Un estudio del Instituto Estadístico de los Trabajadores (UMET) revela cómo se refleja en los precios finales, aunque con rezago, el impacto de la última devaluación.
La inflación se aceleró en agosto hasta el 4,3 por ciento. La disparada en los precios que siguió a la última corrida cambiaria comenzó así a expresarse en la medición elaborada por el Instituto Estadístico de los Trabajadores de la UMET. A pesar de la contundencia observada en las últimas semanas el traslado de la devaluación a las góndolas no se agota.
El pasaje de los aumentos en el segmento mayorista hacia los minoristas se experimentará hasta fin de año. El rezago responde a que la crisis de consumo restringe las posibilidades de traslado de los precios y además por el impacto de la eliminación temporaria del IVA en alimentos básicos en cadenas de supermercados. Las estimaciones del IET muestran que en los primeros ocho meses del año la inflación acumuló un 30,5 por ciento mientras que la medición comparación trepan un 55,1 por ciento. El reporte difundido ayer considera probable que la inflación acumulada en 2019 supere al 48 por ciento registrado el año pasado, convirtiéndose así en la más alta desde 1991.
“No hay un freno para la caída del salario”, advirtió el rector de la UMET y coordinador de los equipos técnicos del Frente de Todos, Nicolás Trotta. “El poder adquisitivo volvió a contraerse en agosto y acumula una contracción del 18,4 por ciento desde noviembre de 2015. La caída de estos años empieza a parecerse cada vez más a la de 2002, cuando el salario real de los trabajadores formales se contrajo 23 por ciento”, enfatizó Trotta.
Por su parte, Víctor Santa María, Secretario de Estadísticas de la CGT, consideró que “es probable que la inflación de septiembre sea todavía más alta que la de agosto, superior al 5 por ciento, producto de que el traslado a precios del salto del dólar que pasó en promedio de 46 a 58 pesos no se da de un día para el otro”.
El relevamiento elaborado por el IET de la UMET muestra que el 63 por ciento de los 327 rubros relevados trepó más del 1,5 por ciento cuando en julio sólo registraba aumentos de esa magnitud el 43 por ciento de los productos contemplados. El rubro “Educación” registró el incremento más significativo al escalar 13,7 por ciento, producto de la actualización de cuotas en colegios privados tras las vacaciones de invierno. Impulsada por el encarecimiento de los autos cero kilómetro tras la devaluación, “Transporte y comunicaciones” subió 7,6 por ciento. “Otros bienes y servicios” subió 6,4 por ciento, a raíz de aumentos en cigarrillos y electrónicos ligados al aseo personal. “Esparcimiento”, en tanto, trepó 5,9 por ciento motorizado por electrónica de consumo atada al dólar. En la misma línea se explica el aumento de 5,8 por ciento observado en el ítem “Equipamiento y mantenimiento del hogar”.
“Alimentos y bebidas”, el rubro de mayor peso en la canasta, registró un alza del 3 por ciento. La suba en alimentos fue inferior al promedio como resultado del impacto que tuvo la baja de IVA en ciertos productos de la canasta básica. La medida amortiguó parcialmente los efectos del salto devaluatorio. Mientras que, en promedio, los alimentos contenidos en el programa de exención de IVA bajaron 0,3 por ciento en agosto, los que quedaron excluidos de la medida treparon por encima del 4 por ciento. “El impacto de la baja del IVA fue acotado, de todos modos: si los alimentos incluidos en el programa del IVA hubieran subido como el resto de los alimentos, la inflación de agosto no hubiera sido del 4,3% sino del 4,8% (0,5 puntos de incidencia)”, concluye el informe.
Fuente: Página 12