Durante años el tren fue la principal pieza del desarrollo económico de nuestra región. La economía de nuestros pueblos de organizaba en torno a los ferrocarriles.
Hoy se cumplen 140 años de la llegada del Ferrocarril Andino a la ciudad de Mendoza. Numerosos estudios han reconstruido y destacado el aporte del riel a la transformación productiva, económica y demográfica de la provincia. En esta nota hacemos referencia a un acontecimiento que ha pasado casi desapercibido.
El arribo del tren a la ciudad de Mendoza, el 7 de abril de 1885, fue todo un hito en la vida provincial por las transformaciones que a partir de entonces iba a generar en la economía, la producción y sociedad local. Así como en la introducción de equipamientos y en el impulso a la formación de un mercado nacional, también significó una serie de novedades en la vida cotidiana de los mendocinos.
Con motivo de la llegada del riel en 1884 el ejecutivo provincial había decretado la organización de una “Exposición Interprovincial de artes e industrias”. La finalidad de la misma era dar a conocer las riquezas y potencialidades de Mendoza ya que se esperaba el arribo del presidente Julio Argentino Roca y numerosos funcionarios de la administración pública nacional.
Para ello se había nombrado una comisión organizadora en la que participaron importantes figuras de la vida provincial como el bodeguero Tiburcio Benegas, el intendente capitalino Carlos Luis Lagomaggiore y el diputado nacional por Mendoza Emilio Civit, entre otros. La exposición, cuya memoria se encuentra en el Archivo General de la Provincia de Mendoza, fue una reunión política pero también técnica. Allí se congregaron personalidades vinculadas al sector productivo, por entonces en una etapa transicional de la ganadería y agricultura hacia la vitivinicultura.
Un acontecimiento de singular importancia, que coincidió con la llegada del riel a Mendoza y la inauguración de la exposición, fueron los primeros experimentos de iluminación eléctrica. Sobre este punto, debemos tener en cuenta que hasta ese momento las calles de la capital cuyana se alumbraban con farolas a kerosene, con el problema de que su poder de iluminación era limitado por la sombra que proyectaba el follaje del arbolado.
A fines de enero de 1885 arribó a la provincia el destacado empresario Walter Cassels, representante de la empresa eléctrica estadounidense Brush Company, y uno de los pioneros en la iluminación eléctrica del país. Cassels le propuso a la comisión organizadora alumbrar por quince noches la sede de la exposición, que se ubicaba en la esquina de las actuales calles San Martín y Colón (donde se encuentra el edificio del Correo Argentino) y la plaza Independencia por un costo total de $ 1.700 moneda nacional. Este monto representaba poco más del 11% de la subvención otorgada por el congreso para el evento, ya que la misma era de $15.000 moneda nacional.
El vicepresidente de la comisión organizadora, Luis Lagomaggiore, firmó el respectivo contrato con el representante de la Brush y proyectó también que, en la fecha prevista para el arribo del tren, la luz eléctrica iluminara algunos de los principales paseos públicos como las plazas Cobos (actual San Martín), además de las calles San Martín y Paraná (actual Garibaldi). Es así que con la llegada del ferrocarril los mendocinos pudieron apreciar por primera vez el alumbrado eléctrico en los espacios públicos.
Pese a que este primer ensayo de iluminación eléctrica mostró deficiencias, no se mantuvo en el tiempo y un lustro más tarde se optó por el alumbrado a gas de petróleo en las calles principales, destacamos que esta innovadora experiencia desarrollada en la ciudad de Mendoza fue casi contemporánea a otras urbes más importantes como Ciudad de México (1881), Buenos Aires (1882) y Santiago de Chile (1883). Todo un logro para una ciudad de poco más de 16.000 habitantes.
Fuente: Diario Los Andes