Por Juan Jofré
La llegada de otro 24 de marzo me lleva a repasar preguntas y lecturas.
Me apuro a compartir las conclusiones de este escrito: la dictadura cívico-militar que dijeron hacer “para salvar la Nación”, dejó destruida y esclavizada justamente a esa Nación que “decían salvar”.
Advierto que el escrito es más largo de lo habitual, pero como sabiamente sugería León Gieco, “todo el tiempo que te lleve saber cómo esto fue, te servirá para ser en algún tiempo algo más libre”.
Creo que como sociedad hemos avanzado mucho en darle valor a la memoria, que gran parte de la sociedad adhiere al “Nunca Más” y sostiene que sean cuales sean nuestros problemas debemos resolverlos en democracia.
Creo que la Justicia ha avanzado mucho, condenando con juicios justos y con las garantías presentes a los actores principales de las atrocidades de torturas, muertes, secuestros, robos, y apropiación de niños y niñas recién nacidas.
Pero así también, creo que lo que gran parte de la sociedad desconoce aún, es el costado civil: la política económica y los que se hicieron millonarios con la dictadura.
A medida que más tiempo dedico a leer, y a medida que avanza el tiempo, van apareciendo evidencias de que los militares fueron el brazo armado de un grupo de grandes empresarios que cumplieron el plan que Estados Unidos necesitaba, dejando a nuestra patria casi en situación de una colonia, despojada de herramientas para levantarse y obligados a depender de las decisiones de un puñado de personas sin escrúpulos pero con muchos dólares, que no piensan en el interés nacional si no en sus propios intereses atados a los intereses extranjeros de Estados Unidos.
La desclasificación de archivos de la CIA, el pentágono y otras áreas de los Estados Unidos, demuestra indiscutiblemente la existencia de lo que se denominó “plan cóndor”: un plan llevado adelante desde el país imperialista para imponer dictaduras en Latinoamérica, que hicieran posible modificar las economías para que los países quedaran a merced de los grandes grupos económicos estadounidenses.
Con esta información queda absolutamente en evidencia que las excusas de “una guerra sucia”, o una “guerra contra la subversión”, o la teoría de los dos demonios, eran solo una pantalla impuesta por Estados Unidos para instalar definitivamente sus intereses en la región.
Si alguien sigue sosteniendo esta teoría, lo invito a preguntarse: ¿Si la lucha era contra la “subversión comunista” o los “terroristas, por qué se modificaron tanto las reglas de la economía y al finalizar la dictadura había en nuestro país una economía más concentrada en pocas manos, salarios más bajos, más pobreza, desocupación, y un endeudamiento gigantesco?
Aquí van algunos muy sintetizados argumentos, para contribuir a la verdad que nos ayude a no perder la memoria y seguir pidiendo justicia, con datos que nos permitirán comprender que la dictadura que tiene a muchos militares ya juzgados por sus atrocidades, tiene aún a sus beneficiarios civiles no solo libres, sino disfrutando de manejar aún muchos de los resortes de la economía de nuestro país.
Una de las primeras medidas de Martínez de Hoz (el principal referente de la economía de la dictadura) fue armar todo un sistema financiero a favor de los grandes Bancos estadounidenses: desnacionalización de los depósitos y liberalización de la tasa de interés. Se inaugura así la especulación financiera como modo de “hacer plata fácil” y nace la “patria financiera” con sus nuevos dueños.
Algunos grandes empresarios allegados a la dictadura y a la embajada estadounidense, obtienen grandes créditos en el exterior a tasas del 4%, y la ingresan al país, convirtiéndolas a pesos en Bancos que pagaban 150 o 160% de intereses, para luego volver a pasarlas a dólares y convertirse en multimillonarios con la sola especulación.
Esto hizo que muchos Bancos y entidades financieras nacionales, más pequeñas, fundieran primero a productores, industriales y ciudadanos a los que debían ahora cobrarle intereses de usura; y que luego, lógicamente, quebraran también esos Bancos. Ejemplos de ellos, algunos conocidos en Mendoza como el Banco Los Andes o el grupo Grecco.
Para “salvarse”, había que asociarse a grupos financieros extranjeros (estadounidenses), quedando así las empresas sobrevivientes siendo socias de empresas extranjeras que pasarán a controlar las decisiones de la economía del país.
Muchas cerraron, llevando la desocupación del 6% en 1976, al 9% ya en 1977.
El endeudamiento externo fue una constante, y la deuda externa que era de 9.738 millones de dólares en 1976, pasa a 11.761 en 1975; a 13.663 en 1978; y ya para el fin de la dictadura superaba los 40.000 millones de dólares.
La pobreza, que había tenido una constante de no superar el 10% desde 1940, llegó a pisar el 40% a fines de 1982.
La distribución del ingreso es un indicador muy importante para medir la desigualdad y la concentración de la riqueza. Antes de 1976 el salario o el trabajo, significaban el 38,8 % del Ingreso Nacional y cae brutalmente a un 17,9% para fines de 1977. Para comprenderlo sin misterios, el capital (banco y grandes empresarios) se quedaban con 82,1% de la riqueza o ingresos generados en el país.
Esto fue posible por las políticas de persecución y aniquilación de sindicatos, el aumento del desempleo y la inflación, que combinados lograban el gran sueño de los egoístas locales y de los grandes inversores extranjeros: el tan deseado por ellos “bajo costo argentino”.
Nombré inflación y quiero aportar un par de porcentajes, ya que la misma rondaba entre el 140% y el 170% anual en los años 77 y 78, pero sin menciones en la prensa, y sin posibilidad de protestar u oponerse, el plan era llevado a cabo de forma magnífica.
Sé que el texto se hizo largo, pero quiero aportar unos datos más, para ayudar a echar luz sobre la parte “cívica” de esa dictadura, es decir, los civiles que se beneficiaron y que aún hoy ejercen su poder en contra de los intereses nacionales.
Pérez Companc pasa de controlar 10 empresas en 1973 a 53 en 1983; Techint crece de 30 sociedades a 46 entre 1976 y 1983; Bulgheroni crece de 4 empresas en el 1973 a 41 en 1983; Macri, con 7 empresas en 1973, posee 47 en 1983; Bunge y Born tenía 59 empresas en 1973 y llega a 62 en 1983.
Al mismo tiempo que se da esa concentración de la riqueza en pocas manos, la misma se produce asociada a capitales extranjeros, significando una enorme pérdida en materia de soberanía económica para el país: Pérez Companc arma empresas con el Citibank, Fortabat con el Boston, Macri se asocia al West Management, y tanto Pescarmona como Bulgheroni realizan negocios importantes en el exterior, mientras Techint vende el 80% de su producción en el extranjero.
Termino la nota pidiendo disculpas por su extensión, pero creo que aporta. La dictadura no fue solo militar, sino también cívica, y no se hizo por bien a la patria, si no justamente para convertirla en una colonia más dentro del plan imperial de Estados Unidos, perjudicando a las mayorías, beneficiando a unos pocos, y dejando a nuestra Nación sin recursos para recuperar soberanía dignidad.
El camino es siempre buscar la verdad, que ayudará a la memoria, para no volver a repetir dolorosos caminos.