La misma fue de 150 mil pesos cada uno y el magistrado decidió otorgar la libertad a los sospechosos. Sólo uno quedó desvinculado de la causa.
Aunque continúan implicados en la causa, el viernes pasado quedaron en libertad los seis sujetos que fueron detenidos por el millonario robo al Casino de Tupungato. Sólo uno quedó desvinculado totalmente de la causa. El resto debió pagar suculentas fianzas para enfrentar el juicio que se viene fuera de la cárcel.
A fines de la semana pasada, el juez de Instrucción del Valle de Uco que atiende el caso, Oscar Balmes, decidió que no era necesario una nueva prórroga y que ya se había recolectado la información suficiente para decidir sobre el pedido de los imputados, quienes le habían solicitado que pusiera fin a la prisión preventiva.
Por ello, tras pagar una fianza de 150 mil pesos cada uno, el magistrado decidió otorgar la libertad a cinco de los sospechosos. Entre ellos se encontraría un efectivo de seguridad privada, un policía, dos empleados de la empresa tercerizada y el tesorero -contratado por el Estado-, quien se encontraba en situación de prisión domiciliaria al cuidado de familiares.
A quien Balmes le dictó la falta de mérito y quedó fuera de toda sospecha es un joven, empleado de la firma Betec, quien se ocupaba del conteo de fichas en el lugar.
Según explicó la titular de Juegos y Casinos de Mendoza, Josefina Canale, la carátula de la causa sigue siendo “peculado”, es decir la mala administración del dinero público. “Estamos muy conformes con la rapidez con la que actuó el juez. Ahora habrá que esperar a ver qué resuelve en el juicio”, dijo la funcionaria.
Respecto de la decisión, hay quienes sostienen que se basó en el hecho de que el mínimo de la escala penal para este tipo de delitos es de 2 años, por lo que los acusados podrían acceder a una pena condicional en caso de ser hallado culpables en un futuro juicio.
Sin embargo, otros sostienen que el magistrado ya tiene pruebas suficientes y contundentes para enfrentar el juicio sin problemas. “Existen huellas dactilares y videos de las cámaras que muestran quiénes y cuándo las desactivaron, minutos antes del hecho. Son pruebas fehacientes que incriminan a los imputados”, dijo Canale.
Fuente: Los Andes por Gisela Manoni
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Si un pobre roba una gallina para comer o darle de comer a su familia dan apellido y nombre, pero se ocultan los datos de este tipo de delincuentes de guantes blancos o de apellidos conocidos en el ambiente.
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