Con el verano se multiplican las horas al aire libre y las invitaciones a pasar tardes de pileta son una constante. Y para que el momento de disfrute no se vea empañado con una tragedia, vale la pena conocer todas las medidas de prevención de accidentes en el agua.
Las tasas de fallecimiento por ahogamiento varían según la edad y el género, siendo los de mayor riesgo los niños pequeños y los adolescentes varones.
Los ahogamientos en menores de cinco años se producen sobre todo en piscinas particulares o de comunidades privadas y, en el caso de niños mayores, suelen estar ligados a actividades acuáticas de tipo lúdico en lagos, mar, ríos y canales, y en algunas ocasiones, asociadas al consumo de alcohol.
Las tasas de fallecimiento por ahogamiento varían según la edad y el género, siendo los grupos de mayor riesgo los niños pequeños y los adolescentes varones. En el primer grupo, el ahogamiento puede ocurrir con tan poca cantidad de agua como dos centímetros en el fondo de un balde, una bañera, una piscina portátil o un pozo. Por otra parte, son más frecuentes los accidentes en varones (proporción de 3-1 a 4-1 respecto de las niñas).
El doctor Fernando Burgos (MN 81759) es jefe de Pediatría Ambulatoria del Hospital Universitario Austral y miembro de la red de pediatras «Niños sanos, niños felices» y destacó que las condiciones para una «pileta segura» constituyen, en la práctica, una de las normas menos observadas tanto en clubes como en natatorios privados, por lo que es preciso tomar conciencia para alentar la prevención.
Y enumeró:
–Está demostrado que un simple vallado perimetral puede disminuir las muertes por ahogamiento hasta en un 95%, por lo que es indispensable contar con un cerco perimetral completo de 1,30 m de alto como mínimo, enterizo o con barrotes verticales separados por una distancia máxima de 10 centímetros (jamás barrotes transversales que faciliten el «efecto escalera»). Además, el cerco debe tener una puerta única con un mecanismo de apertura-cierre no accionable por niños pequeños. No dejar mesas, sillas o reposeras próximas al cerco, que faciliten su escalamiento.
–Los bordes y el piso de la piscina deben ser de material antideslizante para evitar caídas. Las escalinatas de acceso deben ser de poca pendiente y tener escalones anchos, rectos, con baranda al menos de un lado y piso antideslizante.
–Las piletas inflables o desarmables que no cuenten con cerco, deben ser siempre vaciadas totalmente luego de su uso diario. Del mismo modo, los recipientes de «tipo piletón» (especialmente para menores de dos años) como bañeras inflables, palanganas, baldes y tambores deben permanecer siempre vacíos.
–El método de «visión directa permanente» es el más efectivo y menos costoso. Es imprescindible en lactantes y niños pequeños, quienes deben estar siempre a cargo de un cuidador responsable, en condiciones físicas e intelectuales para socorrer, saber nadar perfectamente y poder sumergirse sin equipo hasta el fondo máximo de una piscina (3-4 metros) y debe estar entrenado en reanimación cardiorrespiratoria (RCP) elemental. La distancia entre el cuidador y el niño debe ser del «largo del brazo» para facilitar el auxilio inmediato. La proporción segura entre número de cuidadores y niños varía según la edad, siendo de 1 a 1 en lactantes, 1 a 2 en niños de 1 a 2 años; de 1 cuidador cada 3 niños en el caso de pequeños de 2 a 3 años y, luego de los 4 años la proporción varía de acuerdo al grado de aprendizaje de la natación que tengan los niños. El cuidador no profesional debe recordar que no están permitidas las distracciones aunque parezcan mínimas (mensajes de texto, cebar mate, hojear un periódico, etc.) mientras se ejerce la «visión directa» de un niño en el agua.
–Existen casos que requieren una vigilancia especial en calidad o en número: niños de cualquier edad que ya tuvieron un episodio de riesgo en la piscina; niños que atraviesan cualquier tipo de estrés psicológico personal, familiar o comunitario; niños con capacidades diferentes, aun en grado leve.
–Todo niño menor de 4 años, o que no nade con eficiencia, debe tener colocado el chaleco salvavidas en toda área cercana a la piscina. Para ser considerado eficiente, debe mantener a flote al niño, con la cabeza fuera del agua, aun inconsciente. Se elige de acuerdo al peso y no a la edad y, por lo tanto, requiere un cambio periódico.
–No dejar juguetes u objetos atractivos que floten en la piscina, pues llaman la atención de los más pequeños que no tienen noción del peligro.
–Siempre debe tenerse un teléfono inalámbrico o celular, en lo posible con al menos dos números de servicios médicos de emergencia.
–Ante la menor señal vocal, gestual o duda, el cuidador o el guardavidas procederá a llegar rápidamente al niño y retirarlo del agua como primera medida. La evaluación, posibles causas y eventuales preguntas, se harán siempre después de sacar al bañista «dudoso» del agua.
–La calidad del agua (más aun en piletas comunitarias) es esencial para la seguridad y la salud de los niños. La transparencia que garantiza la visión del niño y sus movimientos depende de un mantenimiento adecuado y la contribución de la conducta de los bañistas. El control bacteriológico debe ser realizado por un profesional idóneo (bioquímico o bacteriólogo), quien según los resultados que se van dando, determina cuál debe ser su periodicidad.
–El ingreso con cualquier producto cosmético en la piel o el cabello perjudica la calidad del agua. Debe educarse a los niños desde pequeños en una ducha.
-No ingresar al agua en el período post ingesta de alimentos en cantidades significativas y, en el caso de adolescentes, menos aún de alcohol o drogas.
Fuente: Consenso de la Sociedad Argentina de Pediatría