es la salida para el país.

En otro punto de la marea, Elizabeth Manzanares contaba que es egresada de la Facultad de Filosofía y Letras: “Sin la universidad pública, gratuita y de calidad, no sería lo que soy. Mi papá no terminó la primaria, mi mamá no terminó la secundaria y lo único que mi papá quería era que sus hijas tuvieran un estudio. Y si no hubiera sido de esa manera, yo no tendría la vida que pude tener trabajando como corresponde. Ni nuestros nietos ni nadie podemos permitir que a ellos les roben el futuro”, contó.

En la plaza, las facultades tuvieron puestos para ofrecer diversos servicios según su especialidad como asesoría jurídica o consultorio de salud.

Allí hubo oradores entre los que se destacó el vicerrector de la UNCuyo, Gabriel Fidel quien manifestó que entre los problemas se cuentan falta de acuerdos paritarios, suspensión total de obras de infraestructura científica y universitaria en ejecución y la abrumadora falta de actualización de los gastos de funcionamiento.

Respecto de los cuestionamientos del gobierno y ciertos sectores de la sociedad, comentó: “Llama la atención cómo por una parte la Universidad es vapuleada con generalizaciones vagas que intentan justificarse en un supuesto adoctrinamiento. Con ello, se la menosprecia no sólo a ella sino a sus integrantes, atribuyéndole un poder que no tiene, ni quiere; porque ‘lavar el cerebro de la gente’ o producir ‘disonancia cognitiva’; no sólo ataca a los estudiantes, sino también a los docentes, que parecieran tener el poder de formatearlos como si fueran entes sin discernimiento o sin pensamiento propio, que pudieran ser arrastrados por quien se le ponga delante con el título de profesor”.

Fuente: LOS ANDES