por Estefanía Tello
Sergio Daniel Bongiovanni es un autor mendocino que luego de haber recorrido varios arroyos y ríos de la provincia de Mendoza, sumado a la vivencia con las personas que habitan en las zonas rurales, decidió escribir un libro que cuenta un poco sobre sus experiencias y que destaca anécdotas vividas en los puestos del departamento de San Carlos.
Sergio es dentista y un apasionado por la pezca, lo que lo llevó a conocer hermosos lugares y a familias puesteras, que lo recibieron con gran calidez, formando amistades inquebrantables.
El Cuco Digital tuvo el gusto de entrevistarlo y el habló sobre su experiencia personal luego de haber escrito un libro que destaca vivencias en el departamento de San Carlos, su motivación para describir los ríos y arroyos y el fuerte vínculo que generó con los puesteros de la zona.
– Sergio, en primer lugar ¿por qué crees que deberíamos leer “Lo que cuentan los ríos”?
Dejarse llevar corriente abajo, a la deriva de estas páginas, inspiradas en los ríos y arroyos cordilleranos de la Provincia de Mendoza, nos lleva a recorrer los confines más recónditos de la geografía cuyana tras las huellas de los que forjaron nuestra historia y tradiciones. Y remontados a leyendas e inmersos en la elocuente toponimia nos incita a imbuirnos en lo más profundo de nuestras raíces.
El fuerte apego por la vida al aire libre y el gusto por la pesca con mosca desentrañan inolvidables anécdotas que develan sitios poco visitados o desconocidos al pie de Los Andes; estas andanzas entremezcladas con episodios de la vida cotidiana de la gente del campo le dan al relato un cariz de inmanentes emociones.
Estas historias hacen homenaje a lo simple y natural de la vida, a los amigos y a la familia, a los antepasados, a la tierra y a su gente, al agua y a la montaña, al vino y sus hacedores. Y con la tinta humilde que brota de amenas vivencias intenta plasmar los rasgos de nuestra cultura con el único afán de arraigar la propia Identidad.
-¿Por qué elegiste el departamento de San Carlos como un protagonista principal en tu libro?
Entre los departamentos de la provincia de Mendoza, San Carlos es uno de los grandes protagonistas de la obra. Sus vastos cursos de agua, como el Río Diamante, gran parte del límite sur del departamento, los arroyos, El Carrizalito, El Hondo y La Faja que dan vida a pintorescos puestos asentados en sus veras, y los tan ponderados Papagayos, Yaucha y El Gateado que bajan canturreando de las sierras cuyanas me llevaron a revalorizar el recurso hídrico de esta tierra y plasmarlo en las líneas del libro.
La localidad de La Jaula y sus habitantes es uno de los escenarios donde se desarrollan los hechos que dan origen a distintos relatos; la vida cotidiana en los puestos, la recogida de animales por el pedemonte, los arreos hacia las veranadas, los trabajos en los corrales con sus piños de cabra y otras actividades que marcan sus pautas culturales y mantienen vivas nuestras tradiciones son el motor inspirador del autor.
Tras compartir años de innumerables vivencias con los puesteros de la zona, de la mano de ellos, pude introducirme en recónditos lugares poco visitados de esta región sancarlina.
Es más quiero aprovechar este espacio y agradecer en especial a Simón Ureta y a su familia del Puesto El Carrizalito, a Guaro Luna y Ñato Ureta de la Estancia Luna, a la familia Guajardo del Puesto Ojo de Agua, a David Salinas del Puesto Los Amigos, a Ignacio Maya del Puesto Las Cortaderitas, a Lucho Villar de la Ciénega El Requincón. De la zona de San Rafael, a la Familia Gil del Diamante, a Luis y Saúl Arenas de Las Aucas, y de los pagos del Yaucha a Jaime Lufi y su familia del Puesto Los Jaiminos.
Además el agradecimiento lo hago extensivo a todos los puesteros del Valle de Uco y nuestra provincia, que como dice el libro “imposible sería dimensionar mi agradecimiento a todos los pobladores de las zonas rurales, quienes me abrieron sus puertas, y me consideraron uno más de su familia.”.
Otro de los destinos abordados en el libro es el mítico Morro del Cuero, tan renombrado y codiciado por pescadores, ubicado a unos veinte kilómetros aguas abajo de la Laguna del Diamante, la que no deja de deslumbrar a sus visitantes con su imponente belleza, al resaltar sobre sus azulinas aguas la impetuosa figura del Volcán El Maipo, custodio del lugar.
-El libro contiene varios relatos de lugares recónditos de San Carlos ¿hay alguno que hable sobre el recorrido que hiciste por las costas del Río Diamante?
Sí, el relato sobre el recorrido por las costas del Río Diamante es un viaje inimaginable para los amantes del treking y la naturaleza. En la zona del Chacayal, donde el Río Borbollón engrosa enturbiando al cristalino Diamante el paisaje se erige entre una belleza inhóspita y solitaria. En el valle contiguo, del lado del departamento de San Carlos, desaguan al Río Diamante desde el Norte los arroyos Moro, la Totora y la Buitrera; desde el Sur, provenientes del departamento de San Rafael, lo hacen el Río Negro y el Blanco, ambos separados por un prominente malal cerca de sus desembocaduras, como así también a escasos kilómetros lo hace el Arroyito La Carpa.
-¿Qué aprendiste de los puesteros que visitaste?
Siempre reflexionó que los puesteros, generación tras generación, han practicado esta modalidad de vida. El sacrificio prima, desde lo arduo del traslado cuidando cada animal como miembro de su familia hasta lo inhóspito y adverso del real de la veranada que, lejos de ser su casa, se convierte en un hogar precario para cumplir su trabajo.
Pero mirando más amplio, he visto que su riqueza está en que su hogar no tiene límites, son las mismas montañas. Y mirando más profundo, esta gente hace Patria, son los centinelas silenciosos de nuestra tierra.