Los países latinoamericanos encabezan con fuerte compromiso la iniciativa para que se elabore y firme una Convención de Derechos de protección integral de los adultos mayores, aseguró la gerontóloga argentina e integrante de la Coalición de ONG consultivas de las Naciones Unidas, Lía Daichman.
“La región está fuertemente comprometida tanto a nivel de los gobiernos como de las organizaciones y va a la cabeza para que se haga la Convención”, opinó Daichman sobre la evaluación que las ONGs internacionales realizaron después de la primera reunión donde se evaluó la sanción de esta convención, que tendría los mismos alcances que la de los niños y discapacitados.
La reunión de este grupo de trabajo designado por la ONU, que se realizó a mediados de abril, fue el primer paso de cara a la obtención de esta herramienta jurídica internacional, considerada de suma importancia por su carácter vinculante, ya que los países que adhieran se verán obligados a cumplir sus postulados.
Médica especialista en gerontología y geriatría, Daichman es una referente mundial de la temática y fue presidenta durante nueve años de la Red Internacional para la Prevención del Abuso en Personas Mayores (INPEA).
Actualmente es representante de Argentina y América Latina de la Coalición de ONGs con carácter consultivo de las Naciones Unidos, un grupo conformado por nueve personas y fuerte peso mundial.
-¿Cuál fue la evaluación que las ONGs realizaron sobre la primera reunión de trabajo de cara la Convención?
-Sabemos que hay resistencia en muchos países europeos, sobre todo en los más desarrollados. Sentimos que esta resistencia se basa en que ellos consideran que ya hicieron muchísimo por las personas mayores, tienen una población altísima de adultos y sienten que no pueden dar más.
En el caso de Europa, resisten la convención porque esta herramienta los obligaría a hacer más o a seguir haciendo en un momento en el que la mayoría de los estados está cortando, no sólo a las personas mayores, sino a todos porque están viviendo una de las crisis económicas más fuertes desde la segunda guerra mundial.
Y, a la vez, son los que más adultos mayores tienen, y muy envejecidos, lo que los ubica en una situación de mayor vulnerabilidad.
El otro espacio donde hay que sacar una herramienta es en América, pero ahí tenemos otro tema: Canadá y Estados Unidos. Lo que tenemos que lograr es que estos dos países se abstengan y no voten en contra. Estamos trabajando mucho en eso.
-¿Cuáles son las acciones que los países desarrollados venían haciendo por las personas mayores?
-Las acciones de los países europeos se centraron básicamente en otorgar recursos económicos. Durante años primó una política de institucionalización de los mayores ante cualquier problema, pero hoy los europeos descubrieron el valor de la familia. Por ejemplo Alemania, que es un país riquísimo, en un momento puso muchísimos subsidios para los adultos mayores, era su forma de garantizarle bienestar, pero la familia no estaba dentro del tratamiento del adulto. A Holanda, Suecia, Dinamarca o Noruega les pasaba lo mismo.
Ahora bien, hoy ya no hay tanto dinero, entonces están comenzando a recurrir nuevamente al núcleo familiar para la asistencia.
-Pero además de la falta de dinero, ¿hay una mayor concientización acerca del valor de la familia?
-Hoy sabemos que no hay ningún país por más rico que sea que tenga los suficientes recursos económicos y humanos para que se pueda hacer cargo de todas las personas mayores en instituciones.
Hay que volver a la fuente que es la familia. La familia es quien realmente cuida de las personas mayores. Mal o bien, poco o mucho, aunque a veces no puede o no le alcanza, en última instancia siempre es ella donde está depositado el centro del cuidado.
-¿Cuál es la situación de Argentina?
-A nivel institucionalización, en Argentina no sucedió como en Europa, incluso por una cuestión de recursos. Aún hoy el índice de institucionalización es muy bajo y nuestra ideología es que siga así porque queremos que la persona mayor siga viviendo dentro de la comunidad, integrada, con apoyo pero formando parte. Siempre hay cosas para mejorar, pero hubo una medida que creo que fue revolucionaria que fue el otorgamiento de las pensiones no contributivas.
-¿Por qué la considera revolucionaria?
-Hay muchísimas personas que trabajaron en su vida y no pudieron aportar, y sobre todo las mujeres, o sea aquí hay una cosa de género importante. Esto le permitió un mínimo ingreso a miles de mujeres que durante años ocuparon un lugar muy secundario, y que han trabajado toda su vida tanto dentro de la casa como fuera, y siempre en negro. También destaco, para quienes tienen cubiertas sus necesidades básicas, la oferta educativa y cultural que es muy importante y gratuita. La posibilidad de ir a la universidad, por ejemplo, también es una reparación histórica. Quedan todavía por resolver algunas cuestiones vinculadas con la salud, porque si bien hay muchos servicios, estos no siempre son coherentes con las necesidades de los mayores.
-¿En qué sentido no son coherentes los servicios de salud?
-Habría que hacer una revisión de cuáles son las prestaciones reales y necesarias y poner más esfuerzos en la atención primaria, aún en los adultos mayores porque hoy ya no se habla de aumentar la expectativa de vida, sino de expectativa de vida sin discapacidad.
-Teniendo en cuenta que una Convención podría demorar años en ser aprobada, ¿qué se puede hacer mientras tanto?
-La Convención sería la meta final, pero si no hay cambios durante todo este tiempo no sirve de nada. A nivel ONU, por ejemplo, hace dos años que venimos pidiendo un «Special Rapporteur» de personas mayores, que sería como un veedor, una persona que reporta las situaciones de los países en relación al tema que estudia. Hay en otras temáticas como derechos humanos o infancia y sirve de mucho. Luego hay que hacer una fuerte concientización de las necesidades de los mayores y a los primeros que hay que concientizar es a ellos. Es importante lograr que se “empoderen”, que demanden, accionen y participen para obtener sus derechos que vienen siendo demorados.
-¿Y qué le cabe a la sociedad civil?
-Yo creo que hacer una difusión de estos temas y para eso sería importante que se haga una capacitación a periodistas para que conozcan el tema y lo difundan como corresponde. Y por supuesto necesitamos de la sociedad civil. Hay que involucrar a todos en este debate no sólo en pos de los que ya son viejos, sino para preparar a las personas para su propia vejez. Hay que pensar que una persona se jubila y tiene al menos veinte años por delante.
Esto no elude la responsabilidad del Estado. La responsabilidad fundamental de la integridad de las personas es de los gobiernos, pero todos podemos colaborar, y si lo podemos hacer de forma conjunta mucho mejor.
(Fuente: Agencia Télam)