Es una joven apasionada y estudiante de música de San Carlos. Comenzó en la disciplina desde muy pequeña y actualmente es una de las instrumentistas femeninas más destacadas del Valle de Uco.
De niña, Rocío comenzó con intervenciones en coros de la escuela, pero su principal incentivo llegó desde casa: “mi papá me regaló la primera guitarra cuando tenía 15 años y desde ahí comencé a meterme cada vez más en la música”, recuerda. Motivada por una pasión, decidió apostar a la profesionalización y revalorización de los músicos locales y comenzó el Profesorado en Artes Musicales del instituto Vera Peñaloza, donde está a punto de recibirse.
Hace poco tiempo fue partícipe de un recital muy íntimo organizado por músicos sancarlinos en La Estafeta, donde cuatro mujeres fueron invitadas para subir al escenario y demostrar sus facultades y en especial una apertura “revolucionaria” del género en la zona. Junto a las Victimas de Jack, Rocío se destacó por su interpretación en el violín con una mezcla producida por ella.
En este marco, hace hincapié en la evolución constante que existe musicalmente en el Valle de Uco y considera que si bien hasta el momento ha podido dictar clases particulares y en algunos establecimientos educativos, lo importante en su vida es que ha encontrado en la música oportunidades inclusivas que expresan un desarrollo en la igualdad de género. “Creo que los espacios que estamos ganando en el ámbito musical tienen relación con la liberación general de la mujer en el mundo. Cada vez asumimos más responsabilidad y protagonismo. Es un proceso social”, sostiene.
Con una carga de estudio a cuestas, destaca el gran potencial musical de los valletanos. “He visto a personas que toman un instrumento y se capacitan constantemente durante mucho tiempo y los cambios son notables. Me pone muy contenta ver el profesionalismo de muchos músicos de la zona”, expresa y señala: “por suerte existen muchos lugares donde se les da espacio a los músicos, eso hace una par de años no pasaba. Que ahora mucha gente se anime a escuchar la música que puede hacer su vecino o un conocido, está buenísimo”.
Fanática de toda la vida de Páez, también escucha a músicos como Lisandro Aristimuño y géneros relacionados a los sectores andinos. “Es bueno valorar nuestra música y costumbres desde adentro […] Latinoamérica ahora es mucho más valorada, lo veo desde la actitud de los jóvenes que tienen arraigadas muchas manifestaciones culturales”, cuenta y expresa que tiene muchos proyectos musicales por delante y que su principal deseo es superar las tres materias que le quedan para recibirse de profesora, continuar apostando a vivir de la música, enseñarla bajo todas sus aristas y pensar en las posibilidades trascendentales que brinda.