El descalabro cambiario registrado tras las elecciones primarias comienza a reflejarse con mayor intensidad en las góndolas.
Durante la segunda semana de septiembre los precios en los supermercados registraron un alza del 6,5 por ciento frente al mismo período de agosto. El indicador elaborado por el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) evidencia el traslado a los precios de la devaluación validada por el gobierno a mediados del mes pasado.
La contención de precios generada por la rebaja temporaria del IVA sobre alimentos de la canasta básica permitió que la medición oficial de agosto frenara en 4 por ciento. En los primeros ocho meses del año los precios acumularon un alza del 30 por ciento, que llega al 54,5 por ciento en doce meses. Consultoras privadas, centros de investigación y universidades estiman que la inflación minorista se ubicará entre 5 y 6 por ciento en septiembre.
“Como el pase a precios de la devaluación no se dio totalmente en agosto, durante septiembre la inflación será más alta. Esperamos que los precios suban hasta un 6 por ciento. Si la estabilidad en el tipo de cambio observada tras la corrida logra mantenerse y la brecha cambiaria no se traduce en mayores aumentos de precios, la inflación debería tender a desacelerarse hacia fin de año, aunque el piso será más elevado que el que se observaba hace dos meses. Si no se logra controlar el tipo de cambio se corren riesgos de escenarios más dramáticos en los precios”, expresó el director del Instituto Estadístico de los Trabajadores de la UMET, Mariano de Miguel.
El último reporte de precios del IET-UMET considera probable que la inflación supere en 2019 el 48 por ciento registrado el año pasado, convirtiéndose así en la más alta desde 1991. La inflación acumulada durante la gestión Cambiemos cerraría en el orden del 230 por ciento. Las cifras revelan que los precios más que se triplicaron en ese período. Un estrepitoso fracaso de las recetas ultraortodoxas contra los aumentos de precios.
El desborde inflacionario se traduce en la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, que acumula una caída del 18,4 por ciento desde que comenzó el gobierno de Mauricio Macri. La contracción en la capacidad de compra se conjuga con un escenario de destrucción de empleo y precarización laboral que profundiza el impacto de los desmanejos económicos sobre los asalariados.
El Indec informó la semana pasada que el rubro alimentos y bebidas, el más sensible para los gastos de los hogares de menores ingresos, trepó 4,5 por ciento. Sobresalieron los incrementos en leche en polvo entera, manteca, dulce de leche, galletitas dulces, bananas y cebolla. La inflación en alimentos es del 58,8 por ciento en los últimos doce meses. Durante la segunda semana de septiembre los precios de los alimentos frescos relevados por el CESO registraron subas promedio de 5,1 por ciento mientras que los productos de limpieza treparon 8,9 por ciento y los electrodomésticos tuvieron una escalada del 14,7 por ciento.
“En la primera semana de septiembre observamos una desaceleración frente a los aumentos de precios acumulados después de las PASO. Pero con el arrastre que trae, la inflación va a terminar, sin dudas, por arriba del 5 por ciento este mes. Los precios de servicios públicos congelados por decisión política desde antes de las elecciones te salvan de mayores aumentos”, indicó el economista jefe de la consultora Elypsis, Martín Kalos. El relevamiento de la consultora acumula hasta la semana pasada un alza del 6,7 por ciento desde las elecciones primarias, que en el rubro alimentos y bebidas asciende hasta el 10,5 por ciento. “Esos aumentos impactan sobre los sectores más vulnerables. Y redunda en una nueva suba de la pobreza”, consideró Kalos.
Los economistas del CEPA, Eva Sacco y Juan Aiello, estiman que durante septiembre los aumentos de precios pueden llegar hasta el 6 por ciento. “Debemos recordar que la devaluación se produce en la segunda quincena de agosto, afectando los precios relevados en la tercer y cuarta semana, por lo tanto, hay una cierta ‘amortiguación’ del efecto de la devaluación como consecuencia de la metodología. Podemos concluir entonces que cuanto más a fin de mes se produzca la devaluación, menor será su incidencia en el IPC del correspondiente período”.
Fuente: Página 12