Sectores del radicalismo cuestionan en reserva el abuso de los decretos y la «falta de diálogo». Hablan de «exceso de polarización» para un gobierno que recién empieza su gestión.
El camino elegido por Mauricio Macri durante sus primeras semanas en el poder pareciera inspirado en el decisionismo que pregonaba el pensador alemán Carl Schmitt. El teórico germano cuestionaba el Estado de Derecho y todas las instituciones repúblicanas que nacieron con la Revolución Francesa, al igual que a los regímenes parlamentarios. Sostenía que en determinadas circunstancias los valores y normas no emanaban de una discusión racional y de la ley sino de la valoración personal de quien detenta el poder.
Este estilo de gobierno ha comenzado a generar resquemores dentro de las filas del principal aliado del presidente, el radicalismo.
Por lo bajo, pidiendo un estricto off the record porque «van pocas semanas de gobierno» varios diputados nacionales de la UCR critican al mandatario al que ayudaron a llegar a la Rosada.
Los cuestionamientos no son sólo por estar en «desacuerdo» en el modo de ejercer el poder que Macri ha desplegado hasta ahora. Las diferencias son también de un origen mucho menos principista y más pragmático. Son varios los parlamentarios radicales que consideran «un gran error» el camino por el que optó el jefe de Estado. «Está mostrando una gran falta de pericia política», se quejan, y lo mismo remarcan sobre la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal.
Para exponer su cuestionamiento, los boinas blancas ponen sobre la mesa la contradicción que implica haber hablado de consenso y diálogo toda la campaña electoral para terminar después gobernando a decretazo limpio y con el Congreso clausurado por decisión presidencial.
«Además muchas cosas terminan saliendo mal», sostienen, y esgrimen los fallos de la justicia que cuestionaron el intento de nombrar jueces de la Corte por decreto y también la intervención de la AFSCA con el mismo mecanismo.
Las críticas remarcan que el jefe de Estado está «desaprovechando» la luna de miel con la que cuenta todo mandatario que recién empieza. Subrayan que este era el momento de «buscar mayores consensos» porque hay una «presión social importante» para que las fuerzas políticas que no son parte de Cambiemos acompañen al gobierno nacional. Remarcan que esto-la búsueda de consensos-es algo que suele encontrar en otros procesos de inicio de mandato. Ponen incluso como ejemplo al ex presidente Néstor Kirchner, que logró el respaldo de otras fuerzas políticas en varias de las decisiones que tomó al inicio de su gestión, entre ellas el mecanismo de designación de jueces de la Corte Suprema.
«Lo que se está logrando gobernando por decreto es profundizar cada vez más la polarización de la sociedad. Están actuando como si hubiéramos ganado con el 55% de los votos en primera vuelta y no por dos puntos en un balotaje», se sinceran en el bloque radical de la Cámara Baja. «Esto puede traer un clima político muy complejo en pocas semanas. No es lo que deberíamos generar.»
La otra queja que circula cada vez con más fuerza es que «no hay consulta» hacia dentro de la coalición gobernante, que el presidente decide sin generar un mínimo marco de «diálogo» con sus propios aliados, menos aún con la oposición, particularmente con el Frente para la Victoria.
Críticas a Vidal.
Un cuestionamiento similar hacen los boinas blancas sobre el modo de accionar de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires. A Vidal le achacan sobre todo no haber abierto ningún puente de intercambio con el FPV. «El kirchnerismo es una fuerza política central en la Legislatura bonaerense. No se puede no abrir canales para negociar.»
Los radicales sostienen que eso es lo que explica, en parte, que no se haya podido aprobar el presupuesto provincial, que proponía un enorme endeudamiento que alcanzaba los 100 mil millones de pesos y que fue lo que motivó el rechazo del FPV.
Según los boinas blancas, Vidal «creyó que tendiendo puentes con el massismo» era suficiente para gobernar la provincia. Esos apoyos no alcanzan para aprobar la emisión de deuda pública porque la Constitución exige dos tercios de los legisladores presentes, así que inexorablemente hace falta el respaldo de representantes de la principal fuerza de oposición, el FPV.
El acuerdo de Cambiemos con el massismo consistió en dejarle al Frente Renovador la presidencia de la Cámara Baja provincial, que quedó en manos de Jorge Sarghini.
Sumando los escaños que tiene Massa a los del oficialismo Vidal lograría una mayoría simple. Como se dijo antes, esto no alcanza para aprobar el endeudamiento. Quizás sea hora de intentar el mentado diálogo del que tanto habló Cambiemos en la campaña. «
«Le cuesta reconocer el voto de la mayoría», dijo Agustín Rossi, al cruzar al macrista Fabián Rodríguez Simón, contrario a que Jorge Taiana presida el Parlasur.
(Fuente: infonews.com)