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Rumbo al espacio con tecnología argentina

Foto: Florencia Downes/enviada especial
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Exitoso lanzamiento del Arsat-2, que brindará servicios de televisión, internet, datos y telefonía sobre IP.

La partida del segundo satélite geoestacionario fabricado por Invap fue más relajada que la de hace un año y la primera etapa de su viaje dejó más que conformes a los científicos. El Gobierno anunció el envío de otro satélite en 2019.

El segundo satélite geoestacionario de diseño, fabricación y operación nacional ya está en el espacio. El Arsat-2 despegó ayer a las 17.33 dentro del cohete Ariane 5 desde la base espacial de la Unión Europea en Kourou, Guayana Francesa, en lo que constituye la semilla de la consolidación del proyecto satelital nacional, un sector de avanzada en materia tecnológica. Es otro gran espaldarazo al trabajo de las empresas públicas Arsat e Invap y una muestra de que el desarrollo tecnológico, con una enorme decisión estatal, no es una quimera. El Gobierno firmó ayer mismo el convenio para lanzar el Arsat-3 en 2019 y otros dos satélites en años posteriores. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, a su vez, anunció por cadena nacional el envío al Congreso de un proyecto de ley para declarar de interés público el desarrollo de la industria satelital (ver aparte).

La emoción y el tinte festivo que inundó el lanzamiento del Arsat-1 fue mucho más mesurado en el Arsat-2. Incluso el mismo proceso de lanzamiento fue casi un trámite, cuando el año pasado se terminó de definir prácticamente por penales. La “ventana” horaria de lanzamiento comenzó a las 17.30 e inmediatamente después comenzó el conteo. El menor dramatismo es un buen paralelismo con el camino que de a poco comienza a hacer el país en el mercado satelital. De algún modo hubo menos de “hito” y más de proyecto con letras mayúsculas.

“Quiero agradecer a los trabajadores del Invap y de Arsat. Argentina es un país confiable y que confía en sus socios. Tenemos una planificación satelital hecha hasta el año 2023 porque queremos protagonizar nuestro futuro”, señaló el ministro de Planificación, Julio De Vido, apenas se confirmó el éxito del lanzamiento. A su turno, Matías Bianchi, presidente de Arsat, recordó a Néstor Kirchner y a la Presidenta “por haber tenido la decisión política de encarar el proyecto satelital y por luego haber sostenido esa intención”. “Cuando terminemos de posicionar correctamente el Arsat-2 habremos cerrado un ciclo, porque Arsat nació para proteger las posiciones orbitales nacionales. Nuestra industria está consolidada y el mundo la reconoce, por eso recibimos el año pasado el premio revelación del sector. Es importante que los dos lanzamientos en menos de un año queden en las mentes de nuestros chicos, para demostrarnos que podemos hacer cosas impensadas en nuestro país”, agregó.

También integraron la delegación Horacio Osuna, titular del Invap; Alberto Weretilneck, gobernador de Río Negro; Maurice Closs, gobernador de Misiones; Miguel Angel Pichetto, senador por Río Negro; Miguel Angel Giubergia, director de la Aftic por la oposición y diputado nacional (UCR); Mario Oporto, diputado nacional (FpV); Liliana Fellner, senadora nacional (FpV; Juan Patricio Mussi y Francisco Echaren, intendentes de Berazategui y Castelli, respectivamente, entre otros.

El lanzamiento

Segundos antes del despegue, los motores del Ariane 5 se encendieron al máximo y la luz y el fuego se observaron con nitidez desde la terraza del Salón Júpiter, a 14 kilómetros de distancia de la plataforma. Cuando el contador marcó el “cero”, el ruido y luego la estela blanca fueron protagonistas en el cielo absolutamente despejado de la Guayana Francesa. Un millón de litros de agua se abrieron paso para reducir la temperatura en la plataforma y disminuir el ruido (el más potente de los generados por el hombre) para que no dañe el satélite. Así comenzó el viaje del Arsat2 hacia la órbita de 36 mil kilómetros de distancia de la Tierra.

Apenas un minuto después, el cohete alcanzó una velocidad de 7 mil kilómetros por hora en un movimiento alrededor de la Tierra. Primero liberó los propulsores, luego la cofia y a los 25 mil kilómetros por hora expulsó el motor principal. A la media hora se liberó el satélite argentino y el festejo se descontracturó.

El lanzamiento es la etapa más sensible de este tipo de proyectos. Las extremas condiciones en términos de vibración, temperatura y sonido fuerzan la resistencia del satélite. Para reducir al mínimo la posibilidad de tener cualquier desperfecto técnico, que podría ser determinante en instancias así, el equipo del Invap, la empresa rionegrina contratada para la construcción del artefacto, realizó meses atrás todo tipo de pruebas de esfuerzo en su centro de testeo en Bariloche.

