Hacer consciente lo inconsciente es el objetivo principal del psicoanálisis. Ante determinada problemática que padezca un sujeto en su psiquis (la cual se manifiesta y sale a la luz mediante actos concretos efectuados por él mismo), el analista se encargará de arrojar un poco de luz en medio de oscuridad, de ir abriendo puertas que se encuentren en la mente de éste, puertas que pueden contener secretos reveladores… este hecho favorecerá al afectado para poder tomar la dirección correcta y salir del malestar.
Lo mismo sucede con un país, en el sentido de que la historia del mismo es semejante a la psiquis de un sujeto. Si ante alguna situación de incertidumbre y confusión nos fijáramos en aquello que nos antecede, eso que suele estar oculto y ser ajeno a nuestro razonamiento, si indagáramos y estableciéramos comparaciones, sabríamos hacia dónde tomar las decisiones como Nación y hacia dónde no.
Los psicoanalistas, incluso el mismo Sigmund Freud(1), al tratar perturbaciones y enfermedades como neurosis, histerias, obsesiones, etc., entienden que estas patologías actúan en el sujeto produciendo lagunas y vacíos que lo llevan a un constante sufrimiento del que no puede escapar, pues carece de los medios que le permitan este escape, no cuenta con el conocimiento necesario para afrontar la situación de un modo eficiente: una mutilación de su conciencia o de su historia es la causa de su maleficio. Con la ayuda del terapeuta y, mediante la inducción a la consciencia del trauma, se le posibilita al paciente reconocer, comprender y atacar de lleno su perturbación dejándola en el pasado. Lo mismo ocurre con un país y su historia. Para que una Nación escape de una crisis y/o no vuelva a caer en ella, necesita combatir sus patologías que, no tan lejos de ser enfermedades, afectan a los sujetos en su sociedad mediante un sufrimiento mucho más tangible y económico.
Tales fenómenos, denominados por Noam Chomsky(2) como las estrategias de manipulación mediática, actúan, al igual que las neurosis, histerias y obsesiones, a base de vacíos mentales sustentados en las represiones, resistencias al conocimiento y al esclarecimiento de los hechos, principalmente de acontecimientos trascendentales que condicionan nuestro presente para bien o para mal. Estos fenómenos y estrategias de manipulación los encontramos en la distracción televisiva, con programaciones insulsas e insípidas, que apuntan a captar los instintos más primitivos del ser humano, además del consumo desmedido, de los estereotipos, las modas, etc. Estas estrategias de manipulación van provocando amnesia en los sujetos, lagunas en la memoria, cerrando puertas, impidiéndoles acceder a lo que realmente es valioso: el conocimiento y la historia de su país; privándoseles de saber las decisiones tomadas y las que no se tomaron, de los aciertos y desaciertos, del progreso y retroceso, del crecimiento y del déficit.
Tal vez de eso se trata, como lo plantea George Orwell en su novela “1984”(3): “El que controla el pasado controla el futuro; y el que controla el presente controla el pasado”. Pues sí, tener el control y el poder es lo que se han disputado las distintas regiones del mundo a lo largo del tiempo, cosa que resulta extremadamente siniestra para quienes creemos en la libertad.
El punto de esta breve reflexión no es más que la de establecer una comparación entre la psiquis de los individuos y la historia de un país, la cual nos incluye a todos y a cada uno de nosotros. De esta observación podemos apreciar que, tanto una como la otra, ante determinados fenómenos traumáticos, como son los vaciamientos del conocimiento, la inconscientización de lo consciente, devenidos de diversos fenómenos, actúan, reaccionan y hacen divagar a los sujetos en la misma incertidumbre que aflige al individuo y a la sociedad en su conjunto, poseedores de una psiquis individual y una colectiva. Es por eso el pedido sugestivo y sugerido a la consciencia, de levantarse y revelarse de un modo cuestionador, comparativo e interrogativo contra los prejuicios, juicios prematuros y superficiales, estereotipos, slogans tipificadores, modas, consumo desmedido y, principalmente, oponer un gran freno de antemano a estos distractores del valioso conocimiento, lo cual nos permitirá dejar los tormentos en el camino y saber hacia dónde dirigir nuestro rumbo, y andar, como individuos y como sociedad.
Facundo Romo
1-Sigmund Freud fue un médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX
2-Avram Noam Chomsky es un lingüista, filósofo y activista estadounidense. Es profesor) y una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, gracias a sus trabajos en teoría lingüística y ciencia cognitiva. Es, asimismo, reconocido por su activismo político, caracterizado por una fuerte crítica del capitalismo contemporáneo y de la política exterior de los Estados Unidos. Se ha definido políticamente a sí mismo como un anarquista o socialista libertario. Ha sido señalado por el New York Times como «el más importante de los pensadores contemporáneos».
3-George Orwell es uno de los ensayistas en lengua inglesa más destacados del siglo XX, y más conocido por dos novelas críticas con el totalitarismo: Rebelión en la granja y 1984. «1984» es una novela de ficción distópica, que gira sobre un país cuyo régimen político totalitario, emplea asfixiantes medidas de vigilancia social, dominado por la figura omnipresente del Gran Hermano. Son temas predominantes la facilidad para manipular la información, la deshumanización social y el proceso de globalización con el traspaso de poder desde los líderes nacionales a desconocidas élites burocráticas mundiales.