Por Juan Jofré
La participación, el compromiso, el construir grupos de trabajo, equipos, delinear un proyecto colectivo y trabajar pensando en irlo consiguiendo, dotándolo de ideología, mística, saberes, pasiones, alegrías y esperanzas, tiene por contrapunto el tiempo de los retrocesos.
Ese tiempo deja surgir enojos, rencores, desconfianzas, desesperanza, desánimo, angustia, tristeza, bronca, pérdida del sentido y del horizonte.
Los conservadores no lo sufren del todo, porque ellos están acostumbrados a ser individualistas y mezquinos. Cuando un tiempo de conquistas populares avanza, ellos solo se repliegan a su hábitat cómodo de satisfacciones individuales y su egoísmo les permite ser pacientes durante el tiempo en que les toca perder.
Para los que creemos en proyectos de avance colectivos, la alegría solo es posible cuando vemos nuestro progreso atado al de otros, bienestar compartido y generalizado. Pero sufrimos demasiado los tiempos en que avanzan los conservadores, porque nos desarman, nos llevan al plano del egoísmo y la individualidad, y en ese plano nos vamos ahogando, quedándonos sin oxígeno.
La soledad no nos gusta, no nos sienta bien. En la soledad nos surgen las broncas, las desilusiones, y nos toma mucho tiempo recuperarnos… a veces, nunca más lo logramos.
¿Hay salidas? No hay soluciones mágicas, pero la derrota es aislarse. Juntarse parece ser la única vía. Aunque nos juntemos para hacer catarsis, para descargar broncas, culpas, o para no avanzar, no importa. No hay que dejar de juntarse.
Luego vendrán las juntadas para analizar y las que sirvan para delinear acciones, tácticas, estrategias, y lo que sea que vaya surgiendo para poner de pie nuevamente la utopía que nos hace caminar.
Algunos solemos tener la tendencia a idealizar los buenos momentos, a enamorarnos de lo que hemos construido o armado, y cuando el conservadurismo avanza, nos muele a palos ese enamoramiento, y surge el dolor y los rencores, como en cualquier amante despechado.
Pues habrá que juntarse de nuevo, y ver que somos humanos, y que cuando a mí me dolía al otro también; y que lo que reclamo del otro quizás tampoco lo estoy aportando yo.
En las buenas avanzamos, abrazados, emocionados, orgullosos… en las malas habrá que abrazarse, comprenderse, darse el tiempo que cada uno necesite, y volver a caminar acompañados.
(Publicado por Juan Jofré en su cuenta de Facebook)