Con toda esa carga de nerviosismo, a las cinco de la tarde comenzaba el evento en el Salón Júpiter de la base espacial. De entrada, los controladores del Ariane estaban pintados de verde en la pantalla principal; es decir, todo en orden para el despegue. La delegación argentina se preparaba, con fotos y varias banderas nacionales. Tres minutos pasadas las 17.30, cuando comenzó la “ventana” de lanzamiento que terminaba a las 19.15, las puertas del salón se abrieron para que todo el público pudiera observar el evento desde la terraza. Casi nadie dejó de apuntar con su celular hacia la plataforma, desde donde comenzó el breve espectáculo. Fueron un puñado de minutos en los cuales el cielo celeste quedó completamente cruzado por una banda blanca que definió la estela del cohete.

El lanzador Ariane 5 fue compartido entre el Arsat-2 y el australiano Sky Muster, adquirido por ese país a los Estados Unidos. El satélite australiano tiene por objetivo mejorar la conectividad por banda ancha de esa región y fue construido en Palo Alto, California. No hace falta detallar que la afición argentina se hizo notar, en todo momento de la estadía, bastante más que los australianos.

Apenas el lanzador liberó al satélite, éste entró en una órbita de transferencia. Desde ese momento, la estación terrena de Benavídez de Arsat intentó tomar contacto con el artefacto para saber el estado de salud del satélite. Precisamente, la operación en tierra nacional por técnicos argentinos en uno de los logros del proyecto satelital de Arsat. A las 18.20 Benavídez confirmó la telemetría. “Estamos muy contentos. Ahora haremos los testeos para que todo esté funcionando. Y después a trabajar, porque hay que ofrecer servicios confiables durante quince años. La inyección fue perfecta. Seguro que se ahorró combustible y casi seguro se amplió la vida útil del satélite”, dijo Vicente Campenni, subgerente del Invap.

El Arsat-2

El segundo satélite argentino es de tipo geoestacionario, al igual que el Arsat-1, característica que le permite brindar servicios de telecomunicación. Pesa 2977 kilos y tiene tres antenas –dos desplegables y una fija (también llamada gregoriana)– que emiten en dos bandas, Ku y C. Eso le permite ofrecer señal a todo el continente americano, desde la Antártida hasta Canadá. El Arsat-1 tiene una antena única en banda Ku y centra su emisión en el territorio nacional. Ambos fueron diseñados y construidos por el Invap a pedido de Arsat.

La transmisión en banda Ku del Arsat-2 refuerza los servicios del Arsat-1, al tiempo que la banda C ofrece señal para la cobertura panamericana. El objetivo del Gobierno es vender transmisión satelital de televisión al resto de los países de la región. Hasta ahora el 30 por ciento de la capacidad del Arsat-2 ya está reservada. En varios casos se trata de clientes que ya trabajan con el Arsat-1, que opera con el 80 por ciento de su capacidad utilizada.

Según explicaba la noche previa al despegue un técnico de Arsat, hay en total cerca de 300 satélites geoestacionarios orbitando alrededor de la Tierra. Más de la mitad son norteamericanos. Sin embargo, se trata de un bien escaso que es cada vez más demandado a partir de las crecientes exigencias en el desarrollo de las telecomunicaciones. De ahí la fe en vender rápidamente los servicios del Arsat-2. Por ejemplo, Bolivia adquirió hace poco un satélite a China, igual que Venezuela, que encima no obtuvo un resultado satisfactorio en esa apuesta. La idea sería estrechar vínculos con los países de la región para venderles tecnología nacional. “Tenemos muy buenas expectativas comerciales con el Arsat-2. Esperamos que la inversión del Estado en tecnología pueda capitalizarse en otras áreas del entramado industrial y tener continuidad en la construcción de satélites. La agenda para los próximos veinte años es mejorar la competitividad”, indicó Bianchi.

Arsat1 demandó una inversión de 270 millones de dólares por parte del Estado nacional y el Arsat-2, 250 millones. Además, cada lanzamiento cotiza un total de 180 millones de dólares, que se dividen a medias entre los dos satélites que viajan por misión. Es decir que la factura por el lanzamiento del Arsat-2 ascendió a 90 millones. El período de amortización de la inversión Arsat-1 es de siete años y de cinco en el caso del Arsat-2. La vida útil de los satélites suele ser de quince años pero como las maniobras salieron bien, en el caso del Arsat-1 se estiró a 18 años y se esperan también buenas noticias para el Arsat-2.

Ambos casos representan las primeras experiencias de operación de este tipo de satélites de telecomunicaciones por parte de un país de América latina y ubican a la Argentina en un grupo de naciones integrado sólo por Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Israel, India y la Eurozona.

El Arsat-1 fue lanzado de noche, sobre el filo de la “ventana horaria”. Debió sortear problemas climáticos y un desperfecto en el satélite que lo acompañó, de DirecTV. Fue además el fruto de un esfuerzo que empezó, como la Argentina de 2001/02, en las ruinas, con la pelea a los gritos por apenas mantener las posiciones orbitales nacionales. La noche anterior hasta se cantó el himno en el hotel. El Arsat-2 despegó un día soleado, en tiempo y forma, la satisfacción predominó sobre la arenga y las palmadas sobre el llanto. En este caso, la pérdida de cierta cuota de emotividad es un indicio promisorio.

 

Fuente: diario nacional Página 12