La celebración de carnaval tiene su origen en la vieja Europa cristiana. Su celebración se funda en ritos religiosos: se realiza dos días antes del miércoles de cenizas que da inicio a la cuaresma cristiana.
En sus comienzos, la celebración se realizaba en las comunidades paganas. Los romanos también lograron adaptarla a su propia cultura realizando festejos que invocaban a sus propios dioses.
Con la llegada de los colonos a América, esta festividad también fue adaptándose. Carnaval tiene su origen en la palabra “carnelevarium” que referencia a “quitar la carne” y se hacía como preparación para los próximos días de ayuno.
Surge de aquí, la idea de la satisfacción de la carne antes de dejarla por un tiempo para luego quitarla del cuerpo y dedicarse al espíritu. Este rito puede tener relación con la idea del cristianismo sobre lo que la carne representa.
Actualmente el sentido primario de religiosidad se ha perdido en nuestra cultura, aunque se sigue celebrando dos días antes del miércoles de cenizas, previo a la cuaresma. Asimismo, muchos países del mundo lo presentan como grandes fiestas que atraen a miles de turistas. Brasil, Alemania, Uruguay y Argentina, entre otros, continúan festejando estas fechas.
Si bien la festividad forma parte de una corriente cultural que llegó a nuestro lugar, esto ha dado forma a nuestra identidad.
En nuestro país, la última dictadura militar del 1976 terminó por completo con los espacios y las personas que celebraban. La aplicación de la política militar respondía a los aires de capitales mezquinos de una elite terrateniente argentina y a los intereses del gobierno estadounidense.
Sin embargo, el año pasado desde la presidencia de la Nación se impulsó un proyecto de ley que revalidó estas fechas por la importancia social que tienen. El gobierno nacional promulgó la generación de espacios donde se producen intercambios culturales y donde se produce la participación y la organización ciudadana.