Por Rodrigo Hinojosa
Como de costumbre, sacar las entradas anticipadas, o simplemente llegar a la taquilla para hacerlo, preparar la hielera, las botellas de vino, el fernet o simplemente la Acuarios de manzana, los sánguches de milanesas, los de miga, o lo que sea que tape ese hambre de once de la noche mientras esperamos el espectáculo principal… recorrer los ranchos o el patio gastronómico, darle esos más que merecidos billetes al que hace globos con formas de animales, comprar la artesanía necesaria para decorar ese espacio de la casa que no sabemos con que llenar…
Parece raro, parece simple, pareciera que lo vivimos todos los años, pero lo cierto es que no, no lo hicimos durante un tiempo prolongado; la Pandemia nos obligó a guardarnos, a resguardar a los que más queríamos, a pensar y pensarnos desde otro lugar… teníamos que sobrevivir.
Voy a ser sincero, me gusta el Festival Nacional de la Tonada, desde hace años que vivo con cierta pasión e indulgencia lo que pasa por el ese espacio a orillas del Río Tunuyán, por el escenario, por la peña, por los paseos, por ese espacio para degustar vinos de la región, por ese patio gastronómico, por todo lo que sea y tenga gusto a fiesta popular…
Sin embargo ayer u hoy, según el horario en que nos depusimos a dormir, la cosa fue diferente, o más bien, diría fue lo que queríamos que fuera. No pretendo hablar en nombre de todos, pero si lo hago en nombre de quien ama el Festival, con perdón de heters u opinólogos desprevenidos que no reconocen ni contexto ni situaciones culturales determinantes.
Llegue como siempre, los amigos animaban una noche maravillosa, el escenario cual tiempo atrás nos ponía en situación, aunque lo negara algo de aquello que perdimos en tiempos de pandemia volvía, no sé si fueron las luces, la marea de gente llegando, la música cuyana o simplemente algún personal municipal recibiéndonos amablemente, pero si pude retener por un instante eso que habíamos perdido. Después, solo fue disfrutar, estábamos de vuelta, vivimos, sobrevivimos, y simplemente el Festival volvió…
Yo no sé bien que nos pasa, pero vi a la gente contenta, la vi en medio de los aplausos sobreponerse a los dolores cotidianos, vi un pueblo alegre, vi una comunidad después de dos años complicados expresar entre aplausos y gritos cuyanos su alegría.
Las crónicas periodísticas dirán que el Raly canto todo lo que tenía que cantar, que La Sole como siempre dejó todo arriba del escenario y que el resto de los artistas se desplegó majestuosamente, pero yo en esta Crónica de una Tonada Anunciada, quiero simplemente decir que estamos de vuelta, que volvimos a estar juntos, que el tiempo nos volvió a juntar, y eso es un motivo para celebrar… como dicen entre guitarras y risas “la Tonada jamás morirá”.
Mañana les cuento como sigue la cosa…
Una respuesta
Lo que cantan tonadas no existen?