Un satélite de la NASA encontró tres exoplanetas, es decir fuera del sistema Solar, que podrían ser el «eslabón perdido» para comprender la formación planetaria. El hallazgo permitiría examinar las posibilidades de albergar vida al igual que ocurre en la Tierra.
Lanzado el año pasado desde Cabo Cañaveral, en Estados Unidos, el Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito («Tess», por sus siglas en inglés) tiene la misión de analizar cerca de 20.000 planetas y examinar las posibilidades de que en alguno de ellos están dadas las condiciones necesarias para albergar vida.
Así descubrió tres nuevos «exoplanetas», bautizados como TOI-270 por ser el «objeto de interés» número 270 que descubre esta misión de la NASA; y su estrella anfitriona. Uno de ellos es rocoso y ligeramente más grande que la Tierra mientras que los otros dos son gaseosos y miden aproximadamente el doble que nuestro planeta, describió la Universidad de California que lideró la investigación publicada por la revista científica Nature Astronomy.
El más chico de estos cuerpos estaría, además, en una zona «habitable», a una distancia de su estrella más próxima pero lo suficientemente lejana como para permitir la existencia de océanos de agua líquida, según los datos facilitados por esa casa de estudios.
«Dimos con muy pocos planetas como éste en zonas habitables y muchos menos alrededor de una estrella con esas características», subrayó el científico Stephen Kane, profesor de Astrofísica Planetaria de la Universidad de California; y corroboró que en el Sistema Solar no existe ningún planeta como ese.
Por otro lado, los datos aportados por el «Tess» apuntan que es poco probable que en el más chico de los «exoplanetas» descubiertos hubiera vida debido a que la superficie está demasiado caliente pero los otros dos, situados a una mayor distancia de la estrella, sí podrían estar más fríos y permitir que el agua se acumulara en la superficie.
Los investigadores consideran que este nuevo descubrimiento permitirá estudiar el «eslabón perdido» entre los planetas chicos y rocosos como la Tierra y los más grandes y dominados por el gas, como Neptuno; y determinar -por ejemplo- si uno de estos planetas tuvo alguna vez un océano de agua líquido o si reúne las condiciones adecuadas para la vida.
Fuente: Télam