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OPINIÓN: “La historia oficial no puede impedir que volvamos a llenar de sentido la palabra revolución”

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Por Juan Jofré

Esa historia oficial actual tiene batalla, y se la está dando un pueblo que quiere recuperar los ideales revolucionarios de Mayo de 1810, y va logrando conquistas en pos de la igualdad (de género, de clases), la soberanía (energética y económica) y la libertad.

La historia oficial vació de contenido la palabra Patria, y pintó de colores claritos a la palabra Revolución.

Mayo de 1810 fue el momento en que los soñadores, latinoamericanistas y cultos de la época vieron las posibilidades reales para “desatarse” de España: Napoleón dejó sin poder a la corona española; en Europa y América del Norte se vivía el momento de la libertad, de la soberanía, de los Estados independientes, de las leyes y las democracias.

Los verdaderos patriotas del Río de La Plata, convencieron a los ricos acerca de la imperiosa necesidad de formar un gobierno patrio. Los terratenientes adinerados no tenían la más mínima intención de revolucionar nada, ya que sus negocios con la corona andaban bastante bien. La mayoría del pueblo no entendía mucho lo que pasaba.

La Revolución de Mayo no fue una repartija de escarapelas y gente bailando candombe: fue revolución. Quizás no tan sangrienta ni peleada como la de Francia o Estados Unidos, pero sí que hubo gritos, aprietes y tiros. Los oradores lograron convencer a los ricos adentro del Cabildo, pero por las dudas afuera los esperaban los no oradores con armas, palos y bastante apoyo popular.

Luego, la historia oficial contada por los liberales antes de que se terminara el siglo XIX, nos mostró una revolución de mentira para seguir mintiéndonos.

Esa historia oficial nada dijo acerca de porqué el “Gobierno Patrio” se encargó de tener lejos o muertos a los verdaderos revolucionarios como Belgrano, Moreno o Castelli, por nombrar a los más conocidos.

Esa historia oficial nos ocultó que los terratenientes adinerados vieron lesionados sus intereses a partir de Mayo de 1810. Ellos habían hecho gran fortuna siendo súbditos de España, y ahora estaban preocupados, porque no tenían amo, y no sabían ni se atrevían a ser libres.

Esa historia oficial, nos escondió que ese “primer gobierno patrio” y luego el “ilustre” Rivadavia se arrodillaron frente al nuevo jefe económico: Inglaterra. Mientras los verdaderos patriotas dejaban la vida en la frontera Norte combatiendo contra los ejércitos realistas, los adinerados aumentaban sus riquezas en negocios coloniales con la pujante Inglaterra.

La historia oficial no menciona la primera  declaración de Independencia, encabezada por Artigas y firmada por casi todas las provincias del Litoral. La  esconde, porque esa primera Independencia contenía los ideales de Mayo: igualdad de todos ante la ley, distribución de las tierras, elecciones populares. Esa independencia hubiese arruinado todos los negocios de los ricos.

Esa historia oficial no nos dijo que los liberales que la escribieron, con Mitre a la cabeza, pretendían un Gobierno débil, que no se metiera con lo económico. Esa historia oficial nos escondió los intereses que mueven la historia.

Esa historia oficial no ha dejado de escribirse. Hoy se escribe en tinta antinacional en muchos medios de comunicación que defienden los intereses de grupos económicos a los que no les importa en lo más mínimo el bienestar del pueblo, sino la rentabilidad de sus propios negocios.

Esa historia oficial actual tiene batalla, y se la está dando un pueblo que quiere recuperar los ideales revolucionarios de Mayo de 1810, y va logrando conquistas en pos de la igualdad (de género, de clases), la soberanía (energética y económica) y la libertad.

Esa historia oficial no puede impedir que volvamos a llenar de sentido la palabra revolución y decidamos cambiar nuestro destino. Esa historia oficial no puede callar los gritos de un pueblo que grita con alegría… ¡Viva la PATRIA!

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