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Opiniòn: «Desigualdad, explotación y violencia»

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Por Juan Jofre

Tiene la misma edad que yo y desde que teníamos ocho años fuimos vecinos hasta casi los veinte. El iba a la escuela privada al igual que sus hermanos. Yo a la pública al igual que mis hermanos. Al secundario si fuimos juntos hasta que el dejó de estudiar y se dedicó a trabajar en la finca con su papá. Recuerdo que su mamá me pedía que lo convenciera para que siga estudiando porque decía que sin estudio no iba a poder hacer nada. Un pibe normal, con algunas reacciones violentas, con muchos prejuicios, algo tímido. Nada del otro mundo.

Los sábados a la tarde nosotros, con mis hermanos, no queríamos ir a buscarlos para jugar porque la vereda de su casa estaba llena de gente sucia que esperaba a su papá. Con el paso del tiempo dejé de tenerle miedo a esa gente y me empezó a dar pena. Luego, de mas grande, lo que sentía era mucha bronca por la situación que le hacían pasar a esas personas. Era gente a la que hacían esperar toda la tarde del sábado, a veces más de ocho horas, para pagarles la semana de trabajo.

A medida que nos fuimos haciendo grandes comenzaron las diferencias. Su papá compró una camioneta0 kmmcuando mi viejo cerraba su negocio, allá por fines de los 90`. Sus zapatillas fueron siempre mejores que las mías, al igual que sus botines y el resto de la ropa. Empezamos a pensar muy distinto con el paso de los años, y en los últimos tiempos nos saludamos con un simple gritito de “¡vecino!”, acompañado de una mano levantada sin muchas ganas.

Luego yo me fui a estudiar y él se casó. Hizo su fiesta, se construyó su casa en una de las fincas que tienen, se compró su 4 x 4 y formó su familia. El único de mis hermanos que tiene su casa la terminó de construir hace poco, luego de diez años de trabajo junto a su mujer. ¿Trabajan más que nosotros? Lo dudo.

Desde hace unos veinte o veinticinco años se dedican a producir papa, ajo, zanahoria, ganado y otros negocios. Las vacas las venden al matadero y el resto de la producción, desde hace un tiempo, lo venden a granel a una firma extranjera que la industrializa o la exporta. Con sus tierras alimentan a otros países mientras nosotros pagamos demasiado por nuestra comida.

A él, a su papá y a sus hermanos los veo más o menos una vez por semana o cada quince días. Cada uno llega en su 4 x 4 y no se escucha lo que hablan, pero si se escucha cuando putean, sobre todo a los políticos, la Policía, a la AFIP o a la “yegua”, según con quien estén más enojados en ese momento. El presidente dela Sociedad Ruralde la zona a veces putea con ellos.

Me enteré esta mañana que una persona a la que admiro mucho los había denunciado. Averiguo. Esta persona es conocida en el Valle de Uco por la valentía y por lo bien que hace su trabajo. Es encargado de inspeccionar las fincas de la zona y constatar las condiciones de trabajo de los empleados.

Como siempre, supuse que mis vecinos tenían trabajadores en negro, sin un lugar adecuado para vivir, sin condiciones para la higiene y hasta niños de doce años trabajando para ellos. Cuando el valiente funcionario fue constatando irregularidades, mi vecino y su papá se pusieron nerviosos. Mi vecino, el que tiene los mismos años que yo, le dio una golpiza y luego le tiró un ladrillazo que el padre alcanzó a detener casi en el aire como pudo.

La noticia ha circulado y el hecho será uno más para muchos de los que leen o escuchan novedades en los medios de comunicación. Pero no fue una noticia más para mí porque sé cómo y desde donde se ha gestado ese odio que algunos productores, finqueros o empresarios tienen con aquellas personas que han decidido levantar la bandera de la justicia social, de la igualdad, del trabajo justo y digno. Conozco desde chico esa mirada ofuscada, denigrante, discriminadora y opresiva con la que los dueños del mundo miran a los miserables que “trabajan” para ellos.

Comencé a tener mis primeras inclinaciones ideológicas cuando descubrí el dolor y la bronca que me generaba ver a esa gente siendo mal tratada, basureada, esperando la moneda para comprar lo mínimo. Desde ahí se que no puedo estar en la misma vereda que ellos, por lo menos en lo que se refiere a trabajo, economía, proyecto de país, cuestiones sociales, y algunas otras. Desde ahí se que ellos no van presos por estos delitos, y que tienen jueces y abogados amigos y corruptos.

Casualmente la noticia de lo que les pasó a mis vecinos me llegó junto con la de que una Cámara de la “Justicia” había detenido la decisión de recuperar las tierras dela Sociedad Rural en Palermo que fueron robadas a todo el pueblo argentino mediante sucios tratos hace ya bastante tiempo. Así vamos, en esta realidad vivimos, esta es la dinámica de los grupos con intereses, ideas y sueños distintos y hasta opuestos. Esto no puede ser ajeno a los demás ciudadanos, no nos puede dar lo mismo. Este tipo de cosas nos obliga a tomar posiciones. Amigo lector, ¿usted de qué lado está?¿Le da lo mismo esto? ¿Defiendo a los explotadores? ¿Censuraría este escrito? Deseo que no.

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