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Muere en Buenos Aires el folletinista Eduardo Gutiérrez

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Recreación del personaje Juan Moreira

Autor de «Juan Moreira» (novela llevada con gran éxito a la escena y con la que se inició la época del teatro gauchesco). Falleció en el año 1889.  

Nació en Buenos Aires en 1851. Desde adolescente se ganó la vida en las redacciones, narrando episodios de las guerras civiles, la vida de los caudillos o simplemente robos y crímenes que conmovieron la ciudad y campaña. Su tío Bartolomé Hidalgo, creador de «cielitos» su hermano Ricardo, poeta guachesco y luego prestigioso médico y su cuñado Estanisláo del Campo, autor del «Fausto» criollo, seguramente habrían influido en su formación literaria.

Pasó diez años de su vida como oficial en la frontera, peleando al indio. De esta época es su excelente libro «Croquis y siluetas militares». Posteriormente se dedicó de lleno a la composición de folletines. La popularidad de sus escritos lo llevó a editar en prestigiosos periódicos de la época.
Su estilo romántico e imaginativo a la vez que trágico, plasmó en el sentimiento del pueblo las hazañas y desdichas de seres humanos que padecieron en carne propia las injusticias sociales de una época.
Fue autor de una treintena de libros, periodista diversificado en kilométricos trabajos y folletinero infatigable, inspirado en tipos humanos reales, de mayor o menor heroicidad, pero marginales por su origen, circunstancias personales o sociales.  Entre sus más conocidos títulos figuran: «Cipriano Cielo»; «Los Hermanos Barrientos»; «El Tigre del Quequén»; «Hormiga Negra»; «Santos Vega»; «El Matrero»; «La Muerte de Buenos Aires»; «Juan Cuello» «Pastor Luna»; «Juan Moreira»; «El Rastreador», etc.
Ciertamente su éxito más rotundo lo obtuvo con un folletín que escribió en 1882, donde presentaba un personaje valeroso y noble; producto de una época y lugar: Juan Moreira. A poco andar esta obra sentaría las bases del teatro nacional cuando es presentada por los hermanos Podestá, en su famoso circo, a la consideración del público. Llegó a hacerse tan popular la teatralización de la obra de Gutiérrez, que algunas autoridades de época la prohibieron porque era ejemplo «peligroso eso de andar matando milicos en los circos» –
Si bien por su edad, Gutiérrez cabría entre los intelectuales de la generación del ’80, no lo fue por su orientación y estilo. Permaneció fiel a los gauchos, lo que le valió, tal vez ser «un proscripto de una razonable gloria, siquiera menor», según León Benaros.