La cámara de importadores (CIDOA) reclamará suba de la base imponible porque la actual quedó desactualizada por la devaluación. Antes pagaban modelos de u$s47.500 y ahora a los de u$s40.000
El sector automotor está shockeado. A la fuerte caída de las ventas que venía registrando en los últimos meses, se sumó la devaluación posterior a las PASO que disparó otra vez los precios de los autos. Otro golpe para la demanda, especialmente de los vehículos del segmento más accesible. Sin embargo, los problemas no hacen distinción de presupuestos. Alcanza a todos. En la gama media y alta también hay complicaciones por el salto brusco del dólar.
Se trata de los modelos que están próximos a la base imponible sobre la cual se comienza a pagar impuestos internos. A partir del 1 de septiembre está prevista una actualización de ese valor, en base al ajuste trimestral de la inflación entre abril y junio. Eso da un aumento del 9,48%.De esta manera, la base pasará de $1.485.900 a $1.626.763, considerando este valor antes del IVA y margen de comercialización. Al público, significa que los 0 km de más de $2.300.000 tengan que pagar esta carga fiscal que se la conoce como impuesto al “lujo”, aunque con el atraso de las escalas afecta a vehículos de gama media.
Ya desde la asociación de fabricantes (ADEFA) habían pedido al Gobierno que subieran más la base imponible porque, según el valor que regirá desde septiembre, muchos modelos quedarán afectados por el tributo. Incluso, alguno de producción nacional como el Toyota SW4. Desde el Gobierno se había tomado el tema, pero con el cambio de ministro de Hacienda todo está postergado.
Ahora se sumarán a ese reclamo las marcas de importados agrupadas en CIDOA. Durante una reunión realizada el miércoles, los directivos de estas automotrices decidieron presentar un pedido formal a los funcionarios del área para que, además del incremento previsto del 9,48%, se aplique un adicional del 25% en líneas con el salto que pegó el dólar de $47 a $57,2. Como las listas de precios de estos modelos están fijadas en moneda estadounidense, la devaluación lleva a que, automáticamente, más 0 km pasen a pagar el impuesto. La alícuota impositiva es del 20% pero, por la forma de calcular el tributo, implica un aumento en el precio del 25%. Esto hace que los autos afectados queden descolocados en el mercado en cuanto a precio y no tenga compradores. En esos casos, los distribuidores retiran los modelos de la oferta y se dejan de comercializar.
Lo que plantean en la cámara de importadores es que la mayor presión fiscal no redunda en una mayor recaudación porque, en la práctica, esos autos no se venden y los ingresos fiscales son nulos. En la campaña de 2015 Mauricio Macri había prometido eliminar este tributo, pero no lo hizo; sí, lo atenuó. Sin embargo, con los cambios bruscos que hay en el dólar, la base imponible sube o baja de manera significativa de un mes para el otro, lo que produce imprevisibilidad. En la actualidad castiga a los vehículos de u$s47.500 pero pasará a afectar a los de u$s39.693 si no tiene una actualización mayor. A comienzo de la gestión de Cambiemos este tributo alcanza a los 0 km de más de u$s83.000. En los últimos días hay una demanda mayor por los modelos que están al borde de la base imponible y que, desde septiembre, va a aumentar. Los consumidores de este segmento de vehículos tratan de comprar esos 0 km antes de que sufran un ajuste de precios. Son autos que cuestan alrededor de $2.000.000.
Fuente: ámbito.com