En el marco del Día Internacional de la Mujer, miles de personas, primeramente mujeres, se convocaron en la calles del centro mendocino para pedir por igualdad de derechos, aborto legal y en contra de la violencia machista. Entre esas miles, cientas eran de nuestra región, que decidieron viajar en tráfics, vehículos particulares o en micro, para llegar a destino y acompañar la manifestación con sus pares. Antonella Barnés, de San Carlos, relata la emocionante vivencia.
8M Paro Internacional de Mujeres – Mendoza
Se paró por distintas razones, pero siempre haciendo foco en la desigualdad de la que somos parte, se paró por las condiciones laborales de las que nos vemos afectadas, por la brecha salarial hoy existente entre hombres y mujeres, por la violencia de género, por los abusos, por los femicidios, en reclamo de la educación sexual para decidir, los anticonceptivos para no abortar y por nuestro derecho al aborto legal, seguro y gratuito para no morir, este último fue uno de los ejes más importantes del paro.
Si me preguntan por mi experiencia este 8 de marzo, déjenme decirles que fue increíble, gratificante. Ayer antes de salir de mi casa me preparé, hice un cartel con un lema que me gustó mucho porque consideré que es lo que nos hace falta como sociedad, este mismo decía: «mujer levántate y lucha», cuando lo terminé camine hasta calle San Martín y Rondeau al encuentro de esas miles de compañeras que se encontrarían allí luchando; en el camino me encontré a muchas adolescentes con los pañuelos verdes y sus labios pintados del mismo color…todavía no llegaba y ya se me iba llenando el pecho de orgullo. Al llegar me encontré con mi amiga Marina y su prima Nadia y con ellas empezamos a caminar tratando de ubicarnos en algún rincón, entre los permisos y los perdón que nos fueron devueltos con una sonrisa siempre, fuimos mezclándonos entre las mujeres que estaban en la marcha y ya en ese momento pude empezar a sentir la tranquilidad de estar entre mis pares, pude visibilizar la sororidad que en el aire se sentía: muchas mujeres pintando los rostros de otras, otras gritando al unísono canciones contra el machismo y el patriarcado y nosotras ahí, en el medio de todo esto, nos sentimos serenas y seguras.
La manifestación de ayer estaba mayoritariamente integrada por mujeres, así que borramos por un momento nuestro miedo al abuso, a la violencia y al acoso, sentimos esa libertad de ser, que pocas veces podemos sentir las mujeres debido a esos micromachismos a los que nos vemos cotidianamente expuestas. He ahí con todo esa mezcla de emociones, es que se empezamos a levantar más alto los carteles, los pañuelos, se sacaron algunos mates y nos comenzamos a mover, a caminar entre esa llovizna que se iba largando.
Particularmente yo no pertenezco a ninguna organización política, por lo que marche de manera independiente con mis amigas, al costado de muchas que lo hacían de la misma forma, ya que el único requisito indispensable para participar de un PARO como el de ayer era querer un mundo más justo para nosotras las mujeres.
Caminé y caminé, a mi lado iban niñas con carteles que decían «no quiero ser reina ni princesa”, también una mujer en silla de ruedas con su hija sacándose fotos con mi cartel y algunas como nosotras íbamos a puro mate, hasta que llegamos al final, donde muchas mujeres se sentaron a escuchar las palabras de otras compañeras en el césped y otras levantaron sus pancartas y dieron aplausos. Majestuoso fue llenar así la CASA DE GOBIERNO en pos de un reclamo justo, e inolvidable, también fue emocionante ver a tantas mujeres unidas sin prejuicios, sin discriminación, sin juicio de valores, solamente luchando a la par por las mujeres que mueren en la clandestinidad, en manos de otros hombres, por las que están, por las que ya no y también por eso que tanto se nos debe, eso que tanto se nos ha quitado y vulnerado: NUESTROS DERECHOS.