Por Carlos Escobar
Más de una vez te subís a un colectivo de media distancia de tu zona para ir a trabajar o a estudiar y te encontrás con que el colectivo está lleno de pibes un poco inquietos que hacen que tu paciencia llegue al límite. En más de una ocasión de tu viaje te dan ganas de darles un “correctivo” y decirles que dejen el culo quieto en el asiento. Pasa, pero te armás de paciencia y seguís.
Puntualmente en Tupungato, en el colectivo que sale hasta San Carlos a las 12 del mediodía, en un viaje de 50 kilómetros que dura aproximadamente dos horas, que recorre las zonas rurales del Cordón del plata, Villa Seca y Colonia las Rosas, entre otros, se suben aproximadamente 50 chicos de entre 5 y 12 años que viven en esos lugares.
Cuando suben empiezan a correr por todo el pasillo del micro, van y vienen haciendo equilibrio. Mientras tanto el chofer con cara de culo intenta ponerles orden, hacen acrobacias con los asientos sin fijarse quién está sentado, no se deciden por qué asiento es más cómodo, abren las ventanas cuando hace frio y si les decís que las cierren te ignoran, gritan, te aplastan, te insultan, gritan, se ríen, te miran con curiosidad, te irritan y te cagás de frio las dos horas del viaje.
Tu viaje pasa a ser una bazofia, un cuasi infierno. Sin embargo después de reflexionar un poco y de meditar contando hasta perder la cuenta para que tu yugular no explote, te das cuenta que son niños, solo eso. Están en su plena inocencia y la única preocupación que tienen es jugar y estudiar.
Por eso cada vez que los veas subir con las manos sucias, con las “napias” llenas de mocos y los escuches hablar de cuántas bolitas se ganaron en la “troya”, pensá en que debemos colaborar de alguna manera para que no se sientan menos, para que no se sientan discriminados por tener la inquietud típica de un nene de 5 o 7 años. Tal vez el colectivo tenga más comodidades que sus propias casas, o al menos no tenga goteras. Esa es la dura realidad y por eso la palabra a usar con los pibes es “tolerancia”.
Para que se sientan parte de la sociedad, una sociedad elitista y superficial, para que al menos no terminen siendo delincuentes o “negros cabeza” como muchos suelen llamarlos. Para que puedan terminar sus estudios y construir una sociedad mejor, no te olvides: ¡tolerancia!