Aseguran que las obras que está realizando la Dirección de Hidráulica son inadecuadas, y que las posibilidades de que el paraje se inunde se mantienen latentes.
Cápiz es un lugar que recibe agua del río Divisadero Negro, que viene con volúmenes aproximados de unos 100 metros cúbicos por segundo. Hace 30 años, por seguridad sobre el río se construyeron defensas porque su caudal aumentaba de acuerdo a las lluvias y las crecientes que se producían.
Hace 8 años llegó al paraje sancarlino un privado, compró el terreno que una parte era ocupada por el río natural, y sobre el cauce seco realizó plantaciones de ajo, modificando peligrosamente el cauce natural e histórico del río.
Ahora, lo construido por Hidráulica es lo que atemoriza a los vecinos, y con razón, ya que en un año han sufrido tres grandes inundaciones. El cauce nuevo –artificial- es mucho más estrecho y además traspasa un cerro –el cual ha sido cortado por Hidráulica-; luego el río construido hace una “S”, y posteriormente vuelve en 90 grados.
Según comentó el maestro de la escuela rural de Cápiz, José Bandiera, “el agua se traslada arrastrando un montón de sedimentos, que en la medida que levanta el piso artificial del cauce, el agua se desborda y vuelve al cauce viejo que está totalmente destruido. A un kilómetro y a quince metros de desnivel hay un barrio construido por el IPV de 38 casas”.
Tres crecientes ya llegaron al Centro de Salud, a la escuela, a varios hogares ubicados en los alrededores del destruido Rio Seco, y pasaron muy cerca de la central eléctrica ubicada en la histórica comunidad de Cápiz.
Las crecientes, apuntó Bandiera, se han dado antes del Talud que se ha construido actualmente, con un cerro de por medio, lo que aumenta el riesgo de que se inunde toda la población cuando caigan fuertes lluvias. “Y eso sería directamente un desastre, más si viene en horas de la madrugada, y afecta a las viviendas que son todas de adobe”, señaló el vecino que residente desde hace aproximadamente 30 años en la comunidad.
El riesgo aumenta, según José Ramón Zúñiga, más conocido como Don Quito, habitante de Capiz, porque los últimos meses realizaron un movimiento de terreno que estanca el agua –por la S realizada-, “esto produce además que el agua corra hacia atrás”.
Samuel Mercedes, vecino que lleva 84 años viviendo en Cápiz, comentó que el Río Seco del Divisadero –tal como lo llaman- corría de este a norte, luego iba hacia el oeste y “encaraba” hacia el sur, lejos se observaba como el agua se estancaba en una franja amplia de tierra por meses. Ese cauce que trasladaba el agua tenía aproximadamente 150 metros de ancho, el actual construido por Hidráulica solo tiene 30 metros de ancho, y en algunos tramos son solo escasos 10 metros de ancho. Esto, agregado a las dificultades que tiene el agua en el nuevo trazo, y a que los bordes que la contienen no son de greda ni mucho menos naturales, tan solo se componen por bordes de arena.
Un gran “socavón” cuesta abajo atraviesa el viejo río, por el cual el agua una vez que destruye el borde de arena (ya lo ha hecho) atraviesa fácilmente hasta llegar a la calle que va a la comunidad de Cápiz. Donde estaba el histórico río un privado ha plantado una finca de ajos, y por posibles inundaciones el emprendimiento se cubre con un gran bordo, y piedras traídas del viejo río.
“Los vecinos de Cápiz estamos en constante alerta”, comentó María Barrionuevo y agregó que las inundaciones ya han afectado a muchos vecinos, pero con los nuevos movimientos que han realizado, corren peligro alrededor de 60 viviendas en total, la central eléctrica, el camping “Manantiales”, dos escuelas y el centro de salud.