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La «Carta al docente» que causó revuelo en el Valle de Uco

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El docente Juan Jofré publicó en las redes sociales una carta en la que expresó su percepción con respecto a la resolución que sistematiza el nuevo Régimen Académico del Nivel Secundario. La opinión de nuestro columnista produjo controversias y repercusiones que trascendieron lo regional. A continuación el escrito que convocó al debate y a la crítica de los educadores del Valle de Uco.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                      San Carlos, 1 de Junio de 201

Amigo Docente:

Te escribo esta carta para contarte lo triste y decepcionado que me siento por las destructivas, discriminatorias,  elitistas y casi fascistas opiniones de muchos otros docentes del nivel medio, ante la aparición de la nueva resolución de DGE que reglamenta el nuevo Régimen Académico del Secundario.

Te cuento que cuando leí la resolución me emocioné, festejé, me puse muy contento de ver que por fin se concretaban en una herramienta legal los deseos de una educación secundaria más justa, flexible, abierta… ¡Es lo que necesitamos! Pensé con alegría.

La leí varias veces, de atrás hacia delante, fui marcando y buscando los puntos que me parecían importantes para ir reclamando y construyendo en las escuelas donde trabajo.

Ver que el Estado aparece como garante del “derecho a la educación para todos los niños, adolescentes y jóvenes de la provincia en el sentido de asegurarles el ingreso, permanencia y egreso en los niveles obligatorios y trayectorias escolares relevantes en un ambiente de cuidado y confianza en sus posibilidades educativas”, me pareció un gran logro en lo político.

Leer que los cambios se proponen y nos proponen la “mejora de la calidad de los aprendizajes” me terminó de emocionar. Ver que se hace explícito que es necesario “renovar las propuestas formativas, reorganizar las instituciones, desarrollar estrategias pedagógicas que favorezcan trayectorias reales, continuas, completas y relevantes para todos los jóvenes mendocinos” me terminó de llenar. Me sentía pleno, pensando que por fin íbamos a empezar por el principio.

Me imaginaba llegar a las escuelas el lunes y encontrar docentes que también estuvieran felices. Pero esa ilusión era producto de mi afán de negar algunos aspectos duros de la realidad que mucho no me simpatizan.

Ya el diario del domingo con su titular amarillista me desalentó. Decía algo así como que “bajan” las exigencias para el nivel secundario. “Casualmente” a los días una “brillante” periodista opinaba en contra de las nuevas medidas, diciendo que cada vez hay menos exigencia, y sus muy flojos fundamentos dejaban en evidencia el fascismo de sus concepciones. No me hice tanto problema, estoy bastante acostumbrado a que los grandes diarios hagan circular y reproduzcan discursos elitistas que apuntan a generar una opinión pública conservadora que no se meta nunca con los intereses de los sectores dominantes y siempre castigue y juzgue a las clases populares.

Nuevamente quise imaginar que al otro día en las escuelas iba a encontrar gente contenta.

Me encontré salas de profesores llenas de docentes que se quejaban de que la nueva resolución les “hace todo más fácil a los chicos”; “que se les regala todo”; “que ahora vamos a tener que aprobarlos a todos”; “que el Gobierno lo único que quiere es que le den los números, no importa cómo”; “que eso de evaluar el proceso de dónde se ha visto”… y una serie de otras opiniones dignas de personas de la alta sociedad del Siglo XIX  tomando un té inglés y soñando con niños rubios, buenos y bonitos en las escuelas.

¿No es nuestra tarea hacer que puedan aprender de un modo más fácil? ¿Qué le estamos regalando? ¿Que todos aprueben no debería ser nuestra principal meta? ¿No es lógico que el Gobierno (y toda la sociedad) quiera mejores números? Preguntas que no quise hacer por no pelear. “Solo eso les interesa, que les den los números”… y yo pensaba… ¿habrán leído la resolución? Pregunté. Nadie la había leído. Todos sabían lo que les habían bajado algunos directores en reuniones y específicamente lo que se refería a que el trimestral ahora se promedia.

Del resto de los principios, regulaciones y propuestas dela  Resolución0682 no tenían ni idea. Solo estaban haciendo foco en la calificación y acreditación… les faltaba haber leído los primeros 22 artículos que hablan sobre las trayectorias escolares, la calidad de los aprendizajes, la enseñanza, sus estrategias, su planificación, la flexibilización de la organización escolar, las instancias de apoyo y tutoría, y la evaluación en general.

Sobre este último punto, la resolución establece que “se considere a la evaluación educativa como un proceso de valoración de las situaciones pedagógicas”, y es lo que los estudios sobre investigación educativa vienen planteando hace años. No se puede juzgar un aprendizaje solamente con evaluaciones finales. Esto lo repetimos y leemos mil veces, pero no lo queremos cumplir.

