«La realidad nos interpela en cada instante y tenemos dos opciones: o pasarnos el tiempo requiriendo con torpe vehemencia (o sea: agresividad, hostilidad, ira) desde la mesa del café que se termine la inanición de los gobiernos. O bien hacer que los ingentes esfuerzos se conviertan en acciones concretas y contar cada una de las costillas de cada vecino como si fueran propias». En el siguiente artículo, Marcos Pérez, gestor de la UNCuyo en nuestra región, comparte un análisis sobre cooperativismo e invita a preguntarnos ante una realidad demandante, ¿y ahora qué hacemos?
¿Y ahora qué hacemos?
Por Marco Pérez
Marco teórico:
En el año 2003, para lograr un desarrollo social y económicamente sustentable, con empleo y calidad de vida para la gente que participa en espacios comunitarios, nació el plan de Desarrollo Local y Economía Social “MANOS A LA OBRA”.
Entre sus objetivos estaba el fortalecimiento de las organizaciones públicas y privadas, impulsando así espacios asociativos y redes para mejorar los procesos de desarrollo local.
Para generar espacios asociativos cualquier grupo de personas que decidan realizar algún tipo de trabajo, puede construirlo formando una cooperativa.
Una cooperativa es una asociación autónoma de personas que se unen voluntariamente para satisfacer necesidades económicas, laborales y culturales.
La línea estratégica de acción en el proyecto nacional se ha formulado para la economía social y la economía social se funda en la cooperación, la ayuda mutua y la promoción social distributiva.
Las cooperativas y mutuales son la forma jurídica que asumen las entidades sociales para el cumplimiento de sus fines.
Los miembros de una cooperativa se relacionan a partir de principios que están basados en el respeto, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia y la libertad. Por esta razón sus principios son:
Asociación voluntaria y abierta
Control democrático por parte de los asociados (mismo derechos, mismos deberes, no hay privilegios, todos los asociados pueden votar)
Autonomía e independencia (las cooperativas no dependen de posiciones sociales, partidos políticos o religiosos)
Educación, capacitación e información (las cooperativas procuran capacitar directivos y empleados para mejorar su formación)
Cooperación entre cooperativistas (los asociados trabajan conjuntamente con cooperativas que pueden ser regionales, nacionales o internacionales)
Participación económica de los asociados (en las cooperativas los asociados participan –económicamente- en proporción con el trabajo realizado).
Preocupación por la comunidad (las cooperativas serán sensibles a las necesidades sociales y culturales)
Se pueden formar cooperativas para realizar toda clase de actividades; como existen cooperativas de servicio (electricidad, teléfonos, agua potable), cooperativas de producción (elaborar o fabricar diversos productos), cooperativas de crédito, de trabajo etc. Y hasta existen cooperativas de servicios para la producción artística (generan proyectos teatrales, musicales, de radio, TV, y cine).
En este contexto de economía social y sabiendo que la única forma de salir indemne de una crisis o de mejorar una comunidad en cualquier territorio es mediante la ASOCIATIVIDAD.
Cooperar nos mejora. Por ello la vinculación de acciones educativas tiene que orientarse a formar niños y jóvenes comprometidos con su realidad inmediata. Su casa, su barrio, su escuela. Es decir preparar niños que sean capaces de asociarse, de formar cooperativas para construir respuestas a sus propias necesidades sociales.
PLAN: ¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?
En el territorio de Tunuyán la economía está diversificada, siendo la actividad agropecuaria la principal pero con el creciente aumento en la participación de la economía de otras actividades como el comercio, el turismo, restaurantes y hoteles, el transporte y las comunicaciones.
Entre las recomendaciones para políticas públicas en los departamentos, la UNCuyo plantea la necesidad de diseñar políticas que fomenten la creación de nuevos emprendimientos que mitiguen la baja densidad empresarial territorial habida cuenta del impacto de las pequeñas y medianas empresas en la generación de empleo, fomentando el asociativismo para el logro de escala y el uso del ahorro local para el financiamiento crediticio local. Siguiendo esta lógica la principal preocupación de un emprendimiento nuevo debe ser la cooperación y la generación de empleo.
En la mayoría de los barrios existe una Unión Vecinal con un espacio físico; para funcionar como cooperativas todos los vecinos que ahora son inteligencia ociosa y materia prima disponible tienen la opción de co-operar, es decir, obrar juntos; hacer algo con otro u otros. Por ejemplo fundar la biblioteca popular del barrio en la Unión Vecinal puede ser la excusa para comenzar; los libros pueden ser donados por los mismos vecinos o gestionados a través de la CONABIP (comisión nacional de bibliotecas populares); y obligadamente nos tendremos que encontrar y juntar con otros vecinos; tendremos que compartir el esfuerzo, las responsabilidades pero también los logros, que es una manera de disfrutar de nuestro propio destino y de no tener vergüenza de pretender vivir como soñamos. Dejar de ser sujetos aptos para reproducir un sistema con muchas desigualdades; para ser protagonistas de la restitución de nuestros derechos.
Una línea para arrancar o par dar un primer paso sería que la Unión Vecinal se convierta en una cooperativa de servicios para promover acciones culturales en el mismo barrio. La primera tarea es armar con la cooperación de los vecinos, con la articulación de la Municipalidad y la CONABIP, sumando la responsabilidad empresarial, una biblioteca popular en cada barrio para que los más chicos tengan acceso al básico derecho de educarse con los valores solidarios; y sabiendo que no está perimido el sueño de transformar la propia realidad, siendo protagonista de su presente.
Es necesario que los más pequeños también se involucren así se desgranan demandas concretas como la proyección de películas, la construcción de talleres de lectura y escritura, capacitaciones no formales para formular proyectos, la alfabetización informática, la generación de talleres artísticos, de espectáculos de títeres y teatro, de clínicas de música, y así reconocer necesidades colectivas y que los vecinos cooperen para promover la reconstrucción del tejido social.
La realidad nos interpela en cada instante y tenemos dos opciones: o pasarnos el tiempo requiriendo con torpe vehemencia (o sea: agresividad, hostilidad, ira) desde la mesa del café que se termine la inanición de los gobiernos. O bien hacer que los ingentes esfuerzos se conviertan en acciones concretas y contar cada una de las costillas de cada vecino como si fueran propias. Y ahí, no digo creo, estoy seguro, volveremos a nosotros mismos, y que bueno si descubrimos que estamos vibrando y que esa temperatura no es ardor, sino esa necesaria tibieza apacible que nos distingue de los banco de las plazas o de las macetas del hogar. O sea, una manera de saber que lo que le pasa a los otros también me sucede a mí, y una comunidad, un barrio, una casa, una persona es un amasijo hecho de pensamiento congruente y afecto por el otro y por sí mismo.
Resistamos nuestra abulia y preguntémonos: ¿Y ahora qué hacemos?
* Gestor departamental Tunuyán y San Carlos de la Secretaría de Relaciones Institucionales y Territorialización de la UNCuyo