Hoy quiero decirles que tengo un deseo que creo es difícil que se cumpla. Me gustaría o desearía poder escribir, opinar o verter conceptos nuevos, sobre cosas futuras que lleguen a pasar o estén relacionadas con el progreso, la mejora continua, la eficiencia, el desarrollo, el crecimiento. Pero volvemos a llenar páginas y páginas con remozadas ideas respecto a lo mismo. La realidad inflacionaria nos supera, me supera y no me deja ver el bosque. Es que éste árbol frondoso que es la inflación es el más importante, si cae éste, caen todos, si este fuego se propaga, el bosque se incendia.
Quisiera poder escribir sobre lo bien que se hizo tal o cual cosa, o el momento indicado en que se tomó una medida política que afectó la economía, o lo bien que está el mercado cambiario argentino, o sobre cómo se han construido casas para aquellos que no la tienen.
Pero no, ser argentino tiene otras implicancias. No está todo mal, en esto coincido con la presidente, no hay que generar una cadena de desánimo, no hay que entrar, ni alimentar ni generar una psicosis, producto de rumores que sólo eso son. Pero sí debemos ser realistas que muchas cosas no están como dijeron que estaban. Unos nos dimos cuenta e intentamos avisar desde nuestro humilde lugar, otros no; compraron el modelo, lo defendieron con uñas y dientes, algunos arrepentidos, otros no. Seguimos en el mismo barco, y como siempre, corremos el riesgo de hundirnos.
Economía o política. Insistí siempre en que la economía es una ciencia social, que es cuantificable por métodos matemáticos y estadísticos, pero con la voluntad de la gente no se puede jugar, no se la puede manejar. Entonces mi interrogante es si la crisis que estamos viviendo es económica o política.
Creo que desde hace mucho tiempo estamos viviendo una crisis política. La inacción, incompetencia, la imposibilidad de solventar este tipo de problemas que devienen de la sociedad-porque en definitiva la clase política, como algunos la llaman, es un reflejo de nuestra sociedad por mal que nos pese- han causado sí, sus reacciones en la crisis económica.
En el año 2007 comenzó en EEUU una crisis que se extendió por el mundo producto de la avaricia de realizar hipotecas sobre hipotecas, aun esto fuera contra requisitos de garantía y/o alguna norma ética. Sin dudas la crisis se inició por falta de valores, por falencias morales y éticas. En Argentina pasa y pasará siempre lo mismo.
La inflación es una consecuencia de no haber ejecutado, decidido, realizado lo que había que hacer. Y no se hizo porque era políticamente incorrecto. Porque cada medida bien tomada en épocas de expansión económica es una medida que hace perder votos. Los ajustes de subsidios debieron realizarse hace 4 años, pero prefirieron aumentar el gasto desmedidamente para no perder votos.
Esta es una realidad. La inflación es una consecuencia del mal momento político argentino. Del mal momento social argentino.
El empresario que infla los precios es tan culpable como el Estado que no generó el marco o escenario económico para que eso no suceda. La especulación no es mala, es usada permanentemente para poder negociar; lo que sí es perjudicial es la falta de credibilidad, confianza y certidumbre demostrada políticamente en momentos decisivos para comandar y evitar dicha especulación.
Vivimos hace varios días un aberrante hecho en la ruta 7 donde 16 personas perdieron la vida. El camión que iba en contra mano cruzó al menos 40 vehículos durante los 6 minutos que transitó hasta colisionar el micro. Según el jefe de la Policía en ese momento se recibieron 3 llamados al CEO, o sea, sólo 7.5% de las personas que vieron al camión hicieron algo al respecto. Sin mencionar del playero que vio al camionero borracho salir de su playa de estacionamiento, o al médico que también lo vio y lo dejó ir. O los asistentes en la comisaría 25 que no hicieron algo ante la denuncia de un ciudadano que quiso echarse el equipo al hombro.
Lo que quiero decir es que todos fuimos cómplices por acción u omisión, porque como sociedad estamos viviendo un momento de falencia espiritual, falta de valores y principios. Estos errores también los vemos en nuestros políticos, luego nada bueno podemos esperar de las medidas económicas.
No voy a decir qué hacer y qué no respecto a la compra de moneda extranjera, a los precios descuidados, a la inflación en general. Lo único que sé es que si los números no mienten, al menos los privados, en enero 500 mil personas pasaron a ser pobres. Si éste número se mantiene en el año, tendremos 6 millones nuevos de pobres en nuestro país sumados a los 12 millones existentes, será casi la mitad de la población argentina. Entonces me pregunto, dónde está el crecimiento del 7.5% que veníamos teniendo, dónde está la década ganada. Habrán visto entonces que no fue un desarrollo verdadero, que no estábamos como nos dijeron.
Cada uno sabe qué hacer en su microeconomía habitual, de hecho algo mencioné en la columna pasada. Sí me gustaría que algo les quedara sobre el hecho de que tenemos que comenzar de una vez por todas como sociedad, como país, tirar realmente para el mismo lado. Debemos poder hablar del país que viene, no de lo que se hizo mal, hay que tener en cuenta los errores, pero debemos definitivamente mirar hacia adelante. La economía no se solucionará en éste año ni en el que viene. Este problema es más grave, pero si determinamos bien las causas, podremos hacer un buen diagnóstico y aprovechar las oportunidades que nos da el mundo como proveedor de materia prima.
Tenemos al menos 5 años por delante para bajar la inflación, existen generaciones de niños, adolescentes que no tienen la costumbre o cultura de trabajar por el acostumbramiento generado por varios planes sociales, que fueron útiles, pero ahora no lo son. Esa es la realidad nuestra, una reducción importante de quienes trabajan, de matriz productiva, y un crecimiento del gasto público. Para mal o para bien, es la realidad y tenemos juntos que tratar de superarla, no diré si fue correcto o no, pero fue, y hoy debemos sobreponernos. El fantasma más grande es hacer que sólo sea una crisis económica, porque ésta se soluciona, la crisis social y política no.
Carlos Delú
Contador Público
Un comentario
muy buen comentario, voy a seguir sus columnas señor delù
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