Opinión: “Un triunfo de la política y de la democracia”

Hace pocos días se celebraron las elecciones legislativas en nuestro departamento. Para un observador distraído la jornada eleccionaria podría ser calificada como un día más. Para otros habrá sido sólo un domingo tranquilo y sin grandes sobresaltos, en que el tiempo libre se interrumpió para dejar caer un papelito dentro de una caja de cartón. Pero poniendo más atención sobre el contenido real de ese día, salta a la vista que no fue una “elección más”, sino que representó algo extraordinario para San Carlos.

Y es que ese día, en el que se renovaba el 50 por ciento de las bancas legislativas, cerró con una sorpresa: la lista de Kolina, encabezada por Juan Jofré, obtuvo más del 13% de los votos. De esta manera, Jofré pasó a ser uno de los cinco nuevos ediles que servirán a los sancarlinos mediante su representación en el Concejo Deliberante.

Considero que fue una elección extraordinaria, que desestabilizó el mapa político del departamento y que profundizó la democracia, por una serie de razones.

En primer lugar, creo que es destacable el hecho de que una fuerza política no tradicional en el departamento acceda a una banca del Concejo. Tal vez esto significa que muchos sancarlinos están buscando nuevas opciones, y que ya no creen en las viejas recetas.

En segundo lugar, y más destacable aún, es el hecho de que este grupo militante contaba con muy pocos recursos financieros, por lo que basó su campaña en la creatividad, las ganas de hacer y la genuinidad de su proyecto. Recorrieron el departamento, hablaron con muchas personas, difundieron cara a cara sus plataformas, y escucharon lo que muchos sancarlinos tenían para decir. Una campaña sin grandilocuencias, en la que la publicidad y el marketing político no absorbieron la propuesta, sino por el contrario: en este caso, la plataforma política y la gente que la sostiene fueron el bastión principal. Parece claro que las capacidades, visión y recursos humanos son la fortaleza principal de este grupo, y no ya los recursos monetarios invertidos en la campaña electoral, como tantas veces vemos.

Pero quisiera aprovechar este espacio, principalmente, para poner en relieve un tercer aspecto extraordinario de estas elecciones. Me refiero a la gran participación de jóvenes con que cuenta el grupo Kolina de San Carlos. Al menos desde mi punto de vista, esto representa un fenómeno enteramente nuevo y fuertemente positivo de la política departamental.

De hecho, Juan Jofré y muchos de los jóvenes que se comprometieron con el proyecto de Kolina, son de mi generación, de esos que vinimos al mundo en algún punto del arco los 80. Lo importante aquí es que los niños de esa generación fuimos adolescentes, y empezamos a pensar en el mundo de los adultos, en un momento histórico en el que la política era mala palabra: participar del ámbito público y comunitario era casi sinónimo de ser ladrón, corrupto y trepador. Entonces mejor no te metas, dedicate a otra cosa, y dejale las decisiones a otros, aunque sean decisiones que nos afecten a todos. Mejor no hablar de ciertas cosas, decía irónicamente Luca Prodan, un ícono del rock, justamente de los años ochenta.

Por su puesto, la contracara de esto era una ideología bien definida: la promoción de la actividad privada, individual y mercantilizada como único espacio capaz de darnos satisfacciones y dignificarnos. Es precisamente de eso que se trata el neoliberalismo: de convencer a la mayoría de las personas de que la sociedad es igual al mercado. Vendé, comprá y sacá una ganancia, rápido, y no te dediques a tratar de convencer a los demás de que podemos construir un proyecto mejor para todos. No vale la pena.

Fue de esta manera que los adolescentes de los noventa vimos cada vez más restringido el espacio para participar en lo público, y que los jóvenes de por entonces nos enfocamos en cualquier otra cosa, menos en el destino colectivo de nuestra comunidad. Ya por esos años se escuchaban más a las Spice Girls y a los Backstreet Boys que a Sumo.

Y fue así que durante estos años se debilitó nuestra democracia, se vendieron activos públicos de vital importancia, y se les quitó la ayuda social a los más desfavorecidos. La idea era clara: confiemos en que el mercado será el único y mejor representante de nuestros destinos; los gerentes de las grandes corporaciones saben mucho mejor que nosotros qué hacer con nuestros recursos naturales y con la riqueza generada a partir de ellos. Es justamente este modelo el que viene a romper el grupo de Kolina en San Carlos. Ellos entendieron que la participación y el compromiso comunitario son positivos para todos. Más allá del color y la propuesta política, lo que vemos es un colectivo de personas que quieren hacer valer su voz, y para eso salen a la calle a proponer y a discutir, y lo que logran es fortalecer la democracia y hacernos ver una nueva dimensión de la política departamental. Los ecos del movimiento antiminero del Valle de Uco, con su política de base y su compromiso comunitario, suenan muy claros en el caso de Kolina San Carlos.

En un artículo pasado escribí que sólo durante las gestiones kirchneristas la Argentina logró salir de la dictadura, en gran parte porque los jóvenes empezaron a volver a la política, a la militancia, y a comprometerse con lo que es de todos. Parece ser que este es un nuevo paso en esa dirección, y que vamos despertándonos y perdiendo el miedo. El “Nunca Más”, emblema de nuestra democracia, también resuena fuerte ante eventos de este tipo.

Ojalá todos jóvenes, los de derecha, los de centro y los de izquierda, pero sobre todo los desinteresados y los desilusionados, entendamos que la participación política es el mejor camino para construir un futuro que valga la pena para nuestra comunidad.

Martín Cecchi – Sociólogo

martinemiliocecchi@gmail.com