Todos los sujetos somos distintos y más a la hora de aprender. ¿No es lógico y justo que se califique y evalúe según el proceso de aprendizaje que cada uno hace? ¿No es lógico y justo que haya varias instancias para demostrar los aprendizajes ya que todos tenemos ritmos diferentes?

En definitivala Resoluciónpara mí era de vanguardia, novedosa y hasta revolucionaria si me lo permiten. Pero para el resto de los docentes que compartían esas mesas, solo era más de lo mismo.

Me pregunté ¿Cómo pueden dar clases siendo tan negativas? ¿Con qué cara entran al curso? ¿Qué pensarán sus alumnos acerca de éstos docentes? ¿Se puede ser docente si no se tiene esperanza?

Recordé que alguna vez había discutido con algunas y algunos de ellos acerca de otras políticas educativas y sociales, y me acordé que me habían parecido conservadores y elitistas.

“Todo se arregla con voluntad”; “son pobres porque no quieren trabajar”; “el problema es que los chicos no estudian” y otras frases así tuve que escuchar en esas discusiones. De los fundamentos de esas frases ni noticias; nunca me pudieron dar uno más o menos coherente. Se dicen meritocráticos. Dicen que cada uno tiene lo que se ha ganado. Pero ese discurso se les complica a la hora de hablar de los puntos de partida. Porque si los méritos son alcanzar ciertas metas, lo más razonable es preguntarse por el punto de partida. Cuando se ven las grandes distancias de unos y otros, el discurso de la meritrocracia se cae a pedazos.

En vano he intentado explicarles algunas veces que estaban hablando de cosas que no sabían. Que estaban emitiendo un juicio de valor sin haber hecho un previo análisis. Nunca me escucharon. O si me escuchaban rechazaban mis razones pero sin fundamentarme por qué.

Les quise explicar que la inequidad y la injusta distribución de la riqueza son centrales a la hora de hablar de educación. En Latinoamérica (según datos dela CEPAL, UNESCO), el 85% de los jóvenes pertenecientes al 20% más rico de la población, termina sus estudios secundarios. Los que no lo hacen se dedican a continuar los trabajos de la empresa familiar. Por el contrario, en el 20% más pobre de la población termina el secundario el 26% de las mujeres y el 23% de los hombres. Los que no lo hacen ingresan en el circuito de la economía informal (trabajo en negro y mal remunerado) de donde es muy difícil salir. Hay además una transmisión intergeneracional de este problema. Los hijos de padres universitarios terminan el secundario 9 de cada 10. En cambio, los jóvenes cuyos padres no terminaron la primaria, finalizan la secundaria sólo 3 de cada 10. Les dije mil veces que no lo digo yo, lo dicen las ciencias que estudian la educación: la psicología, sociología, filosofía, antropología, psicología social y la misma didáctica.

Hay quienes no quieren entender. Recuerdo haberle dicho a una profesora: “¿Qué pensaría usted de mi si yo le digo que para mí el sol gira alrededor de la tierra? Usted me diría que la ciencia ha estudiado el fenómeno y ha comprobado lo contrario. ¿Y qué me diría si “para mí” la ciencia está equivocada porque yo veo el sol salir por un lado, moverse, y esconderse en el lado opuesto? Usted diría que yo soy un burro terco. Y tendría usted razón. Quien juzga solo por lo que ve y no acepta lo que dicen los que estudian en profundidad ciertos temas son unos burros tercos.”

Pues si las ciencias que estudian la educación dicen que la historia personal es fundamental, que el contexto es muy importante, que sin amor no se aprende, que el aprendizaje es un proceso, que la enseñanza debe  ser planificada según una secuencia gradual y millones de otras cosas; y usted las desoye y sigue dando clases como le dieron a usted; y encima después se enoja porque los chicos no le prestan atención y porque no estudian; perdóneme pero, con todo respeto, le tengo que decir que usted es un burro o mula terca.

Escribo esta carta como desahogo, porque me duele ver que muchos docentes son tan tercos a la hora de ver ciertas cosas. Hay una vieja frase no sé de quién pero que dice que “para el que mira sin ver, la tierra es tierra nomás”. Muchos docentes no ven más que la parte negativa, ven a los alumnos como objetos, como gente más chica que tiene la obligación de aguantar mi mal humor, mis malas caras, mis clases aburridas y sin sentido. Muchos docentes piensan que esos chicos después tienen que sentarse a estudiar y ahí van a aprender. Como si el aprendizaje se diera por el solo hecho de sentarse a leer. Esos docentes recuerdan con nostalgia su época de estudiante y quisieran que la escuela de hoy fuera como la de antes. Es el signo más visible de quien niega la realidad, y al negarla se torna imposible comprenderla.

