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El Valle de Uco, un coto de iniciativas y posibilidades para el desarrollo sustentable

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Tupungato por el aguaMucho se habla hoy del concepto y los beneficios de avanzar hacia un “desarrollo sustentable”. Sin embargo, son pocos los territorios que reúnen las condiciones necesarias para lograrlo. En el Valle de Uco esas condiciones existen y es necesario reconocerlas para poder aprovecharlas concretamente.

Un argumento que escuchamos reiteradamente por estos días es aquél que nos recuerda que es necesario incluir principios de sustentabilidad a los procesos económicos. Sin embargo, a veces es difícil comprender qué significa esto y, sobre todo, cómo aplicarlo a la realidad concreta.

Para empezar, es fundamental tener en cuenta que el concepto de “sustentabilidad” es más amplio de lo que muchas veces creemos. Es decir, no se refiere únicamente a la cuestión ambiental – conciencia ecológica y preservación de los recursos naturales – sino que también contiene la sustentabilidad de la dimensión económica y social. En síntesis, para avanzar hacia un desarrollo sustentable, es necesario generar también un “ambiente” económico y social de carácter inclusivo, dando a más personas la posibilidad de participar de la generación y apropiación de la riqueza producida por la comunidad. El resultado es la disminución de la pobreza y la democratización real de la sociedad, junto al mejoramiento de las condiciones ambientales.

Si bien esto puede parecer extremadamente difícil – y hasta imposible para algunos –, existen iniciativas y condiciones concretas en el Valle de Uco que nos acercan a ese panorama. Veamos.

Lo principal es que existe un “espacio social” dentro del cual es viable y deseable un desarrollo sustentable. Con esto me refiero a que la mayor parte de la comunidad de Valle de Uco apoya las iniciativas destinadas a la defensa del ambiente y el mejoramiento del territorio. El mejor indicador de esta conciencia social es la gran movilización popular que se oponía los proyectos de megaexplotaciones mineras a cielo abierto en el Valle de Uco y en Mendoza. Si bien se trató de un movimiento provincial, que se articuló también con otras provincias y llegó a ser nacional, en San Carlos, Tunuyán y Tupungato la movilización social fue particularmente intensa.

El éxito del movimiento en contra de la megaminería, plasmando en la ley 7.722, deja en claro que el valle es un territorio fértil para el florecimiento de procesos sustentables. Además, como ya dijimos antes, esto va de la mano de un fortalecimiento de la democracia: este movimiento amplió la participación real de la población, incluyó a más personas en una decisión que es de carácter político, y logró así articular los intereses de una comunidad local por sobre los del capital transnacional – al cual los pasivos ambientales que la megamienería deja le importan poco y nada.

En pocas palabras, el Valle de Uco goza de un privilegio poco común, a saber, de un amplio y sólido acuerdo social. Esto significa que, más allá de las diferencias políticas y personales existentes, la población local comparte una base común, que es la conciencia de protección de los recursos propios, esos recursos que son, al mismo tiempo, fuente de sustento económico e identidad socio-cultural. El agua pura, la tierra, la montaña, y la integridad del ambiente en general, son reconocidos como partes esenciales de la vida, y son resguardados de usos predatorios y extractivistas.

Es justamente este acuerdo social, combinado a la efectiva pureza de los recursos naturales del territorio, lo que hace del Valle de Uco un coto de posibilidades para avanzar hacia un desarrollo sustentable. Y lo más interesante es que no son sólo posibilidades imaginarias, sino que existen ya emprendimientos reales en esta dirección.

En el área de turismo podemos mencionar a Caminos de Altamira como emprendimiento que potencia el desarrollo sustentable. Proponiendo recorridos típicos y visitas a pequeños productores que mantienen la identidad local, genera valor dentro de la comunidad. También la propuesta de senderismo entre la Laguna del Diamante y Punta de Vacas, ya mencionada en una nota anterior, es válida en este sentido. El visitante recorre un camino ancestral, fuertemente ligado a lo tradicional, y para en pequeños albergues y restaurantes de productores locales. La protección del ambiente y la generación de recursos y empleos se combinan en este tipo de iniciativas.

Además, existe en el Valle de Uco un grupo de productores orgánicos que están a la vanguardia del desarrollo sustentable. Evitando el uso de todo tipo de químicos, estos productores proponen una alimentación y producción más saludables para el ambiente y para el cuerpo humano. Como si fuera poco, proponen también un tipo de mercado más accesible al comprador, en el que la venta directa del productor al consumidor permite bajar los precios. De nuevo, sustentabilidad ambiental combinada con sustentabilidad social y económica.

Podríamos dar aún muchos ejemplos en positivo, como la planta de Tratamiento de Residuos Sólidos instalada en Cápiz. Pero es también importante identificar desafíos y oportunidades para mejorar aún más.

Avanzar hacia una política de separación de residuos podría ser un buen paso adelante. Instalar tachos de basura diferenciados por categorías en los espacios públicos sería una forma de comenzar a incorporar el concepto de diferenciación de residuos y reforzar los procesos de sustentabilidad. Es un largo camino, que apunta a un cambio cultural que debe madurar con tiempo, con el objetivo de hacer llegar la diferenciación de residuos a los espacios privados de cada uno, es decir, a nuestras casas. Y así, con otras tantas iniciativas. Lo importante es dar visibilidad y apoyo a estas iniciativas, tanto desde el sector público –municipio – como desde las organizaciones de la sociedad civil.

Sintetizando, podemos decir que la comunidad del Valle de Uco sabe que “el agua pura vale más que el oro”. Poco a poco, va también dándose cuenta de que la preservación de sus recursos puede combinarse con la generación de valor económico y social.