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La provincia de Mendoza se encuentra en la fase de sequía más larga de los últimos 110 años

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El dato surge de informes estadísticos del IANIGLA. En Cuyo la situación es similar y afecta a las 15 cuencas más importantes.

Las cuencas hídricas de la región de Cuyo atraviesan el periodo de sequía más intenso desde 1970 a la fecha y Mendoza se encuentra en la fase de sequía más larga de los últimos 110 años, lo cual evidencia que la escasez de agua es un realidad que tiende a acentuarse en el mediano y largo plazo.

Los datos se desprenden de los análisis estadísticos realizados por científicos del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA) en base a mediciones de las 15 cuencas más importantes de Cuyo desde 1970 a la fecha.

Según lo explicó a Los Andes Juan Rivera, doctor en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos del Conicet, dentro de las cinco décadas estudiadas el decenio que inicia en 2010 y llega hasta el presente exhibe el momento de sequía más largo desde que se tiene registro: “En el paquete de estos 10 años nunca se había dado un período tan largo de escasez de precipitaciones níveas en la montaña y esta situación tiene relación directa con el caudal de agua que poseen las cuencas”.

“Si bien dentro de esta década puede haber variaciones entre sequía moderada y extremas por situaciones que aparecen en el medio como ‘La Niña’, o incluso puede aparecer un año ‘nevador’, el balance final arroja una tendencia que profundiza el déficit de agua en proyecciones a largo plazo”, explicó. Además agregó: “Desde 2010 todas las cuencas tuvieron sequías extremas y aunque el 2016 fue un año con mucha nieve que sirvió para mitigar el faltante de agua, no alcanzó para revertir la sequía extrema”.

Consultado sobre las posibles causas del fenómeno, Rivera detalló que es por la falta de nieve de la que se proveen los ríos y arroyos durante el deshielo. Esto guarda relación con el calentamiento global en la medida en que “la emisión es de gases de efecto invernadero hace que los trópicos se expandan y las zonas semiáridas se extiendan hacia el sur”.

En el caso puntual de Mendoza, la provincia cuenta con mediciones de caudales que datan desde hace 110 años y el dato a destacar es que, al igual que la región, actualmente estamos en un proceso inédito de sequía extrema de caudal en los ríos y arroyos. Y si bien la tendencia histórica dejaba ver la disminución en las precipitaciones, la última década vislumbra la aceleración y profundización de esa tendencia.

Cabe determinar cuál será el impacto de este panorama en los acuíferos subterráneos, ya que muchos de ellos se recargan con agua proveniente deshielo de la montaña.

Irrigación

Desde hace un tiempo Irrigación ha centrado su atención en el monitoreo de la cantidad de nieve presente en la montaña y de cómo va a escurrir hacia los ríos, aunque no se sabía a ciencia cierta la disponibilidad que iba a haber para hacer uso de ella.

Así lo aseguró Sergio Marinelli, superintendente General de Irrigación, quien afirmó que antes el patrón era trabajar sobre la oferta y no sobre la demanda. Sin embargo ahora se hace foco en la demanda para poder hacer gestión sobre ella: «El uso agrícola se lleva el 97% del caudal de cada río en nuestra provincia. Por eso hemos mejorado la gestión de la información sobre la cantidad de agua disponible en función del uso que se va a hacer de ella», detalló.

«Como vamos a tener una escacés importante, hemos hecho hincapié en contar con un pronóstico inicial sobre la disponibilidad de nieve en setiembre para luego estimar cuánto se va a usar. En este esquema los inspectores pueden determinar hacia dónde dirigir el líquido según algunos criterios como priorizar a quienes realmente estén produciendo -para no direccinar el agua terrenos incultos- y a los regantes que estén al día con sus obligaciones», explicó aunque reconoción que se trabaja en un cambio cultural ya que estas modificaciones son aceptadas en algunos puntos de la provincia y resistidos en otros.

Esto quiere decir que el agua se larga según la necesidad de los regantes y son ellos quienes tienen que acordar con los inspectores cuál va a ser la cantidad de esa erogación en función de los requerimientos de cada zona. De esta manera se raciona el agua a lo largo del año.

Así mismo Marinelli detalló que se están llevando adelante una serie de acciones que modifican el paradigma clásico de riego, el cual se asienta sobre tres estategias: una es la construcción de reservorios en donde el agua es conducida a través de tubos y almacenada para luego ser transportada también por tubos hasta las fincas.

El beneficio de este sistema -además del ahorro de agua- es el aprovechamiento de desniveles en los terrenos para que las pendientes lleven el líquido de un lugar a otro sin necesidad de impulsarla con bombas. Algo similar es la segunda estrategia, se conoce como ‘riego acordado’ y consta de reservorios comunitarios -como ocurre en Nueva California- en donde el inspector pacta con cada productor la disponibilidad de agua en base a las necesidades.

La tercera estrategia es la que se encara con pruebas de eficiencia en las fincas, tarea abordada junto al Instituto Nacional del Augua y Facultad de Ciencais Agrarias, y en la que se mide la eficiencia del suelo y del uso del recurso hídrico para luego dejar recomendaciones a los propietarios sobre cómo eicientizar el proceso.

Aysam

El titular de Agua y Saneamiento Mendoza, Richar Batagión, que en las plantas «se producen por día casi 600 litros de agua potable por persona. Como no hay micro medición -el control del consumo domiciliario-, estimaciones indican que el consumo por habitante está arriba de los 300 litros por personas por día, el resto se pierde en el sistema, tanto en el transporte como en la distribución. En este entramado son las conexiones los puntos en los que hay mayores pérdidas».

A esto se suma que «el consumo por día y por habitante en Mendoza es de 300 litros, el doble que en Chile donde se consumen 120 litros por día y por habitante», detalló. Por eso indicó que se está en camino hacia una política tarifaria «que premie el ahorro y castigue el derroche».

Ante esta situación Batagión aseguró que es necesario hacer foco en la macro medición -la cuantificación del agua al ingresar a las plantas potabilizadoras- y la micromedición, para de esa forma conocer qué es lo que está ocurriendo en toda la red y atacar efectivamente las pérdidas y las conexiones clandestinas para que el usuario abone lo que utiliza.

Según lo indicó el titular de Aysam la problemática global del agua será abordada de forma integral a través del ‘proyecto de agua no contabilizada’, que es una suerte de plan estratégico para combatir de forma sistémica la pérdida de agua. Y si bien destacó que actualmente se llevan adelante medidas, la ejecución completa del plan quedará para la futura gestión.

Fuente: Los Andes