La pirámide de Mayo, el primer símbolo de libertad del Río de la Plata, cumple el próximo 25 de mayo 200 años de su creación, cuando se inauguró en medio de un festejo popular y en momentos de una fuerte crisis política en que estaba en juego no sólo la independencia de la región, sino los intereses de distintos sectores criollos.
En la céntrica Plaza de Mayo, donde se erigió la Pirámide, también llamada en otros tiempos Altar de la Patria y Altar de la Libertad, transitaron momentos nucleares de la historia argentina.
Allí, la Pirámide testimonia aquel festejo de 1811, en que los porteños se aglutinaron a su alrededor para conmemorar el primer aniversario de la Revolución de Mayo, como las masivas concentraciones de trabajadores por sus derechos en distintas épocas, o la presencia popular en defensa de la democracia, o las rondas de las Madres de Plaza de Mayo como expresión más acabada en contra del horror de la última dictadura militar.
También fue testigo de momentos como el bombardeo antiperonista del `55, el mayor atentado del país, en el que murieron más de trescientas personas y hubo miles de heridos.
«Esta Pirámide es nuestro primer monumento histórico porque rescata la primera victoria de las fuerzas de Buenos Aires en la victoria de Suipacha», el 7 de noviembre de 1810 en el Alto Perú, aseguró a Télam Liliana Barela, historiadora y titular de la Dirección de Patrimonio e Instituto Histórico de Buenos Aires.
Asimismo, señaló que «cuando se inauguro la Pirámide se realizó un festejo popular, aunque oficialmente había cierto temor por el momento que se vivía», dijo la especialista tras relatar que «para el Cabildo, 1811 es un momento crítico en el sentido que el Triunvirato estaba olvidando un poco cuál era la misión de Buenos Aires».
Precisó que aquel primer festejo fue «claramente popular, lo tenemos muy registrado por los cronistas, fue un festejo con la inclusión de aborígenes, comparsas, conjuntos de los arrabales y con figuras muy importantes».
La historiadora destacó que «el tema simbólico es el lugar donde está la pirámide, ubicada en la plaza, esa plaza que está presente en la memoria de todos nosotros desde el momento de la fundación de la ciudad con Garay hasta todas las diferentes Plazas de Mayo que hemos vivido los argentinos, las buenas y las malas».
En este marco, señaló que «la historia se juega en ese lugar, por eso es muy importante recordar todas las Plazas de Mayo porque de esa manera también ahí hay una pregunta que tiene que hacerse la sociedad ¿dónde estaba yo cuando pasaban estas cosas?» Barela se refirió así a momentos como «no sólo la peor dictadura que sufrimos en el `76, sino lo que pasó después, los años de impunidad que vivimos».
Esa dictadura marcó un antes y un después en la historia reciente del país, y en ese marco, la Plaza de Mayo y su Pirámide se erigieron en símbolos de lucha por la justicia y contra la represión militar.
Esa lucha que protagonizaron madres y abuelas de jóvenes que desaparecían y no se sabía nada de ellos, «es un hecho tan fuerte que tiene que estar representado en algún lugar de esa misma plaza, en esa plaza donde ellas hacían su ronda y empezaron a reclamar justicia», expresó Barela.
Por eso, a pesar de que en general no se permitieron cambios en la Plaza de Mayo por la protección que tiene por su carácter de monumento histórico nacional, «sí se aceptó y se aplaudió la presencia de las baldosas con los pañuelos de las madres».
Por su parte, Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, aseguró que la Plaza de Mayo es el epicentro de la ciudad, y un símbolo histórico, tras añadir que «es el lugar de la demanda, del festejo, de la protesta, el lugar donde el pueblo decidió juntarse para las manifestaciones de libertad».
Aseguró que «las abuelas tomamos la plaza como un lugar de presencia frente a los dictadores que se apoderaron del poder, para pedir por nuestros familiares, hijos, nietos».
En este contexto, reafirmó el sentido de la «ronda» alrededor de la Pirámide, «donde nacimos, donde la gente identifica con el pañuelo blanco, con las madres, con las abuelas, pero yo digo que ahora la ronda es el mundo, no sólo la plaza porque nos expandimos al mundo para contar lo que pasó».
«Es un lugar de recogimiento para nosotros -enfatizó- que estamos envejeciendo juntas, donde nos encontramos las sobrevivientes, luchando por la memoria, por la justicia»
Fuente: Telam