El cáncer de cuello uterino es uno de los que se pueden evitar y prevenir antes de su aparición debido a que es provocado por infecciones virales. Ello se logra mediante la aplicación de la vacuna contra el virus del papiloma humano o HPV.
Este virus tiene cerca de 100 clasificaciones pero se ha descubierto que sólo unos 13 se asocian al cáncer, de los cuales los más frecuentes son el genotipo 16 y 18 en un 65% y después se ubican los genotipos 31 y 45.
El Ministerio de Salud ha incorporado en el calendario la vacuna Bivalente que actúa contra esos cuatro tipos de virus. Esas vacunas se aplican en forma gratuita a las niñas nacidas a partir del 1 de enero del 2000. La inoculación se realiza en sexto año de las escuelas primarias, pero cuando las niñas han terminado su ciclo escolar, deben concurrir a un centro de salud, hospital o al Vacunatorio Central.
Es muy importante tener en cuenta que esta vacuna consta de tres dosis, luego de la primara dosis debe transcurrir un (1) mes para colocar la segunda y la tercera se aplica a los seis (6) meses. Se puede colocar junto a otras vacunas pero está contraindicada en chicas con fiebre aguda, embarazo y lactancia. Las edades aconsejadas para vacunarse son, en las mujeres desde los 10-14 años hasta los 54 y en los varones entre los 10 y 18 años.
Cómo afecta el virus HPV
El virus se introduce por contacto, generalmente al comienzo de las relaciones sexuales aunque a veces aparece cuando no ha habido penetración vaginal o anal. Las observaciones clínicas han detectado presencia de infecciones relacionadas con cánceres de cuello uterino, vagina, vulva en las mujeres y de pene, escroto y ano en los varones.
Otras formas de transmisión son de madre a hijo recién nacido; por higiene inadecuada en personas portadoras que cuidan niños o por compartir ropa interior con personas infectadas. La infección puede aparecer en cualquier edad pero es más frecuente entre los 15 y 25 años; en personas inmunodeprimidas (con sida, HIV o tratamientos con corticoesteroides) hay mayor propensión al contagio o a que la enfermedad persista.
Aún no se ha precisado el tiempo entre la intrusión del virus y la aparición de los síntomas, pero se debe prestar atención en las verrugas genitales y en las lesiones detectadas a través de los exámenes colposcópico, Papanicolau y biopsias de tejidos donde se presentan lesiones en zonas genitales.