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Travesía a la Laguna del Diamante: cuando la primera dama caminó sobre las aguas

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Una hermosa crónica de cuatro caminantes que llegaron esta primavera hasta el paraíso escondido en San Carlos. El relato lo tomamos del diario MDZ, y nos dimos cuenta que, entre los caminantes, la primera dama mendocina, la sancarlina Lucía Pannocchia, esposa del gobernador Cornejo, era una de las protagonistas. A continuación transcribimos la crónica, un relato bello y apasionante.

El volcán, la luna y la laguna (Por Nicolás García, diario MDZ)

Una travesía de cinco días en la cordillera sancarlina para «caminar sobre las aguas» de la Laguna del Diamante.

Con la idea primaveral ya instalada y el termómetro en alza, el invierno parece un recuerdo lejano. Pero en la Laguna del Diamante, la altura y el viento patagónico de largo aliento manejan otro calendario. En la cordillera sancarlina la nieve transforma la típica postal del volcán Maipo y su lago azul en un mundo de blancos absolutos, que no parece hecho para el ojo humano.

Y sin embargo aquí estamos, cuatro pares de ojos, y no podemos dejar de mirar la meseta plana como una pista de patinaje que se va elevando hasta convertirse en el cono del volcán. Apenas un blanco más azulado y la textura del hielo permiten distinguir el contorno del lago.

Atrás, al este, ya salió el sol, pero al oeste la luna llena se demora al lado del Maipo. La escena parece un cuadro japonés y hasta el ocasional avión hacia o desde Santiago de Chile se integra a la composición, sin un sonido.

No hay viento ni hace frío, todo luce apacible e invita a una «caminata sobre las aguas». Pero una cosa es admirar la laguna congelada, con los pies en tierra firme, y otra bien distinta es cruzar esa fisura que parece indicar: «Acá empieza la parte honda de la pileta». Uno recuerda de golpe haber leído que la profundidad del lago supera los 60 metros. Toda la poesía y eso del ‘calendario propio’ del lugar desaparecen y queda una sola idea: es primavera, es primavera, el deshielo llega tarde o temprano. Y el hielo cruje y retumba, como si abajo hubieran olas.

Y aunque nos ha tomado tres largas jornadas llegar hasta aquí, para vivir la experiencia bíblica de caminar sobre las aguas, el milagro es cortito. Los cuatro del grupo -Lucía Panocchia, Alejandro «Samurai» Sarmiento, Juan Martín Schiappa de Acevedo y el arriba firmante- coincidimos en volver a la costa y optar por la contemplación. El mate, lamentablemente, quedó en el Cilindro. En este refugio precario pero con vista privilegiada pasamos la noche anterior, a una hora de marcha con raquetas de nieve de donde estamos.

Hasta el Cilindro tuvimos que llevar en nuestras mochilas las cosas que en el llano damos por sentadas. Es decir, casa, comida y seguridad. En forma de carpa y bolsas de dormir, indumentaria, calentadores y combustible, kilos y más kilos de provisiones, elementos para la nieve, teléfono satelital, una toallita de bebé por día (a dividir entre cuatro). Y, por supuesto, la basura que se va generando.

Pero lo más pesado ha quedado atrás, y de todos modos la alegría de estar sentados aquí compensa el esfuerzo.

El volcán, con sus 5.323 metros de altura, domina la escena. Su cumbre marca el límite internacional, y a sus pies hay dos viejos pasos a Chile. También un camino para vehículos que es una suerte de paso internacional privado. Sólo el personal del gasoducto Gasandes -el que hicimos para vender gas y ahora usamos para comprar- puede transitar por esta ruta. La construcción de este ducto (entre 1995 y 1997) y sus posteriores ampliaciones fueron objeto de controversias ambientales.

Sucede que el Maipo y su laguna altoandina, a 3.200 metros, son el corazón del Area Natural Protegida Laguna del Diamante. Los principales atractivos de esta reserva provincial son los paisajes de alta montaña y sus habitantes: guanacos, zorros, piuquenes, cóndores y águilas son algunos de los más habituales. Más difícil es avistar choiques. Como en toda la cordillera, hay pumas, pero no se dejan ver.

En verano se puede acceder en vehículo y la reserva es frecuentada por pescadores, andinistas y turistas en general. Pero en invierno, las condiciones cambian. La nieve bloquea el camino -que supera los 3.500 metrosen dos parajes-, las condiciones se vuelven hostiles y la mayoría de los animales busca refugio en las tierras bajas. El sitio pasa a ser un territorio aislado y silencioso, pero de una belleza especial.

Los guardaparques y gendarmes cierran sus instalaciones en la laguna y sólo queda habilitado el puesto de guardaparques de Alvarado, a 43 kilómetros del espejo de agua (o hielo). Por eso para ingresar fuera de temporada debimos tramitar un permiso especial en la Dirección de Recursos Naturales Renovables, y contar con ciertos requisitos.

Una vez cumplidos los pasos formales, pudimos dedicarnos al privilegio de recorrer al ritmo de nuestros pasos este rincón encantado del sur del Valle de Uco, que es realmente uno de los grandes tesoros naturales de la Argentina.

Fueron cinco días y cuatro noches, que nos permitieron además revisitar las historias públicas y secretas de esta república invernal. La odisea del piloto Henri Guillaumet o el increíble proyecto para estudiar rayos cósmicos (un proto-Pierre Auger cuyas ruinas nadie visita) están entre las primeras; las desventuras del rock starsancarlino que debió recorrer el volcán durante una semana, para recuperar la mochila perdida en una prueba de amor, entre las segundas. Pero de eso trata la próxima nota.

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