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Opinión: “El miedo, río revuelto de los grandes pescadores”

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pezgordoEn el año 1976, mientras la dictadura cívico-militar argentina secuestraba, torturaba y desaparecía a miles de compañeros para imponer un modelo cultural, social, político y económico contrario a los intereses del pueblo, recibió el Premio Nobel de economía el norteamericano Milton Friedman, autor intelectual de las tesis neoliberales que dieron el contenido económico a la justificación de los genocidios en América latina en los años ´70 y ´80 y a la cruenta aplicación de las “recetas” económicas de los ´90.

La investigadora canadiense Naomi Klein, una de las más destacadas críticas de las propuestas del neoliberalismo, publicó en el año 2009 el libro “La Doctrina del Shock”, donde analiza, entre otros aspectos, el desarrollo de las ideas del Nobel.

Para Klein, el capitalismo propalado al mundo por Friedman desde la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago es intrínsecamente violento y se basa en la manipulación psicológica de los ciudadanos.

Señala Klein en su libro que en los años ´40 se desarrollaron en el campo de la medicina experimentos en pacientes con patologías psiquiátricas que demostraron los efectos desestabilizadores del miedo, el dolor y la desestructuración emocional.

Se sometía a los enfermos a terapias de electrochoque con el objetivo de “limpiarles” las mentes e incidir en una especie de nueva personalidad que tuviese como principal atributo a la obediencia. Se intentó así rehacer a las personas, conmocionándolas hasta que perdieran los mecanismos psicológicos básicos de autodeterminación.

En los años ´50 estos estudios fueron tomados por los servicios de inteligencia norteamericanos y se sistematizaron en manuales de torturas aplicados en los interrogatorios a prisioneros, a quienes se los sometía a descargas eléctricas para reducirlos a un estado infantil, produciéndose la regresión de la personalidad y la subordinación.

Milton Friedman propuso extender la utilización de los principios de estas cruentas técnicas de las experiencias individuales a las colectivas. Sabedor que los resultados de las políticas neoliberales siempre son antipopulares, ya que generan pobreza y desigualdad, el economista yanqui, basándose en el “poder del shock”, puso el acento en las crisis (económicas, políticas, naturales, etc.) como oportunidad propicia para los negocios de los peces gordos.

Para el Premio Nobel la magnificación de las catástrofes ablanda a las sociedades, las pone en estado de shock e indefensión y ese es el río revuelto fértil para las recetas neoliberales de preeminencia del mercado de una minoría sobre el bienestar general.

Friedman recomendó entonces a sus seguidores aplicar “tratamientos de choque”, es decir aprovechar las crisis cualquiera sea su origen para que en ese estado de indefensión social se golpee a los sectores populares.

Y así lo hicieron dictaduras desembozadas y democracias disfrazadas en todo el mundo:

A partir de 1973, el genocidio de Pinochet en Chile recortó el gasto público a la mitad y sentó las bases de la concentración de la riqueza en pocas manos. El propio Friedman concurrió personalmente a corroborar el trabajo de sus alumnos en el laboratorio del shock chileno.

El plan sistemático del terror implementado por las fuerzas armadas argentinas a partir de 1976 fue la punta de lanza del paquetazo neoliberal conducido por Martínez de Hoz, seguidor del fundamentalismo económico de Chicago.

En 1982, el triunfo en la Guerra de las Malvinas le permitió a Margaret Tatcher consumar un proceso de privatización que arrojó a miles de británicos a la desocupación, no obstante las innumerables protestas populares.

Menem, a principios de los noventa, junto al “Chicago boy´s” Domingo Cavallo, aprovechó el clima de conmoción de la hiperinflación para desarrollar la explícita “cirugía mayor sin anestesia” que anunció el día de su asunción y que terminó con el desguace del Estado y la concreción de grandes negocios para empresas transnacionales a costa del hambre del pueblo.

Las crisis pueden ser inducidas o depender de fenómenos sociales o naturales incontrolables, pero Naomi Klein nos advierte que los estados de shock y la inmovilización que produce el miedo siempre son pasajeras y que el mejor modo de permanecer orientados, de resistir el shock, es saber lo que nos está sucediendo y porqué.

En éstos y otros tantos días en que los peces gordos se frotan las manos con los posibles ríos revueltos, la información es fundamental. Informarnos ayuda a prevenirnos de la posibilidad de ser obedientes en base al miedo.

 

Qué los neoliberales de siempre no nos vendan el mismo pescado podrido.

 

Ricardo Nasif

ricardonomnasif@gmail.com