“Escuchar al paciente en la consulta médica y tomarse el tiempo para convencerlo de que adquiera hábitos más saludables es vital para generar cambios de conducta que cuiden su corazón”, sostiene el doctor Alejandro Hita, jefe de Cardiología del Hospital Austral.
Si bien se sabe que el único factor de riesgo cardiovascular no modificable es el genético y que los demás sí pueden cambiar con un estilo de vida más sano, el especialista sostuvo que el individuo debe convencerse con ayuda del especialista, porque si no, “no bajará de peso, no controlará su la diabetes, no reducirá el consumo de grasas, no intentará manejar el estrés ni realizará actividad física”.
•Estrés
Puede afectar al corazón porque es un determinante en la liberación de catecolaminas, que son neurotransmisores que se vierten al torrente sanguíneo. Entre ellas están la adrenalina y la noradrenalina, también llamadas “las hormonas del infarto”.
Si bien estas hormonas forman parte de nuestra fisiología normal en los estados de alerta o defensa, cuando la liberación se produce en forma masiva se genera un aumento del consumo de oxígeno por parte del corazón, incremento de la frecuencia del latido y vasoconstricción de las arterias coronarias. A su vez, se reduce el aporte de sangre al tejido cardíaco. Si estos cambios se dan en una persona que tiene una placa aterosclerótica preexistente, el escenario se vuelve complejo.
Por ende, debemos tratar de cumplir nuestras obligaciones con el menor estrés posible. Algunas herramientas son seguir una terapia psicológica o armar una agenda laboral adecuada sin superponer horarios.
• Alimentación desbalanceada
Como la mayoría de las poblaciones occidentales, llevamos una dieta con demasiadas grasas saturadas, lo que predispone a la formación de placas ateroescleróticas. A su vez, consumimos una gran cantidad de hidratos de carbono, lo que en demasía es perjudicial, porque genera un aumento de peso. Como médicos insistimos en el concepto de las cuatro P que deben ingerirse sin excederse: pan, papas, pasta y postres.
Para evitar complicaciones, la dieta debe ser balanceada y llevar todo tipo de alimentos, entre ellos las verduras y las frutas.
• Sedentarismo
La falta de movimiento, desde el punto de vista cardiovascular, es considerada una enfermedad. En la actualidad se sabe que una persona sedentaria tiene una reducción de la expectativa de vida de entre 4 y 5 años.
Realizar actividad física acarrea beneficios muy importantes que no brinda ninguna medicación o droga por sí sola. Entre ellos reduce el estrés, baja el nivel de catecolaminas, disminuye la presión arterial, reduce el colesterol malo (LDL), aumenta el bueno (HDL), y contribuye a bajar de peso.
• Tabaquismo
El consumo de tabaco, junto con la diabetes, son los factores de riesgo más graves para la salud cardiovascular. Esto ocurre porque el cigarrillo tiene múltiples mecanismos de acción, ya que no sólo colabora con la formación de placa aterosclerótica, sino que también debilita a la cápsula de tejido fibroso que la recubre, lo que lleva a complicaciones agudas
Cuando se rompe la cápsula, las grasas de la capa aterosclerótica se ponen en contacto con la sangre, lo que llega a la formación de trombos que obstruyen los vasos sanguíneos y que pueden llevar a eventos coronarios agudos o accidentes cerebrovascuares (ACV).
• No controlar la presión
La hipertensión pueden generar daño renal, lo que conlleva a la pérdida de proteínas por orina. A su vez, produce deterioro a nivel de las capas medias de las arterias, lo que genera una alteración en la estructura de su pared, hasta dañar el endotelio, que recubre la capa interna de las arterias y está en contacto con la sangre. También genera deterioros en el corazón, precisamente hipertrofia, que es un engrosamiento en las paredes de este órgano.
Por eso, cuando los médicos se hallan frente a un hipertenso, deben buscar “el daño de órganos blancos”, que son aquellos que pueden verse afectados por la hipertensión y que incluyen el sistema nervioso central, el riñón y el corazón.
• Ingesta de alcohol
Si bien se cree que una copa de buen vino tinto por día puede ser beneficiosa para el corazón por poseer sustancias como flavonoides, existen trabajos recientes de la literatura inglesa que postulan que el beneficio es relativo.
Consumir un vaso diario no provoca daño, pero los excesos en el consumo de bebidas sí pueden afectar el funcionamiento cardíaco, sobre todo en pacientes que ya tienen un daño miocárdico preexistente. Esto ocurre porque el alcohol es un depresor de la función cardíaca y si el individuo ya tiene un deterioro, agregar sustancias depresoras es perjudicial.
Fuente: docsalud.com