El satélite argentino fue lanzado con éxito desde Estados Unidos y empezará a enviar información que permitirá entender mejor el cambio climático. Es un proyecto conjunto de la NASA con la Comisión nacional de Actividades Espaciales (Conae), que encargó su construcción al Invap. Entre sus objetivos se encuentra la medición de la salinidad de los océanos y la radiación cósmica.Finalmente el día llegó y el SAC-D Aquarius fue puesto en órbita con éxito, luego de que ayer se suspendiera el lanzamiento por 24 horas. El satélite argentino fue impulsado por un cohete Delta 2 desde la base aérea de Vandenberg, en California, Estados Unidos.
El satélite será un observatorio para temas climáticos y de desarrollo.
Los responsables de la misión de despegue fueron el ingeniero Daniel Caruso, director de programa del SAC-D Aquarius de la Comisión nacional de Actividades Espaciales (Conae), Fernando Hisas, ingeniero del organismo, y Julio César Durán, jefe de Departamento Energía Solar de la Conae. La presidenta Cristina Fernández, siguió en vivo y en directo el hecho, y felicitó a quienes participaron del proyecto.
La mandataria destacó que esta iniciativa fue posible gracias a que existe en el país el capital humano, la capacidad técnica, y el apoyo económico para poder desarrollar una herramientas de estas características. «Este es el satélite más grande y más complejo que se construyó en el país», agregó.
Éste es el cuarto dispositivo del Plan Espacial Nacional de Argentina: pesa 1.341 kilogramos, mide 2,7 metros de diámetro y siete metros de largo. Una hora después del despegue empezará a enviar datos que serán de vital importancia para estudiar el cambio climático y entender los efectos de las interacciones entre el ciclo del agua, la circulación oceánica y el clima.
El proyectil se colocará en una órbita a 650 kilómetros de altura. El SAC-D Aquarius es el resultado de una colaboración entre la NASA y la agencia espacial argentina, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), y tiene componentes construidos por el Invap y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
El componente más importante del satélite es el Aquarius, radiómetro y escaterómetro aportado por la NASA, que demandó una inversión de 200 millones de dólares, que permitirá medir la salinidad de los océanos sin tener que analizar muestras, con el fin de obtener mayor cantidad de datos para entender mejor algunas cuestiones relacionadas con el cambios climático.
El objetivo de este lanzamiento es contar con un observatorio espacial que permita medir la salinidad de los océanos, para mapear las corrientes marinas y así evaluar el cambio climático. El satélite ofrecerá detalles cada siete días durante tres años desde una distancia de 657 kilómetros, y mostrará los flujos de salinidad en el tiempo y entre las diversas partes de los mares.
Otro instrumento monitoreará eventuales incendios o erupciones volcánicas, mientras que un componente que capta luces de baja intensidad en la noche, ayudará a controlar la pesca en el Mar Argentino, e incluso podrá utilizarse para estimar el desarrollo económico a partir de la luminosidad de ciudades, pueblos y caminos.
Además, se medirá el efecto de la radiación cósmica sobre aparatos electrónicos, como parte de un proyecto internacional para mejorar la seguridad del instrumental de aeronavegación. Y también se obtendrá información sobre la humedad del suelo a gran escala, que permitirá elaborar alertas tempranas de inundaciones y aparición y dispersión de enfermedades, y contribuirá a la producción agroganadera.
La participación nacional
La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) encargó su fabricación a la empresa estatal rionegrina Invap, que invirtió más de 650 mil horas de trabajo de ingeniería. También intervinieron la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata, el Instituto Argentino de Radioastronomía y el Centro de Investigaciones Ópticas del CONICET.
El Invap fue el encargado de construir el procesador central del aparato para poder controlar los datos obtenidos, recibir los comandos, enviar la información a Tierra y también proveer de energía a todo el sistema.
Otro satélite argentino, el SAC-C, cinco años después de la finalización prevista de su vida útil, sigue en uso, aportando datos para la agricultura.
Los estudiantes de la Facultad de Ingeniería y el Departamento de Aeronáutica de la UNLP desarrollaron y testearon dos de los siete instrumentos más importantes del aparato. Se trata de un radiómetro de microondas (MWR) utilizado para medir elementos como la velocidad del viento y las concentraciones de hielo, y una cámara infrarroja (NIRST) con una nueva tecnología que permite identificar concentraciones de calor como fuegos y volcanes.
Inversión. El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva a través de la Secretaría de Articulación Científico Tecnológica, aportará 1.300.000 dólares para financiar la ejecución de 15 proyectos de investigación que se realizarán en nuestro país con los datos que provea el satélite para aumentar el conocimiento sobre el océano, el clima y el medioambiente.
Por Martín Castro.