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Un sector con peso propio: la agricultura familiar

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La agricultura familiar es una forma de vida y una cuestión cultural, que tiene como principal objetivo la reproducción social de la familia en condiciones dignas. Mantiene lazos de familia y realiza en sus actividades la transmisión de valores, prácticas y experiencias tradicionales, culturales e históricas.

Durante décadas en la Argentina se viene desarrollando un modelo agropecuario donde solamente se hace hincapié en la concentración económica, la expansión monoproductivista, el acceso a cada vez más cantidad de tierras sólo vistas como negocio especulativo para capitales extranjeros y, un dominio de la cadena de producción que nace sobre la propia tierra del chacarero y termina en la boca de un consumidor, generalmente foráneo. Para este modelo, no cuenta el pequeño y mediano agricultor, aquel que aún está afianzado a su terreno, con una cultura propia y para quien el desarrollo incluye no sólo una mejora de su necesaria estabilidad económica, sino el respeto y consolidación de pautas culturales, familiares, sociales, ecológicas y de arraigo a un entorno que el modelo industrial desatiende o directamente amenaza.

A diferencia de la agricultura industrial, altamente dependiente tanto de los insumos externos como de los vaivenes y controles del mercado agroexportador, la agricultura familiar presenta sistemas diversificados de producción más próximos, aportando a su vez, a la estabilidad de los ecosistemas en que está inserta. La mayor diversidad de producciones de la agricultura familiar tiene su fundamento en la búsqueda de diferentes rentabilidades a lo largo del año, busca asegurar el autoconsumo familiar, la reducción de riesgos y especialmente, una menor dependencia de los insumos externos. Esta diversidad productiva se debe y sostiene porque el agricultor es al mismo tiempo emprendedor y trabajador, de manera tal, que el trabajo y la gestión están yuxtapuestos en la unidad familiar.

En el marco de un verdadero desarrollo rural sostenible será pilar insustituible la agricultura, pero solo aquella de base familiar. Así lo han entendido los principales países desarrollados. Existen rigurosos estudios que demuestran que las naciones que alcanzaron elevados niveles educacionales, mejoraron sus condiciones de salud, calidad y esperanza de vida y lograron una elevada renta per cápita optaron por la reforma agraria y fortalecieron una agricultura basada en el trabajo familiar mientras que las naciones con los más bajos índices de desarrollo humano presentan un fuerte predominio de su agricultura terrateniente y utilización del latifundio en el marco de una agricultura cada día más intensiva y especulativa.

El término agricultura familiar, comenzó a utilizarse en todo el MERCOSUR a partir de la necesidad de poder identificar a todo un vasto conjunto de la población con características y problemas parecidos.

Durante años han sido llamados, campesinos, colonos, minifundistas, pequeños productores, artesanos y de varias formas más. A partir de una serie de encuentros propuestos en el marco del MERCOSUR, toda la región adoptó el término agricultura familiar para definir a un sector que necesita ser reconocido por una serie de aspectos que los identifica.

En términos económicos se puede definir a la agricultura familiar como un “sector”, mientras que los protagonistas del espacio, definen a la agricultura familiar como una “forma de vida”. Las propias organizaciones hablan de una “cuestión cultural, que tiene como principal objetivo la reproducción social de la familia en condiciones dignas”. Una particularidad es que la gestión de la unidad productiva y las inversiones es hecha por los miembros de la familia y la propiedad de los medios de producción (aunque no siempre la tierra) pertenece a la familia y es en su interior que se realiza la transmisión de valores, prácticas y experiencias.

La agricultura familiar debe ser entendida entonces como aquella forma de producción rural que tiene al agricultor como su fin y no como su medio, que vincula el estilo de vida con el medio físico productivo en un igual espacio, donde la agricultura es la principal ocupación y fuente del ingreso familiar. La familia aporta una fracción predominante de la fuerza de trabajo utilizada en la explotación, se garantiza su autoreproducción para el arraigo de los jóvenes como nuevos agricultores, produce tanto para el autoconsumo y el mercado de manera diversificada y transmite de padres a hijos pautas culturales, de formación y educativas como pilares de un proceso de desarrollo rural integrado.