Si hay algo que debemos destacar de este casi cuarto de siglo que estamos por estrenar, es que la humanidad se ha empeñado en darnos comodidad. En todos los ámbitos las tecnologías se ocupan en inventar y reinventar sistemas que nos lleven menos esfuerzo realizarlo y menos movimientos.
De aquella increíble primera generación de video juegos (1972) a esta impensada octava generación que estamos viviendo bajo el concepto “en red”, pasaron más de 40 años dejando tras de sí 42 millones de niños obesos. Pero no debo caer en el facilismo de que todo es culpa de una simple consola, también debemos acompañarlo de un mundo basado en el consumismo de alimentos hipercalórico en base a grasas y azúcares, y a niños que no aprendieron el verdadero significado de la palabra “juego”.
Está demostrado que el sedentarismo y la mal nutrición son los desencadenante de la obesidad infantil[1]; siendo éste uno de los problemas de salud pública más grave del siglo XXI.
En Mendoza se calcula que el 40% de los niños en edad escolar (5 a 11 años) tienen sobrepeso y/u obesidad, y que el 90% se considera sedentario[2]. Es decir que se estima que 1 de cada tres niños en edad escolar tiene exceso de peso.
Los datos son alarmantes y más si tenemos en cuenta que las estadísticas se elevan año tras año.
Muchos de nosotros (los lectores) venimos del mundo donde el juego era algo in situ, donde la calle, el descampado, la canchita eran nuestro segundo hogar después de la escuela, ya que eran los lugares donde más tiempo pasábamos. Se me hace difícil recordar un día de mi infancia donde un video juego me haya ocupado tiempo de mi preciada tarde, era habitual que la noche nos atrapase en alguna carrera de barquito por alguna acequia, en alguna troya (de bolitas) de algún vecino, en alguna mega-construcción de una casa de árbol o en algún estadio de fútbol barrial.
El mundo cambió y sólo nos queda la nostalgia de aquellos recuerdos, hoy los niños nos necesitan y nos necesitan más que nunca, debemos volver a enseñarles a jugar, a disfrutar del aire libre y de las miles de aventuras que nos esperan en el valle encantado de Uco.
Día a día veo niños que no saben qué hacer cuando de jugar se trata, tantas responsabilidades extracurriculares le sellaron la imaginación, los potreros de barrios ya no son tan frecuentes y la inseguridad poco a poco ha ganado la batalla. Si a estos factores le sumamos que muchas instituciones educativas –verdaderas fábricas del sedentarismo- prohibieron correr en los patios, además de ver recortadas sus horas de Educación Física, y que en el caso particular de nuestro departamento de San Carlos, el acceso a los clubes tiene ofertas muy limitadas en cuanto a deportes y un gobierno con políticas implementadas que no logró llegar a ser masivo y mucho menos inclusivo a lo largo de su gestión.
Variadas son las posibles soluciones; desde dietas y programas de movimiento hasta talleres y charlas psicológicas, pero el camino es uno sólo, lograr un hábito, una conducta.
Para concluir sólo resta aclarar que para ganar esta dura batalla, debemos combatirla de una sola manera: M-O-V-I-E-N-D-O-S-E. Así que niño: “sigue jodiendo con la pelota que eso sí se dice, eso si se hace y eso si se toca”.
Bruno Testa
Profesor de Educación Física
[1] Datos extraídos de la Organización Mundial de la Salud. http://www.who.int/dietphysicalactivity/childhood/es/
[2] Datos extraídos de Datos de políticas Pública Universidad Nacional de Cuyo http://www.politicaspublicas.uncu.edu.ar/novedades/index/casi-40-de-ninos-tiene-exceso-de-peso