Por Enrique Hinojosa
Analizando un poco el panorama ecléctico del ciclo lectivo 2021, y dejando un poco de lado el planteo maniqueo de algunos actores del cosmos educacional, me dispongo a analizar esta próxima instancia escolar como un punto particular de transformación y renovación superadora para todo el conocimiento, no desacredito la función vital y transformadora que ha tenido hasta el momento, sobre todo la escuela pública y su milagro constructivo en él, y los pueblos. Este análisis intenta reflexionar sobre la importancia del espacio como parte vital en el proceso enseñanza-aprendizaje; más allá que se dice que los docentes debemos saber actuar en una clase donde impera la “inmediatez”, “la impredictibilidad”, y el “carácter congénito”, lo cierto es que una clase oxigenada en tiempo y espacio es claramente más fructífera que una sofocada en espacio físico, rutinaria, repetitiva e irreflexiva. Pienso positivamente esta nueva etapa como una instancia bimodal, espaciada y aireada que nos demanda esta pandemia, como un bien obligatorio que nos cambia la bitácora educativa y tal vez nos proyecte en un cambio de relevancia en el saber todo. Sabemos que todo conocimiento se aprende y se construye con soportes espaciales y temporales determinados, donde se pueda leer un texto sin contaminación sonora, donde se “rumee” y se analice, en la intimidad de cada sujeto, el nuevo aprendizaje. Las grandes transformaciones filosóficas, científicas, artísticas y gnoseológicas se gestaron en climas o en posturas liberadores, sin clichés ni concepciones de molde, desafiando lo rutinario, desafiando los llamados “buenos hábitos” de obligatoriedad, que rezan algunos teóricos, para mi ver infructuosos, y descubrir la verdadera pasión por el conocimiento.
Deseo y espero que este importante quiebre en la dinámica estructural educativa aporte innovación y no estancamiento, creatividad a la hora de optimizar todo tipo de recursos; hemos vivido subsumidos y aturdidos en un mundo de mandatos inmediatos obligatorios como parte de una formula exacta de “felicidad” infructuosa y la escuela no escapó a esto; es tiempo de irrumpir en construcciones estancas tradicionales, es bueno pensar en una bimodalidad, polimodalidad, o en ámbitos alternados de estudiantes donde lo “menos” sea “más”: mas reflexión , más espacio creativo, mas “dudas” analíticas; en síntesis, puede ser que asistamos milagrosamente a los portales de una forma educativa resiliente y superadora a partir de un desafío universal.