En esta edición, y un poco en contra de nuestros lineamientos, trasladamos a nuestros lectores una sobre abundancia de información. Lo cierto es que, acercándose las fechas electorales (sobre todo en San Carlos) son innumerables los actos, inauguraciones, entregas, charlas, charlitas, figuras y figuretis.
No consideramos que esto sea malo. Por el contrario, si el acercamiento de una elección exige acelerar obras, ojalá haya elecciones todos los meses. Pero más allá de eso, celebramos (como decía hace unos días`Pacho´ O’Donnell) esta “democracia alborotada”, donde la militancia política activa va dejando de ser una mala palabra para convertirse en lo que siempre debió ser: una herramienta de organización de la sociedad y de transformación de la realidad. Vemos con satisfacción cómo miles de jóvenes, en diferentes partidos y espacios, dedican parte importante de su vida y de su fuerza a la militancia: es la revancha de tantas décadas, en las que camuflados con frases como “la política es sucia” o “nada se puede hacer”, se colaron el individualismo y el egoísmo que terminaron por desarmar el tejido social; es de alguna forma, el retorno de nuestros abuelos con su compromiso y amor por su terruño y por su gente, y su entendimiento de que a la patria había que forjarla, trabajarla y quererla.
Sin embargo sobrevivir a la campaña política, no parece que va a ser tarea fácil. Sin haberse cumplido los plazos para los lanzamientos, los partidos ya comenzaron con las pintadas, algunos volantes y carteles. Lo malo (o bueno) es que ya, al parecer, no habrá espacio de nuestra vida en el que no se cuele alguna propuesta, saludo, beso u ofrecimiento a cambio de, aunque sea, una intención de voto.