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Guillermo Ander Egg: “Si a los agricultores familiares les va bien, nos va bien a todos”

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La semana pasada el presidente de la Sociedad Rural del Valle de Uco, Mario Leiva, afirmó que los productores están sin rentabilidad y que desde hace años se produce un deterioro de las economías regionales. Al respecto el delegado de Mendoza de la Subsecretaría de Agricultura Familiar, Guillermo Ander Egg, afirmó que “en  primer lugar tenemos que entender que nos encontramos en una crisis internacional y que además de la retracción general de los intercambios, afecta a algunos productos ligados a precios internacionales”. Por otro lado agregó que  “la Agricultura Familiar va a ocupar un rol estratégico frente a un modelo de desarrollo que hoy nos plantea nuevos y claros desafíos”.

Desde hace unos años se empezó a visualizar otro tipo de productores (familiares, más pequeños, con otra forma de producción), ¿este sector siempre existió?, ¿por qué toma relevancia en los últimos años?

El sector de los pequeños productores, minifundistas, campesinos etc.  siempre estuvo presente en la ruralidad de Mendoza, el país y la región. Desde hace varios años, bajo la denominación de Agricultores Familiares surgieron políticas sectoriales que se han institucionalizado, tanto en el Gobierno Nacional como en el Provincial, a partir de las demandas de las propias organizaciones de la Agricultura Familiar y por la decisión política de reconocer a este sector como un actor económico y político, no solamente en proyectos de mitigación de la pobreza.

Es el otro » campo», el que nunca estuvo representado por las entidades tradicionales o en nombre de ellos se promovieron políticas que beneficiaron a los sectores más concentrados. Como consecuencia de estas políticas en los años 90 desaparecieron casi 100.000 productores, casi todos pequeños, en la Argentina.

 ¿Cómo se define al sector de la Agricultura Familiar?

Para definir la Agricultura Familiar, hay que entenderla  desde su multidimensionaldad. No podemos hablar solamente desde lo que produce o desde la cantidad de hectáreas.  Tiene que ver fundamentalmente con una forma de vida donde la unidad económica y la unidad doméstica – la familia – están  intrínsecamente involucradas. Es decir, utilizan mano de obra fundamentalmente familiar, sus principales ingresos los obtienen de lo que producen y viven en el campo o en villas rurales.

Bajo esta denominación nos encontramos con el porcentaje mayoritario de los productores de la provincia, desde productores de subsistencia hasta productores  más capitalizados que contratan mano de obra para completar el ciclo productivo. En Mendoza están presentes en todas las actividades productivas  agrícolas y ganaderas principales de la provincia.

¿Qué políticas se llevan adelante para acompañar a los pequeños productores?

Se trabaja desde una visión integral y entendiendo la necesidad además de desarrollar políticas diferenciadas para este sector. En primer lugar destaco dos hitos, la Mesa Provincial de Desarrollo Rural que en conjunto con la Provincia y las Organizaciones de la Agricultura Familiar, logramos generar una visión estratégica y coordinar los programas y proyectos que se ejecutaban en forma dispersa. Por otro el trabajo con el RENAF, Registro Nacional de la Agricultura Familiar, que nos permite en conjunto con las organizaciones conocer a este sector y garantizar que los sujetos destinatarios de las políticas sean verdaderamente los Agricultores Familiares.

Después tenemos definidos cuatro ejes estratégicos donde se asientan las acciones y los proyectos: valor agregado en origen y comercialización; democratización en el acceso a los alimentos;  tierra y acceso a los derechos; y fortalecimiento de las organizaciones. Estos ejes se implementan desde un abordaje territorial en articulación con los actores locales.

¿Qué incidencia tiene este tipo de agricultura en las economías regionales?

Es clave, es la que permiten garantizar la diversidad productiva y el arraigo local. Es el sector  que produce mayoritariamente los alimentos que consumimos. Si a los agricultores familiares les va bien, nos va bien a todos porque genera trabajo local y dinamiza las actividades locales; tienen además un profundo sentido del cuidado de los recursos naturales, de la tierra y el agua.

El presidente de la Sociedad Rural del Valle de Uco afirma que los productores están sin rentabilidad y que desde hace años se produce un deterioro de las economías regionales, ¿cuál es la visión desde el sector de la Agricultura Familiar?

En  primer lugar tenemos que entender que nos encontramos en una crisis internacional, que además de la retracción general de los intercambios, afecta a algunos productos ligados a precios internacionales. Otro problema es que los productores familiares en su mayoría participan solo del primer eslabón de la cadena, son “vendedores de materias primas”, participan poco o nada en los procesos de industrialización y comercialización.

En Mendoza la mayoría son cultivos intensivos, con gran demanda de insumos, en general  atados a precios internacionales. Hay además una crisis de representatividad en las economías regionales, las organizaciones más tradicionales siguen mostrando las mismas dirigencias y las mismas “lógicas” en relación al Estado, plantean problemas estructurales pero siempre terminan reclamando sobre la coyuntura y un rol subsidiario del Estado.

 ¿Cuál es la proyección que se hace de la Agricultura Familiar?

A medida que se institucionalicen las políticas, las organizaciones de productores crezcan y se fortalezcan, la agricultura familiar va a ocupar un rol estratégico frente a un modelo de desarrollo que hoy nos plantea nuevos y claros desafíos: la producción de alimentos accesibles para los grandes sectores de consumo urbanos; los recursos naturales como bienes estratégicos para el desarrollo, el equilibrio territorial y el arraigo local,  la generación de trabajo. En todos estos temas la agricultura familiar está presente.