Se trata de la Escuela Rural Vicente Ortiz. Los docentes y directivos de la institución se encargan de que sus 96 alumnos puedan recibir las actividades escolares pese a las distancias, la falta de dispositivos electrónicos y de conectividad. Y no tan sólo eso, sino que junto a celadores también se aseguran de que reciban los bolsones de alimentos no perecederos y que tengan suficiente abrigo de cara a la llegada del invierno.
El pasado 15 de marzo, frente al avance de la pandemia de coronavirus, el presidente Alberto Fernández decidió suspender las clases presenciales en todo el país y continuar con clases virtuales. Desde ese momento, la modalidad de enseñar y de aprender cambió por completo; las pizarras fueron cambiadas por computadoras, teléfonos y demás dispositivos a través de los cuales los docentes envían y los chicos reciben las actividades de cada día.
Sin embargo, aunque para muchos adaptarse a esa metodología fue fácil, hubo quienes comenzaron a padecer este cambio, sobre todo los alumnos de zonas rurales, que no solo no cuentan con conectividad a internet, sino que algunos tampoco tienen dispositivos móviles para realizar las consignas pedidas.
Ese ha sido el caso de varios estudiantes de la Escuela Rural Vicente Ortiz, ubicada en el distrito de Tres Esquinas del departamento de San Carlos, que van adquiriendo conocimientos a medida que sus circunstancias se lo van permitiendo, ya que no cuentan con internet ni con celulares ni muchos menos computadoras para acceder a la información enviada por docentes. Además, algunos tampoco pueden pedir mucha ayuda a sus padres a la hora de resolver problemas escolares, ya que una gran parte de ellos son analfabetos o no han concluido la escuela primaria. A pesar de todo, estos pequeños valientes han aprendido que la actitud importa mucho y que el apoyo de las familias y de la comunidad escolar es fundamental para continuar estudiando.
Carina Troyano, directora del establecimiento en comunicación con El Cuco Digital contó que hay un gran esfuerzo detrás de cada alumno de la Escuela Ortiz. En este sentido mencionó hay algunas familias que hasta le piden prestado el teléfono celular al patrón de la finca donde viven para poder hacer las tareas, aunque eso implique tener que estar hasta altas horas de la noche. “…mientras el patrón cena, los niños usan el celular con la ayuda de la madre, por ejemplo”. “Estas situaciones a veces tenemos; hay mucho esfuerzo detrás de cada alumno” expresó la docente, destacando también el buen aporte de los dueños de las fincas que colaboran prestando sus dispositivos. También resaltó que afortunadamente, gracias a que liberaron los datos del portal educativo, los chicos no gastan los datos móviles.
Por otro lado, la directora continúo relatando que no ha sido nada fácil adaptarse de la noche a la mañana a un nuevo método de enseñanza y explicarle a los padres cómo funciona ahora la educación, sin embargo el hecho de haber comenzado el año pasado a utilizar La Gestión Educativa Mendoza (GEM) para cargar sus notas ayudó bastante: “Esto comenzó el año pasado cuando empezamos a tener el GEM en funcionamiento; había que tratar de que los papás entendieran que no íbamos a imprimir libretas porque estaban digitalizadas. Con el profe de informativa citamos a los papás y se les informó cómo ir perdiendo el miedo. Fue un trabajo arduo en donde se las comprometió a las familias. Como dio resultado armamos un grupo de WhatsApp donde comunicábamos lo que fuera necesario. Pero este año nos tocó afrontar una nueva modalidad de la noche a la mañana y sin poder comunicarnos mucho con ellos. Mi propuesta a las docentes fue achicar los grupos de WhatsApp para que no se hiciera mucho lío porque en este momento la escuela cuenta con 96 alumnos, 27 son de nivel inicial, inclusive con salita de 4 y de 5, y la respuesta fue excelente. Hemos logrado que las familias participen de las actividades” detalló.
También, Carina Troyano manifestó que la mayoría de las familias que mandan a sus chicos a la escuela son de “bajos recursos y con muchos integrantes” por eso hacen un gran esfuerzo las docentes en tenerle mucha paciencia a cada uno de ellos, sobre todo entendiendo las situaciones que tienen que vivir. Como por ejemplo, comprender que muchos no tienen la guía de los padres para poder sentarse hacer juntos una tarea, ya que no saben leer o escribir. “Por eso, al principio en las actividades les pedíamos que hicieran consignas con cosas de las casas, como palitos, tapitas, cartón, pero luego empezamos a ver que habían temperas, cartulinas; se habían abastecidos, y veíamos lindos trabajos; eso nos dio mucha alegría por las ganas que le ponen”.
“Nosotros no podemos mandar videos porque la señal es débil. Tampoco podemos mandar archivos pdf, así que vamos mandando detallados los puntitos de las tareas y vamos buscando la forma de adaptarnos a ellos. Por eso, no es lo mismo evaluar al que tiene un docente al lado que a aquel niño que tiene estas características. Sin embargo, aunque son limitadas las posibilidades, se está logrando” agregó la docente.
Por otra parte, Carina sostuvo que la escuela en este momento funciona como un engranaje donde todas las partes son importantes, y donde “cada eslabón de la cadena vale” y hace posible que se continúe enseñando pese a ciertas dificultades. Sin embargo, educar no es el único esfuerzo que hace esta comunidad, sino que además se interesa por el bienestar de cada uno de ellos.
“Ahora que se pone frío ya estamos evaluando como están con la ropa; también les hacemos llegar los bolsones de mercadería que nos mandan del Gobierno de la provincia. Además, estamos preguntando como estamos con las mantas y los colchones porque el frío es todo un tema en Tres Esquinas” comentó para concluir la directora de esta escuela rural sancarlina.
