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Villa de San Carlos: historia y tradiciones conviven con la modernidad

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Por Fernanda Sanchez Vives

Cargada de historia de caciques, comandantes, indígenas y criollos, desde 1772 (según el acta de fundación conocida en 1965) existe la Villa de San Carlos. Siendo el departamento más antiguo de la provincia, es un lugar empapado de historia, con características arquitectónicas coloniales aun conservadas: la diagramación urbanística en cuadrículas, con la plaza en el centro y alrededor la iglesia, la autoridad política y el fuerte.

El “Fuerte San Carlos”, fundado en 1.770, constituye un hito en la historia: fue el primer avance hacia el interior del territorio y a su alrededor se conjugaron historias y anécdotas: fue aquí donde el General San Martín se reunió con los caciques locales antes de iniciar su gesta libertadora. En su actual museo se conservan retazos de la vida departamental de diferentes épocas.

Hoy, la Villa Cabecera de San Carlos es uno de esos lugares donde la gente no cierra las puertas con llave, sino que las mantienen abiertas toda la tarde, por “si pasa algún vecino” para charlar un rato, generalmente con mates de por medio.

La Villa no es una gran ciudad, pero tiene todo lo que necesita un gran pueblo: escuelas a las que asisten los chicos que a veces tienen las mismas maestras que sus padres; el polideportivo Fortunato Perazolli que ha sido testigo de más de 30 años de encuentros y Estudiantinas; el anfiteatro Neyú Mapú (“Aliento de mi tierra” en lengua Pehuenche) escenario de decenas de fiestas patronales donde familias enteras compartieron anécdotas. La iglesia parroquial que tiene sus antecedentes de 1820, (con la  reconstrucción por el incendio de 1859) la que es parte de los momentos más emotivos de todas las generaciones de sancarlinos, y que lleva el nombre del Santo Patrono San Carlos Borromeo.

La postal del pueblo se completa con las personas y personajes conocidos “por todos”: el panadero de toda la vida, la señora que vende pastelitos hace años, los campos, esas fincas con los dueños de siempre. El Carril Nacional, de tierra y arbolado, donde más de uno sale a respirar el aire fresco, o la calle Bernardo Quiroga con una de las mejores vistas de la cordillera, que regala en los días despejados de octubre, un contraste perfecto entre las montañas nevadas y el verde de los árboles.

Aquel que se denominaba el paraje “La Isla”, por estar situado entre los arroyos Yaucha y Aguanda, era y sigue siendo un lugar diferente, con paisajes bellos y tranquilos, con gente que arraiga sus tradiciones y abraza la modernidad. Donde se puede encontrar jinetes o sulkys, un cajero automático y un semáforo de cuatro tiempos en la misma esquina…  donde hay mucho fútbol, mucho fanatismo, y muchos conocidos… Donde el señor del kiosquito te pregunta si sos hijo del que era su vecino hace quince años… y seguramente, es así.

Al llegar el 4 de noviembre de cada año, se conmemora el día del Santo Patrono San Carlos Borromeo, junto a las celebraciones de la Fiesta de la Tradición y, la Villa Cabecera está preparada para su mejor muestra, donde los sancarlinos se ponen la camiseta con orgullo, muestran su cultura y disfrutan de su fiesta. Seguramente si se da una vuelta podrá acercarse a la historia, vivenciar el folklore y entender esto de las tradiciones y la modernidad, cuando en medio de un rodeo o una destreza criolla vea algún jinete con las prendas típicas y comunicándose con un moderno celular.