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El Tomba le cumplió el sueño a los chicos de la escuelita del club La Consulta

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Por primera vez pudieron ver un partido de Primera división en el estadio Malvinas Argentinas. Quiénes están detrás de estas y muchas otras acciones sociales que realiza Godoy Cruz.

Cuando se quiere se puede. Casi en el anonimato, unos veinte fanáticos de Godoy Cruz hacen felices a miles de chicos cada vez que juega el Tomba como local. Como parte de una iniciativa que surgió hace diez años, y que fue apoyada desde un primer momento por la dirigencia, los hermanos Leandro y Martín Renna, junto a amigos e hinchas que se fueron sumando, acercan al estadio Malvinas Argentinas a unos mil niños por partido para que, quizás por primera vez en su vida, puedan ver un partido de Primera división desde la cancha.

Éste fue el caso de 40 nenes del Club Sportivo La Consulta que no para de crecer. Este domingo, en el primero de local de Godoy Cruz en el campeonato, fueron invitados por el departamento de Acción social del Tomba para cumplir su sueño.

Muchos no durmieron la noche anterior. Lo que se venía era realmente inédito para algunos. El domingo, se juntaron tempranito, todos vestidos con indumentaria del equipo y partieron en colectivo rumbo al Malvinas. Desde la platea cubierta vieron la agónica victoria de Godoy Cruz sobre Talleres y gritaron el gol del Morro García hasta quedar afónicos.

«Le trajimos suerte al Tomba», decían algunos de los chicos que se volvían felices a San Carlos.

Tienen entre 7 y 13 años y representan a las Infantiles del Club Sportivo La Consulta. «Es la primera vez que un equipo del Valle de Uco juega este torneo de Liga», cuenta orgulloso el profesor de educación física Pablo Fiorio.

Algunos ya conocían el estadio, como parte de otras excursiones pero nunca habían vivido la adrenalina que implica ver un partido desde las tribunas del Malvinas. En el entretiempo, como casi todos, corrieron en busca de su hamburguesa. Y sí, no podés ir a ver fútbol sin comer «comida de cancha».

Lo que empezó hace 10 años como un sueño, hoy es una realidad que hace feliz a miles de personas

Este grupo de hinchas del Tomba, «enfermos fanáticos», como se califican a sí mismos, transformó su pasión por la camiseta en amor al prójimo. Cada vez que Godoy Cruz juega como local, hacen posible que aproximadamente mil chicos de departamentos alejados o lugares precarios pasen un día diferente, que puedan ir a la cancha y descubran por sí mismos que hablar de fútbol no es igual a hablar de violencia. Que, con los cuidados lógicos, ir a la cancha es sano, divertido y seguro.

Entre los hinchas de siempre, en la platea cubierta se descubren chicos de escuelitas de fútbol, de escuelas, merenderos, polideportivos, uniones vecinales y clubes de departamentos alejados de la Capital mendocina.

«Los del poli Polimeni ya son abonados», cuenta Martín Renna como un mínimo ejemplo de los nenes que día a día pasan por el Malvinas.

Estas acciones, que comenzaron con las invitaciones a la cancha, se extendieron de manera casi impensada y hoy, sirven para solventar merenderos como el Carita Feliz de Maipú o el de la Estanzuela.

«Conseguimos 25 botiquines de primeros auxilios para escuelitas de fútbol del Valle de Uco», relata Martín que, junto al grupo, no se cansa de tocar puertas para dar con las donaciones.

El sacrificio tiene sus frutos. Ver esas sonrisas no se paga con nada. «Si no sos enfermo del Tomba y tenés pasión adentro, terminás dejando porque lleva mucho tiempo y esfuerzo y cada día más compromiso», agrega Renna y con razón; porque hay que estar dos horas antes de cada partido, organizar en la semana los viajes, pedir donaciones a instituciones y allegados, poner de su bolsillo, su movilidad, sus recursos y los de gente que permanentemente colaboran con los más necesitados, a través de ellos.

Abrís una puerta y encontrás miles

Eso me pasó al conocer a los chicos de La Consulta. En ellos vi reflejado el trabajo de un par de almas que se plantaron un día y fueron más allá. Que entendieron que ser hincha y socio de un club no es solo ir a la cancha a alentar (o a putear), saber todas las formaciones de los últimos 15 años y coleccionar camisetas.

Por pocos violentos, el fútbol se transformó en un lugar prohibido para muchos. Es obligación nuestra, de los que aún lo amamos, dar a conocer este tipo de historias para aquellos que alguna vez se sintieron parte y que hoy, tienen miedo de volver.

Fuente: Ovación