Los tiempos de crisis repercuten en el bolsillo y recurrir al pago mínimo de la tarjeta de crédito pareciera ser una solución, aunque a corto plazo. La misma puede resultar un “arma de doble filo”. Cuáles son las opciones más convenientes para cancelarla.
Todos tienen el deseo de vivir sin deudas, pero las épocas de incertidumbre económica llevan a que este anhelo sea difícil de concretar en la práctica diaria.
La devaluación de los últimos meses «empujó» a los consumidores a realizar compras con tarjeta, especialmente hacia fin de mes, para cubrir gastos de la vida cotidiana con el objetivo de postergar el pago que vendrá, consolidado en el resumen de cuenta solo unos días después.
Por ejemplo, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos -INDEC-, desde agosto hasta noviembre de 2018, el uso de tarjetas de crédito para pagar el supermercado creció un 14%.
Si bien este recurso es una herramienta a mano ante imprevistos, se ha vuelto moneda corriente entre los argentinos para afrontar la situación económica actual. Sin embargo, mantener este hábito de forma constante es un arma de doble filo a la hora de abonar lo adeudado, especialmente si a los consumos en un pago se le suma la financiación de compras más grandes en cuotas.
En qué consiste el pago mínimo
Es la oportunidad que brinda la entidad financiera de realizar un pago parcial ante la imposibilidad de abonar la deuda en su totalidad.
La opción de pagar el mínimo de las tarjetas de crédito puede convertirse en una respuesta válida cuando surgen gastos inesperados y no recurrentes, pero si el uso de las mismas se transforma en una práctica habitual puede generar una alta dependencia financiera con las entidades bancarias.
El monto mínimo, que en general corresponde alrededor del 5% de la deuda, está compuesto por intereses, comisiones e impuestos; y no por pagos que reduzcan el capital inicial que se está financiando. Es por eso que abonando el pago mínimo cada 30 días, el monto de la deuda original nunca se reducirá.
Por ejemplo, sobre una deuda inicial de $50.000 en la que se efectúa el pago mínimo todos los meses y se contemplan $10.000 por financiación en cuotas tomadas con anterioridad y consumos de gastos cotidianos en un pago, hay que adicionar el monto correspondiente a los intereses sobre el saldo adeudado. Al cabo de 6 meses, se habrá abonado $38.151 en concepto de pago mínimo, pero la deuda no habrá disminuido.
Es más costoso financiarse con tarjeta de crédito que con préstamos personales
Las compras con tarjeta nacieron como una alternativa al efectivo hace casi 70 años. Fue por décadas el producto de crédito más sencillo de obtener comparado con los burocráticos trámites para solicitar un crédito. Pero las tarjetas son sólo una promesa de crédito que no siempre se cumple.
Por ser un «crédito fácil» los bancos cobran tasas de interés más altas, y no promueven los préstamos personales. Esta situación cambió y ahora solicitar un crédito es más fácil, incluso con condiciones más convenientes que las que ofrecen los bancos.
Según una empresa fintech líder en la región que otorga créditos, el 23% de los solicitantes tenía como objetivo la consolidación de deudas financieras.
Además, durante 2019 el destino «consolidación de deuda y refinanciación de tarjetas» escaló a un 30%, convirtiéndose en el principal motivo por el que las personas solicitan un crédito.
Detectar estas oportunidades a tiempo, permite ordenar las finanzas personales sin caer en un pozo del que puede ser difícil salir.
Cómo salir del espiral de la deuda
El monto del pago mínimo de las tarjetas no es fijo como las cuotas de un préstamo personal y ello trae aparejado consecuencias que pueden ser negativas, puesto que el grueso de las personas prefiere abonar realizando pagos similares todos los meses.
Una opción recomendable en estos casos puede ser saldar el total de la deuda en un sólo pago con préstamos que ofrezcan una tasa más conveniente, con cuotas fijas y con la posibilidad de contar con plazos extendidos para poder solventarlo.
Los créditos personales en cuotas fijas cumplen con esta condición y son considerados como una buena alternativa: «Cada vez más personas eligen reemplazar su deuda por otra más conveniente. Hoy el 30% de los créditos online, corresponden a la consolidación de deuda para eliminar el compromiso con el banco y bajar los elevados costos de la financiación de tarjetas de crédito», explica Alejandro Cosentino, CEO de Afluenta.
Afluenta es una empresa promueve la inversión entre personas en Latinoamérica sin bancos, con la posibilidad de solicitar créditos con una tasa que se ajusta al comportamiento crediticio de cada persona.
Una de las ventajas de su sistema es que la solicitud es 100% online, se realiza en pocos minutos, sin burocracia y con respuesta inmediata. Además, los préstamos son en cuotas fijas en pesos y con un costo financiero total más conveniente.
En un mundo donde la tecnología y la inmediatez crece a pasos agigantados, los clientes demandan servicios que satisfagan sus necesidades de una manera más eficiente: ofrecer soluciones de forma ágil, clara y simple.
Fuente: Infobae