Indymedia Argentina tuvo un rol central en 2002, cuando Argentina sufría la crisis. Un repaso sobre cómo era la web social cuando la “idea” todavía no existía y una comparación con Facebook.
¿Por qué Indymedia no se convirtió en Facebook? La pregunta es por demás provocadora y el lector más entrenado tenderá a pensar que la pregunta es “aberrante” en términos epistemológicos. Pero el emblemático sitio de las revueltas contraculturales de fines de los ’90 y comienzos de 2000 intenta mantener el tren como faro globalofófico, que fue cuando Internet todavía no había acuñado el concepto de la web social 2.0. En estos años, Indymedia ha sido una fascinante experiencia de contrainformación, de producción colaborativa de periodismo, de trabajo en las “bases” y de conexiones sociales. Además, en la Argentina cumplió un rol fundamental, sobre todo después del 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando la lucha entre piquete y cacerola era, vale el versito, una sola.
Tal vez si Indymedia –quien fuera que pueda autoproclamarse su creador– hubiese comprendido que la red no se trata sólo de información sino también de personas, el destino de esta red habría sido diferente. Quién lo sabe. Uno podría decir, a casi 13 años de su nacimiento, que Indymedia fue Facebook antes de Facebook, pero (con sus propias discusiones políticas) la red nunca terminó de aprovechar el concepto que había creado. La comparación con Facebook es también capciosa en un gran sentido: los intereses de manipulación de los datos de las personas que tiene la red creada por Mark Zuckerberg están en la antítesis de lo que cualquier militante promedio de Indymedia hubiese querido alguna vez. Pero Indymedia se anticipó a la idea de conectar gente, de socializar el contenido, de establecer convocatorias para actos concretos, muchos años antes que Facebook. El sitio se había organizado políticamente como un centro de contrainformación luego de las iniciáticas protestas en contra de la Organización Mundial de Comercio ocurrida en Seattle en 1999, el punto de comienzo de las corrientes globalofóbicas. Y desde entonces la semilla de la contrainformación (cada persona un corresponsal era la premisa) se expandió por todo el mundo, hasta llegar a América latina.
En la Argentina, los comienzos de Indymedia están directamente vinculados con la generación del 19 y 20. Aunque el porcentaje de población que se informó a través de esta red en ese momento haya sido minoritario, la experiencia de informar desde el terreno pareciera haber sido liberadora y haber captado la atención internacional. Rodrigo Paz (Indymedia video) participó en 2003 del Festival de Cine Latinoamericano en Toulouse y, según recuerda Marilina Winik, “el texto del cuerpo editorial del catálogo hablaba sobre Compañero cineasta piquetero, un trabajo de 12 minutos. Otro de los videos recordados de aquella época es La bisagra de la historia, del grupo Venteveovideo. Uno de los iniciáticos fue Sebastián Hacher, actualmente al mando de la revista THC, por ejemplo. También pasaron por Indymedia Argentina Tomás Eliaschev, Pablo Badano, Nicolás Pousthomis, Ignacio Smith y Manuel Palacios, entre otros.
Siempre es difícil escribir sobre Indymedia. Porque, ¿quién es Indymedia? La mayoría de sus textos siguen siendo anónimos o con seudónimos fluctuantes. Lo que se entiende como una justa decisión para evitar castigos sobre la información publicada tal vez haya dilapidado algo de referencia. Cuando uno lee Indymedia, finalmente tiene que terminar creyéndole al sitio y no al autor. En la Argentina, la idea de tener un espacio independiente, colaborativo y sin filtros de las “corporaciones” iba a calar en profundidad durante los meses previos a la gran crisis de 2001, y explotaría en 2002 cuando la red tuvo un rol fundamental para “contar” los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. “La cobertura que hicimos de aquella situación trágica tuvo mucha repercusión a nivel global”, recuerda para Página/12 Winik, quien participó de los primeros tiempos de Indymedia en la Argentina, pero dejó el colectivo promediando 2004.
“En ese momento teníamos una mirada sobre la web que no existía, que era la web 2.0 antes de la web 2.0. Pero no se trataba sólo de la web donde pasaban cosas sino que había un trabajo territorial. Había caravanas de activistas antiglobalización que iban en gira, abriendo nodos de la red por diferentes lugares”, cuenta Winik. Como se escribió en estas páginas la semana pasada, el 19 y 20 de diciembre encontraron a la sociedad argentina en una etapa de pre-digitalización: “El periodismo militante existió siempre, pero lo que hizo Indymedia fue volver a usar esa fuerza social para generar comisiones de prensa en sectores militantes, fábricas, aprender, entender y visualizar qué era eso de Internet, que hasta ese momento no había tenido tanta pregnancia”, dice Winik.
Indymedia Argentina tuvo un momento de esplendor y reconocimiento mundial en 2002, cuando el país sufría el duro momento de post-corralito. El sitio sigue actualizando información cotidianamente, pero pareciera haber perdido ese lugar central. Sin embargo, Zula Lucero –activa militante de Indymedia Argentina y una de las iniciáticas– explica su posición: “Indymedia sigue siendo el espacio anónimo para que puedan expresarse los movimientos sociales. Mucho de lo publicado es de organizaciones sociales, de base o de grupos de trabajadores combativos con dificultad para llegar a las redes sociales. Twitter es un boom todavía entre la gente de clase media. Sobre el caso de Marita Verón, por ejemplo, una de las primeras entrevistas la hice yo, porque la madre nos contactó”, cuenta Zula Lucero, quien resalta en la sección de género.
Esta conjunción de hackers a favor del software libre, geeks y militantes sociales estuvo siempre cruzada también por corrientes políticas internas que iban desde el Partido Comunista al trotskismo, pasando por los anarcolibertarios que vieron en esa gran plataforma la posibilidad de recuperar la producción de discurso perdida después de la caída de la Unión Soviética. Indymedia ha sido, efectivamente, una forma de conocer gente, de viajar por el mundo y cambiar la idea de que los medios estaban en el centro. Durante las revueltas árabes, el flujo de información que estimuló algunos levantamientos circuló a través de las grandes redes sociales estadounidenses antes que por Indymedia, lo cual hubiese sido un espacio natural tiempo atrás. “Indymedia es un espacio para visibilizar lo que sucede: Twitter es una empresa e Indymedia no. La seguridad que tenemos para que la gente que postee no la tienen Twitter o Facebook, que acumula información acerca de sus usuarios.” Por eso, justamente por eso, Indymedia nunca pudo convertirse en Facebook
Fuente: Página 12