De la cosecha al aula: fue obrera rural durante casi toda su vida y logró recibirse de profesora
Por Libby Rose
Egresó del IES de Tupungato. Hace poco más de 6 años jamás había pensando en la posibilidad de hacer realidad su sueño. Sin embargo, una persona que la acercó la institución, sus profes, sus compañeras, sus empleadores y su familia también se convirtieron en protagonistas de esta emocionante historia de superación.
Micaela Daiana Romano tiene 27 años y esta semana se recibió como profesora en Educación Especial en el Instituto de Educación Superior 9-009 de Tupungato. La joven, oriunda de Vista Flores, Tunuyán, trabajó en la cosecha casi toda su vida junto a sus padres y en el camino, casi de forma inesperada, encontró la posibilidad de empezar una carrera y concretar su sueño. Una emocionante historia de superación.
“Comencé a trabajar en finca, sola, a los 16 años, mayormente en todo lo que es cosecha de pera, durazno y de uva. Antes sí había trabajado con mi papá y mi mamá, que ellos trabajan desde siempre como obreros rurales. Mi papá sigue trabajando en fincas y mi mamá no porque hace 8 años le tuvieron que poner marcapasos”, contó en diálogo con El Cuco Digital.
Micaela empezó a cursar cuando tenía 22 años. Hasta ese momento solo había fantaseado alguna que otra vez en convertirse en profesional para acompañar en el aprendizaje a chicos con discapacidad. Sin embargo, los obstáculos económicos y tener que abandonar su trabajo, hacían de esto algo imposible.
Todavía debía materias del secundario cuando una persona empezó a delinear el futuro de la actual profesora. Le preguntó si quería estudiar, le consiguió folletos del terciario y despertó la primera luz de esperanza: “¿Y si puedo? ¿Y si yo también puedo ser profesional o lograr mis sueños?”.
A esa idea tuvo que aferrarse mucho Micaela durante estos cinco años para combinar el trabajo, el estudio y el cursado, donde también el acompañamiento de la institución como de sus compañeras y de sus actuales empleadores, fue clave.
“Conocí a una persona que me consultó si quería estudiar algo o qué iba a hacer. Entonces le comenté que me hubiese encantado trabajar con personas con discapacidad, pero que era imposible. Yo hasta entonces debía materias del secundario así que esa persona buscó información, dirección de la escuela, me entregó folletos en los que salían todos los profesorados y salía remarcado el Profesorado de Educación Especial”, relató la docente.
“A mí me interesaba capacitarme para poder trabajar con personas con discapacidad auditiva, yo pensaba que el profesorado abarcaba todas las discapacidades, pero no, es solamente orientado a discapacidad intelectual. Pero cuando ya estaba inscripta, empecé a cursar y me gustó. Me sentí muy acompañada desde el primer día que ingresé y creo que eso también lo hizo más llevadero. Y el grupo de compañeras que me tocó era sumamente solidario conmigo. Cuando hice la práctica I, me tocó hacerla en la Escuela 2-049 Manzano Histórico, que fue la primera vez que estuve en contacto con chicos con discapacidad y la verdad que fue muy lindo trabajar con ellos. Es un trabajo que es día a día, que puede ser muy variado”, destacó.
En los primeros años se las rebuscó como trabajos temporales y de medio tiempo para no dejar la carrera.
“Fue difícil porque el inicio de cursado coincidía con la temporada de cosecha. Y en la temporada de cosecha, para ganar un poco más, hay que andar corriendo todo el día prácticamente. Entonces trabajaba a mil y después llegaba a mi casa y me iba al terciario”, recordó.
“Durante el año era difícil conseguir trabajo, tenía que trabajar hasta las 3 de la tarde para coincidir con el micro que me llevaba hasta Tunuyán, para ingresar a las 18.30 al terciario”.
En el 2017 comenzó a trabajar en un restaurant del Manzano donde continúa actualmente. Sin dudas la empatía de sus jefes le permitió a la joven seguir sin problemas con sus estudios. También en 2018 recibió una beca que le cubría la totalidad del costo de los pasajes de colectivo para ir al terciario.
“Cuando cursé 2° en el 2017 conseguí trabajo en un restaurante del Manzano donde actualmente sigo trabajando. Ahí conseguí trabajo los sábados y domingos. A veces trabajaba los viernes, pero eran muy flexibles conmigo, me dejaban faltar si necesitaba hacer algo para el terciario. Con ellos jamás tuve algún problema por eso sigo trabajando ahí. Fue mi único trabajo fijo durante toda la carrera”, mencionó.
“Cuando cursé en el 2018 pude cursar el año completo porque recibí una beca por parte de la Municipalidad de abono que me cubría el total de los pasajes”.