Si las ciencias nos dicen que aprender es como construir algo sobre lo que ya tengo, no puedo pretender que enseñar sea solo traerle los materiales y que el chico sólo se dé cuenta cómo construir ese aprendizaje. Algunos lo hace bien. Son aquellos que tienen un contexto social y económico que los alienta y les da herramientas. Pero la mayoría no lo puede hacer, aún en contextos favorables.

Y aquí radica lo más doloroso de la cuestión. Porque si las diferencias fueran solo en lo técnico- metodológico, y tuviéramos disidencias en algunas estrategias para enseñar o para evaluar, con un poco de trabajo en conjunto lo podríamos solucionar.

Pero las diferencias se están dando en un plano más profundo, que es lo político- ideológico. En el plano del tipo de sociedad, país y mundo que soñamos y queremos. Porque los profesores que no aceptan que deben cambiar sus prácticas para generar mejores aprendizajes en todos los chicos, están defendiendo una escuela secundaria para pocos, es decir, de elite. Una escuela a la que vayan los que se adapten a tener que aprender solos, a tener que estudiar cosas que se podrían aprender más fácilmente de otra manera. Que se adapten a no tener el poder de protestar, proponer o participar. Una escuela en la que el que no se adapta se va, chau, perdió, a otra cosa, finish, etc.

Reclaman “exigencia” pensando que apretando o amenazando se aprende, cuando lo que se necesita es algo más humano y más sencillo. Se llama amor y se traduce en compromiso. Cuando se enseñara así no hace falta exigir con amenazas y castigos, porque la exigencia brota producto de ese amor. Es una exigencia comprensiva y paciente

Estos docentes, sin querer o queriendo, están defendiendo los intereses de los sectores de la sociedad que más poder concentrado tienen. Poder económico, político, mediático, etc. Estos docentes, sin querer o queriendo, están impidiendo que la sociedad sea más justa, que hayan oportunidades de aprender, mejorar y crecer para todos los chicos y chicas del país. Estos docentes, sin querer o queriendo, están deseando tener una escuela secundaria con pocos alumnos, todos buenitos, obedientes, calladitos y que aprendan a repetir como loritos.

Algunos dicen que estas “facilidades” no son incentivo para los chicos que “hacen las cosas bien”, es decir, aquellos que se adaptan y responden a lo que la escuela les impone. Pues el que piensa así es un egoísta que no se preocupa por si a los demás les cuesta más o si hay diferencias en los ritmos y oportunidades de aprendizaje. A los chicos los debería mover un interés por aprender y crecer y no esos intereses egoístas que los conservadores gustan de instalar en las mentes y corazones de los jóvenes.

Termino esta carta de desahogo. No sé si alguien la va a leer. Quizás algún amigo. Quizás algún docente que piensa como yo. Dudo que alguno de los que piensan diferente.

Igual la escribo. Igual la voy a hacer circular todo que pueda.

Igual te pido amigo docente, repiensa tus actitudes, por favor. No por mi bien. Por los pibes y por vos, porque te vas a enfermar, y vas a enfermar a otros.

De despedida te dejo un abrazo de un educador que sueña con un mundo mejor, pero para todos.

                        Juan Jofre

                       Prof. En Ciencias dela Educación

                                        29.189.852

                                        junjof@hotmail.com

3 comentarios

  1. Querido Juani: Si bien comparto muchas de las cosas que decis en tu carta a los Docentes, creo que también es importante tener en cuenta la formación disciplinar de los mismos. A veces, este tipo de discusiones tienen un marco que trasciende el posicionamiento ideológico desde donde se construye la norma. En este caso la res. 682/12. Opiniones habrán siempre, y creo que mientras más contradictorias sean, mejor para poder aportar desde la crítica. Leí la carta, y la verdad, está buenísima. Es importante que un profesional joven como vos se meta y opine. Yo llevo 21 años en esta profesión y creo que este es un trabajo que no termina nunca, porque como vos sabés, siempre la moneda tiene dos caras. Habrá que tolerar, y desde allí construir concensos. Abrazo. Ariel

  2. Gracias Seba, la idea era sacarme las ganas de decir y generar respuestas a favir y en contra en los que la leyeran. Asi que si pensaste en un par de profes enviaselas para que la lean. Abrazo

  3. Muy buena la carta Juani.
    La verdad que me has dado mucho para pensar, y conozco un par de Docentes que le haría falta leerla y abrir los ojos,
    así como hay otros que entienden esto como un cambio positivo.
    Abrazo Grande.!

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