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Opinión: “Y una juventud maravillosa…”

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Por Rodrigo Hinojosa

“A lo largo y ancho del país se multiplican las agrupaciones políticas de jóvenes, las organizaciones ambientales repletas de pibes, los centros de estudiantes, las juventudes religiosas, las organizaciones que defienden los derechos de las minorías sexuales. Ser joven se volvió de repente en sinónimo de ímpetu, fortaleza y aires de cambio.”

Pareciera mentira, pero un año electoral ha pasado, cientos de análisis fueron desechos, solo algunos, los que se corroboraron, emergieron como vencedores. Algunos gobiernos dejaron de ser gobierno, para dar lugar a nuevos, otros siguen siendo. Pero los malos ya no son tan malos, los buenos siguen siendo, los discursos dejaron de ser tan virulentos y el llamado a conciliar pareciera ser el discurso en auge. Como buenas, y en general, a vos no te echaron del trabajo, a los docentes les pagan en tiempo y forma, a los jubilados les aumentan la jubilación dos veces al año y lo más importante la cobran, los estudiantes recibieron, contra todos los pronósticos, sus netbooks, si sos comerciante crecieron tus ventas y si te afectó la crisis, no fue para tanto, no te fundiste (hace algún tiempo seguro te fundías). No pudiste comprar dólares, mala suerte pero seguramente es porque no has blanqueado tus ingresos, pero te doy un consuelo, según algunos especialistas el dólar es una moneda agotada, ya no tiene el valor que tenía antes, comprarlos sería una mala inversión, comprar ladrillos es mejor.

En fin, fue un buen año. Pero me gustaría que recordáramos algo juntos: hace unos años la Argentina se venía a pedazos, ese país de los saqueos, de los índices altos en todo, menos en empleo y seguridad social, la del “que se vayan todos”, frase emblemática que era un llamado a la vida política argentina, un reclamo a la renovación de la dirigencia. Seguramente fue el reclamo que más tardó en darse, pero aunque fue un proceso lento, llegó. Y llegó desde el lugar donde menos se esperaba: la política.

Los procesos son largos y repletos de contradicciones, pero parece que, por fin, algo comienza a cambiar. Si pensamos en los años del “que se vayan todos”, seguramente los resultados no fueron los esperados, pero es primariamente, porque las condiciones no estaban dadas, el recambio generacional todavía no estaba en marcha.

Diez años después pareciera que algo pasó. Seguramente a partir de los cambios en los paradigmas económicos, las mejoras en la calidad educativa, las posibilidades de acceso a niveles superiores de educación, pero fundamentalmente por una gran vocación de trasformación y la vuelta de la solidaridad como forma de vida, es que cientos de cuadros políticos jóvenes se volcaron nuevamente a la vida política. No son solo los doce diputados de más o menos treinta años que a partir de las últimas elecciones integran el Congreso de la Nación, o los que todavía no peinan canas en las Cámaras provinciales, sino sobre todo los cientos de miles de pibes que empezaron a pensar un poco más en el prójimo. A lo largo y ancho del país se multiplican las agrupaciones políticas de jóvenes, las organizaciones ambientales repletas de pibes, los centros de estudiantes, las juventudes religiosas, las organizaciones que defienden los derechos de las minorías sexuales. Ser joven se volvió de repente en sinónimo de ímpetu, fortaleza y aires de cambio.

“Que florezcan mil flores” fue nuestra frase de cabecera, y vaya suerte la nuestra, la de los argentinos, la de los mendocinos, la del Valle de Uco… Empezaron a florecer casi como si fuera una primavera eterna. Hace algunos días vi como un Centro de estudiantes de secundario volvió a florecer, el de la Escuela Normal de Tunuyán, también me enteré como renació el de la escuela Técnica de Vista flores, o cómo, estudiantes del Nivel Superior integraron una lista de concejales, o las mesas en las que jóvenes invitaban a firmar contra los proyectos mineros, en medio de las veredas…

Se llama Lucía, tiene catorce años y hace algunos días anda recolectando firmas contra un emprendimiento minero; Camila me llamó para que la asistiera en la creación de un Centro de Estudiantes; Carla tiene muchas ganas de que la JP de San Carlos vuelva a ser gloriosa; Javier empezó como joven misionero y ahora pretende buscar un trabajo que lo ponga en contacto con la gente para poder llevarles soluciones; Abigail quiere estudiar Ciencias Políticas; Carina participa de su Unión Vecinal en una zona rural; Pablo milita en su Centro Estudiantes y quiere recibirse para poder asistir a los pibes de su barrio… Casi desde la sombra algo empezó a cambiar, solo nos faltó sumarnos, pero de algo estoy seguro, hay que darle lugar a la esperanza, aunque solo sea para ver que pasa…

Feliz año nuevo, el que nos dejó no fue tan malo, alguien seguramente nació y las primaveras hicieron su trabajo, solo falta que vos gruñón y renegón riegues las nuevas flores para que no se marchiten.