Su familia fue otro de los pilares en esta historia. Micaela llegaba en micro a las 23.30 y su hermano la iba a buscar en la única bicicleta que tenían, para que no regresara caminando sola a casa.
“Cuando comencé a cursar solamente vivía con mi mamá y con mi hermano que es dos años menor que yo. Mi mamá re feliz. Lo que sí, trataba de pedirle la menor cantidad de plata porque no quería ser una carga. Yo entendía que esto era decisión mía y que tenía que hacerlo como sea, pero sola”, expresó la joven.
“Lo que sí mi hermano siempre me tenía que ir a buscar porque yo llegaba en el micro de las 23.30 y a veces me daba miedo venirme caminando de noche. Así que me tenía que ir a buscar en bici que en ese entonces era lo único que teníamos”, contó.
Micaela ejerce como profesora desde el año pasado y ya ha trabajado con varios chicos en diferentes escuelas. En un futuro cerca está la posibilidad de hacer la Licenciatura en Psicomotricidad.
“Estoy ejerciendo desde el año pasado. Estoy acompañando a una nena en la escuela Cangas y justo hoy (viernes 25 de febrero) comencé a trabajar en la Piaget, acompañando a una niña de salita de 5. Me gustaría seguir estudiando Tengo una amiga Maipú que está buscando información para empezar a estudiar la Licenciatura en Psicomotricidad”.
“Trabajar con chicos con discapacidad es un trabajo más directo entre docente y alumno. Y también depende mucho, hay muchos alumnos que necesitan mucho acompañamiento y mediación y hay otros que no. Yo llevo dos años trabajando de esto y tengo miles de anécdotas y alegrías porque me ha tocado trabajar con una persona que es maravillosa”.
Micaela pensaba recibirse en diciembre pasado luego de haber terminado las prácticas y de que su informe final fuera aprobado con felicitaciones. Sin embargo, su mamá, que tiene Mal de Chagas, sufrió un problema de salud y debieron salir de urgencia al hospital.
“Yo terminé residencias el año pasado. Yo me iba a recibir el 16 de diciembre porque mi informe ya estaba aprobado. Gracias a Dios no tuvo ninguna corrección. Es más, mis profesoras de Práctica 4 me felicitaron porque era el primer informe que no tuvieron que corregir. Pero el 16 de diciembre mi mamá se enfermó, mi mamá tiene marcapasos y también tiene Chagas, y ese día se le agrandó el corazón así que ese día a las 6.30 estábamos en el cardiólogo. Por eso me pude recibir ahora en febrero”, contó.
Micaela también compartió con este medio su informe final que además de impecable, rebalsa de emoción. En un párrafo de la conclusión, relató las duras condiciones en las que debió trabajar cuando fue obrera rural y cómo fue el gran paso hacia su gran sueño. “En diciembre del año 2015 estaba trabajando en Vista Flores calle nueva, ese día me enviaron a esparcir herbicidas en una hectárea de durazno que estaba repleta de yuyos y lleno de arañas, intente realizar el trabajo pero al avanzar por las hileras las arañas me caminaban por las piernas y brazos, me negué a realizar ese trabajo como consecuencia me despidieron y no me pagaron, de igual forma tenía que esperar que se termine la jornada laboral para que me lleven a mi casa, salíamos a las 14:30, nos trasladaban en una camioneta Ford con cúpula de carpa de lona, íbamos aproximadamente 20 personas, hacían 30º de calor, no podíamos ni respirar. Trabajar de esta manera era normal para mí era lo que había aprendido lo que me habían enseñado, era la única manera de progresar y de vivir día a día, mi mamá decía que esas eran nuestras posibilidades. Pero la persona que me entrego los folletos quería mostrarme otras formas de progresar, con más posibilidades, realizando trabajos en condiciones, para gozar de algunas comodidades, o simplemente tener el lujo de trabajar bajo un techo. Ese año no sólo fui a buscar información de la carrera sino que también me inscribí, sabía que iba a hacer difícil pero no imposible, ahora me encuentro en el último año del profesorado, en la recta final y me siento tan feliz y orgullosa de lo que elegí”.
“Voy a aprovechar al máximo esta gran posibilidad que me brindo la educación pública y la Ley 24.521 la cual garantiza la igualdad de oportunidades y condiciones en el acceso a la educación superior. No solo me voy a comprometer a trabajar con mis alumnos sino que además me voy a ofrecer y comprometerme con todo aquel OBRERO RURAL, ya sea hombre o mujer, con intenciones de progresar y acceder a una formación profesional”, cierra el escrito.